jueves, 12 de diciembre de 2013

Don Raúl García, tenga compasión y perdónenos

Debutó con 18 años -nada más y nada menos que en el Camp Nou- hace ya casi 10 temporadas, ante un Barcelona que Rijkaard comandaba y que aplastaba rivales al ritmo al que bailaba Ronaldinho. Con 19 ya estaba asentado en el primer equipo de Osasuna, siendo un jugador fundamental en los esquemas de Javier Aguirre, el entrenador que le hizo debutar y que le fichó para el Atlético de Madrid años después.

Y es que el conjunto rojiblanco, que acababa de perder a Torres, buscó recuperar la ilusión de sus fieles seguidores a base de talonario. Forlán primero, Simao después y Raúl García entre medias fueron los fichajes más caros de aquel verano para un equipo histórico que llevaba más de una década histérico. En una maniobra maestra, Raúl recaló en la ribera del Manzanares a última hora, cuando parecía que lo tenía hecho con el Valencia tras rechazar a varios conjuntos de Inglaterra. 12 millones eran muchos y había que amortizarlos.

Recuerdo que su primera temporada fue soberbia. Era año de Eurocopa -aquella que terminamos ganando con un gol del mejor Torres ante una Alemania que acabó sucumbiendo ante el poderío de los de Luis Aragonés- y Raúl, aún con 21 años, era un baluarte en la Sub 21. Fue el verdadero pulmón del equipo colchonero durante toda la temporada, y no fue fácil. Reinó en un sistema irreal de 4-4-2 que siempre acababa siendo un 4-2-4 con Simao y Maxi apoyando al Kun y Forlán acompañado del mejor Maniche que se ha visto en el Calderón. El balón no circulaba por el medio. Nadie daba un pase bien dado y se vivían partidos de auténtico vértigo en los que se llegaban a ver 5,6 y 7 goles en sólo 90 minutos. Pero Raúl era el rey del alboroto. A mitad de temporada todo se truncó, o eso parecía. Maniche se rebeló contra Aguirre y acabó cedido en el Inter y el navarro se quedó sin pareja de baile en la medular. Cléber no daba la talla y Maxi era un parche que aportaba lo poco que podía. Fue entonces cuando apareció, más grande que nunca, Raúl García. Se multiplicó en el medio para sostener, él sólo, a un Atlético que terminó entrando en Champions muchos años después. Cabe destacar, claro está, la irrupción de un pequeño prodigio de 17 años a su lado que se doctoró ante el mejor Barça llamado Nacho Camacho que prometía más de lo que ha terminado siendo.

Y como ahora vienen las críticas, que no son pocas, justo es decir que en la afición colchonera quedó un sabor amargo cuando el navarro no fue incluido en la lista de Aragonés para ir a la Eurocopa. Una temporada después, el fichaje de Assunçao y la vuelta de un indultado Maniche le llevaron al banquillo en más de un partido. Raúl, habiendo perdido el sitio, no acabó de dar con la tecla en el centro del campo. El Atleti, con un juego más pausado, no encontró en el navarro ese jugador de gran pase y distribución que se le suponía y, aunque jugó mucho, acabó en el ostracismo, cambiando esos estruendosos aplausos que había levantado por leves pero dolorosos pitidos por su mal hacer.

Tres largas e interminables temporadas en las que Raúl conoció la cara más amarga del fútbol. Ni Abel, ni Quique, ni el propio Aguirre que le había descubierto dieron con la tecla. Ni estaba ni se le esperaba. No acertaba con los pases, no realizaba con éxito controles sencillos y perdía balones en posiciones demasiado comprometidas. Perdió su sitio en el 11, abandonó su confianza y se olvidó que él llevaba un jugador de fútbol dentro. Nadie se había dado cuenta -quizás cegados por su gran primer año en el Calderón- que Raúl no era mediocentro. Tres largos e interminables años en los que yo, dentro del coliseo atlético, he lamentado cada uno de los balones que perdía, he gritado y me he enfadado por cómo un profesional podía cometer esos errores de bulto y podía mostrar un nivel tan bajo. Recuerdo cuando se dejó barba y entre los compañeros del sector se debatía si lo había hecho para camuflarse y que el aficionado no le pitara y silbara.

Abuchearle se volvió sistemático. Anunciaban su nombre en los videomarcadores, y pitada que te crió; tocaba el primer balón, y los silbidos se hacían notar por encima de todas las cosas.

Entre medias, fue uno de los grandes culpables de que el equipo colchonero ganase la Europa League de 2010 formando un medio con poco toque y mucho músculo al lado de Assunçao. Una semana después, vio desde el banquillo cómo el Sevilla se llevaba la Copa del Rey y lloró desconsolado como un niño al terminar el partido sobre el césped del Camp Nou, ese estadio que le había visto debutar.

"Raúl siente mucho al Atléti", me dijeron. "Le duele muchísimo que la grada le pite, y le molesta cuando le asocian con otros equipos. Quiere triunfar de rojiblanco"

Sentí pena por un segundo. Luego pensé que había miles y millones de personas que darían su vida por jugar en el club de sus amores, pero por aptitud y no actitud no podían hacerlo. ¿Por qué iba a ser distinto el navarro?

