viernes, 23 de octubre de 2015

Niccolo Antonelli, viva imagen de Marco Simoncelli

Antonelli (I) y Simoncelli (D) / @Motogp_SBK_Overtakes
Luce con orgullo el dorsal 23 en su carenado. 23, como el día, en octubre de 2011, que falleció Marco Simoncelli. Aunque el motivo de su número es otro, el día que él nació: un 23 de febrero de 1996. Se trata de Niccolo Antonelli (19 años, Italia), al que en el paddock se le llama con cariño 'Il piccolo Sic' (el pequeño Sic) por su parecido físico con el que un día fuera piloto de MotoGP que perdió la vida hace ya cinco años en el trazado de Sepang tras una desafortunada caída. La vida, el destino, el karma o como se quiera llamar, ha querido que Antonelli no sólo haya heredado de alguna u otra forma los rasgos del eterno 58, sino que las coincidencias entre los dos, más allá de rebuscar datos y hacer juegos como que uno llegó al mundo el día 23 y otro falleció el mismo día, dan para pensar un buen rato.

Niccolo Antonelli, como Simoncelli, nació en Cattolica, una pequeña localidad italiana de seis kilómetros cuadrados de superficie con una población de no más de 15.000 habitantes que apenas los tiene a ellos dos como emblemas y personajes célebres. Y mira que es grande el país de la bota...Ya desde que se empezó a subir a una moto, Antonelli fue comparado con Marco, quien además era su ídolo y referencia. Lo hizo por primera vez con siete años en las minimotos, y era imposible no hacer referencia en la localidad a cuando Marco empezaba a dar gas por primera vez con su inseparable padre Paolo. Un hecho y concretamente una fecha multiplicarían aún más esta igualdad entre los dos pilotos, que comparten hasta el acento por la zona geográfica de la que vienen.

Fue el 23 de octubre de 2011. No hace falta hacer demasiado hincapié en lo que sucedió entonces. Simoncelli, tratando de agarrarse a su Honda 58 hasta el límite, acabó siendo atropellado por Edwards y Rossi y perdió la vida en un accidente trágico que trastocó el corazón de todo el mundo del motor. Simoncelli tenía sus cosas, buenas y malas, pero nadie puede negar el carisma que transmitía ni el vacío que dejó en toda la parrilla. Aquel mismo día, mientras Italia entera estaba de luto, el joven de 15 años Niccolo Antonelli se proclamaba campeón de Italia de motociclismo en la categoría de 125cc. "El 23 de octubre sigue siendo un día triste. Aunque yo gané el campeonato, todos decidimos que no había nada que celebrar. La muerte de Marco lo cambió todo", recuerda. Otra
coincidencia es que en 2008, el año en el que Simoncelli se proclamó campeón de Moto2, Antonelli levantaba también su primer campeonato. Lo hacía en la categoría de MiniGP italiana, batiendo a chicos como Bagnaia o Bastianini, con los que hoy comparte parrilla.

Cosas de la vida, tras conquistar el campeonato nacional, Fausto Gresini llamó a su puerta para que entrase a formar parte del Mundial la temporada siguiente, pues ya habría cumplido los 16 años, edad mínima con la que se permite competir. Con los mismos colores que había defendido Simoncelli durante los últimos dos años y pilotando una Honda, como lo hacía Marco, además de con la publicidad de San Carlo. Las motos, salvando el tamaño y la ingeniería interna, eran idénticas. Las comparaciones se hacían imposibles de evitar. Sobre todo para los propios técnicos y mecánicos que trabajaban con él, que veían en Antonelli, sentado en su box, con el mono, la sonrisa y pelo alocado, la viva imagen del chico con el que habían trabajado durante dos años hacía sólo un par de meses y que ya nunca más iba a estar. 

Niccolo Antonelli, en el año de su debut / GRESINI RACING
Desde que Antonelli entró en el Mundial dejó de ser Niki, como se le conocía entonces, y empezó a ser Niccolo, como un adulto, o Anto, el más extendido. Con el paso del tiempo, con la herida algo más cicatrizada, fue cuando se dio el paso y se le empezó a conocer como 'Il piccolo Sic', aunque este último apodo no guste a todos. Él sabe de su parecido físico, tanto así como de las casualidades que los unen y de la historia en común, y no duda en hablar de ello. "En lo físico, sobre todo en la cara, sí que hay mucho parecido entre nosotros. Eso es cierto. Pero en carácter somos muy distintos. Él era extrovertido y abierto, yo soy más tímido. Él era alguien único y es difícil parecerse a él, pero sí la gente nos ve similares más allá de lo físico para mí es un honor", asegura. Y es que hasta en los andares es una fotocopia de Marco.

El estilo de pilotaje, eso sí, no es el mismo. Mientras Simoncelli era más decidido y agresivo, fuerte en el cuerpo a cuerpo, Antonelli es mucho más reservado, fino, con un estilo más detallista. Quizás también por la diferencia de tamaño, el factor en el que más divergen. Marco era un auténtico monstruo de 1'83 metros que podía llevar las motos más grandes con comodidad, pero que se salía de las más pequeñas como un adulto corriendo en minimotos. Antonelli, en cambio, mucho más pequeño, su 1'63 metros y sus 55 kg le permiten volar a lomos de su moto3.

Estando ya en el Mundial, ayudó a Paolo Simoncelli, padre de Marco, a desarrollar la moto (también bajo el patrocinio de Gresini) que utilizaría el emergente SIC 58 Squadra Corse, el equipo que fundó para honrar la memoria de su hijo, que compite en el Campeonato de Italia de Velocidad y que sueña llevar un día al Mundial. Los inicios de Antonelli en el Mundial, con todo, nunca fueron fáciles y mucho tiempo se especuló con que iba a quedar en eterna promesa. Las caídas entre 2012 y 2014 fueron su mayor enemigo. Un aspecto que también trajo de cabeza a Simoncelli en sus tres primeras temporadas en el campeonato. A veces era desesperante ver cómo, tras liderar una carrera o estar luchando por el podio, Antonelli se daba de bruces contra el suelo y tenía que abandonar. Un piloto rapidísimo que no daba con la tecla. Contando entrenamientos también, Anto se fue al suelo 15 veces en 2012 y ese número no dejó de crecer, pues en 2013 se cayó en 18 ocasiones y en 2014 superó las 20. Perdió parte del caché que tenía y la confianza de su equipo fue menguando hasta el punto de no renovarle. Un compatriota, Locatelli, ocupa ahora el que un día fue su asiento.

Antonelli celebra su primera victoria, en Brno (2015) / EFE
Ahora eso ha cambiado y el joven de Cattolica vive su momento más dulce. Continúa pilotando una Honda en el Ongetta-Rivacold, equipo más modesto con quien ha renovado y se relaja en el paddock jugando a las cartas, un vicio que también traía loco a Marco. En la República Checa logró su primera victoria (tras 61 carreras) y desde entonces, ha subido al podio en cuatro de las seis carreras disputadas, en dos ocasiones en lo más alto del cajón. No quiere compartir el secreto de su éxito, no sea que se vaya a gafar él mismo. "He tenido algo de suerte, pero el cambio ha sido positivo. Sé analizar mis errores y tengo que seguir así con el equipo. Ya me he quitado esa presión porque me autoexigía acabar al fin en el podio", afirma.  Una de esas carreras fue en Misano, en el renombrado circuito Marco Simoncelli, a escasos cinco kilómetros de Cattolica. Allí Antonelli subió al tercer cajón del podio y lo hizo junto a su compatriota Enea Bastianini, con el que lleva compitiendo desde minimotos y con el que ha compartido equipo en el pasado. Curiosamente, Bastianini, un año menor y a quien también se compara (por simple estilo de pilotaje, precocidad y alguna que otra locura) con Rossi, apareció con el pelo pintado con la bandera italiana como en su día lo hiciera el que era mejor amigo de Simoncelli. 

Su sueño, como el de la mayoría, pasa por llegar algún día a MotoGP y espera que sea lo suficientemente pronto como para competir con Valentino Rossi, con quien tiene una buena relación, como todos los jóvenes transalpinos de la categoría más pequeña con los que el nueve veces campeón del mundo es muy cercano. "Somos amigos, tenemos una buena relación y podemos hablar de cualquier cosa. Él nos enseña mucho, pero también intenta aprender de nosotros. Nunca se cansa de aprender y cuando ve que algo le puede venir mejor, va y lo prueba", desvela. Si todo va bien, asegura, espera llegar a la parrilla de MotoGP en tres o cuatro años. Y quién sabe si con uno o más títulos debajo del brazo. Por lo pronto, Antonelli lucha por la tercera posición del Mundial (ahora es quinto a falta de dos carreras) y su progresión con respecto a los años anteriores (14º, 16º y 14º) es meteórica. Además, tanto Danny Kent como Miguel Oliveira darán el salto a Moto2, por lo que Anto será uno de los máximos candidatos a hacerse con el título de Moto3 en 2016 junto a su eterno rival y amigo Ennea Bastianini (cuya presencia aún está en entredicho) y Romano Fenati. Un dominio italiano que parece sólo podrá verse intimidado por el talento del francés Fabio Quartararo.

Antonelli en Motegi 2015 / MOTORBIKE MAGAZINE

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