"Molesta mucho que se pite a un jugador cuando tiene el balón, un jugador que da todo por el equipo, que lucha como nadie. Quiero pedir a la afición que tenga más paciencia con Raúl", decía Tiago, compañero de equipo y su principal competencia para un puesto en la titularidad.

"Es el peor jugador que he visto -aunque decía lo mismo de Valera- en el fútbol. No sabe dar un pase y no hace ni un control bien", me decía mi amigo Gabriel. En realidad dolía que tuviera tanta razón.

Y a él nadie le comprendía. "Me piten o no, siempre voy a querer lo mejor para este club", señaló el protagonista de esta entrada tras una mala actuación del equipo en general y suya en particular acompañada de la ya más que repetitiva pitada al unísono del Calderón. Y cuando parecía condenado al ostracismo, tras un año cedido en Osasuna donde jugó en la mediapunta e hizo un año más que aceptable, llegó el momento Simeone.

"Con lo bien que lo ha hecho cedido, a ver si alguien nos da un par de millones por él", decían. Simeone, tres entrenamientos después de trabajar con él, le declaró intransferible. Con confianza, trabajo y minutos en la mediapunta, Raúl García, dos años después, se ha ganado a toda la hinchada colchonera. Con más esfuerzo que nadie se ha trabajado un perdón que ha tardado más de la cuenta pero que sabe a algo más que a gloria y satisfacción.

Por la derecha, por la izquierda, por el centro y incluso de delantero, con el '8' a la espalda y casado con el gol, el navarro vive la mejor época de su vida con Simeone como su principal valedor y el orgullo de estar donde está por merecimiento propio. Nadie le ha regalado nada y ha tenido que hacer más del doble que los demás para conseguir la mitad del reconocimiento. Le va en los genes. 

Y es que si el año pasado ya terminó bien y marcó algunos goles cruciales, los 9 que lleva a estas alturas de la temporada han enamorado a la afición que primero le aplaudió y luego cogió por costumbre los abucheos. Y no sólo los goles, sino ¡qué goles!

"A Raúl García no le doy los minutos que se merece", dice Simeone, su máximo valedor. "A un chico que trabaja como él me da pena no darle más tiempo". Un Raúl García que ha vuelto para quedarse. Que ya no puede ocultar esa sonrisa detrás de una frondosa barba por triunfar en el equipo de su vida, al que idolatra y siente por encima del equipo al que ama y del cual salió. Un Raúl García que sólo encontró la tregua de la afición cuando defendió los colores rojiblancos de las burlas de Cristiano Ronaldo con aquella famosa 'espaldiña'. Un Raúl García que igual no se merece el Balón de Oro ni acabará jugando con la selección española, pero que merece la medalla de la Real Orden del Mérito Deportivo como nadie. Un Raúl García que, por segunda vez, y esta de verdad, es feliz en su casa.

Don Raúl, perdónenos. Tenga compasión y entienda que todos nos equivocamos. Y gracias.



lunes, 2 de diciembre de 2013

Lo que funciona no se toca

Existe una máxima en el deporte en general y en el fútbol en particular que defiende la teoría que se presenta en este título: lo que funciona no se toca.

Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer es una célebre frase que bien podría reflejar a las mil maravillas lo que se quiere decir con esta entrada. Y es que, si hay algo que funciona ¿Por qué cambiarlo? Es cierto que se puede ir a mejor pero, ¿Por qué jugársela e ir a peor? Riesgo cero.

Es por eso que en el Real Madrid juega Diego López y no Casillas. Diego, ese guardameta infravalorado y enemigo público número uno de unos pocos que tienen el poder de convencer a otros muchos por el simple hecho de haber coincidido con Iker en el conjunto blanco. El mismo Diego que sería ídolo de haber aparecido 5 años más tarde en el mismo sitio o en la actualidad en cualquier otro y no sería objeto de los insultos y desprecios, sino que más bien originaría halagos. Porque el capitán, que ahora está cogiendo ritmo en Champions -esa competición en la que López mantuvo al Real Madrid vivo con su actuación en los partidos frente al Manchester-, llevaba sin disputar partidos de alta competición cerca de un año sin mostrar el nivel al que realmente estaba. Más allá de forofismo de bufanda y no de coherencia. Y es que, Mourinho primero y Ancelloti después, saben que lo que funciona no se toca.

Es por eso que en el Atlético de Madrid juegan 11 siempre y unos pocos en contadas ocasiones. Por ejemplo, Alderweireld ha llegado de un equipo menor para ocupar una asiento en el banquillo y jugar cuando los otros dos -Miranda y Godín- no estén disponibles. Y tan importante es esta regla, que es bastante probable que el belga sea mucho mejor central que los dos que tiene por delante y le privan de minutos. Pero en el Calderón ganárselos está caro y más en una defensa que es de las mejores del mundo y no deja de acumular partidos con la portería a cero y superar récords de imbatibilidad. Y aunque el mismísimo Maldini rejuvenecido llegase a las órdenes del Cholo, tendría que ganarse un puesto con algo más que sudor, sangre y lágrimas. Es por eso que Guilavogui, centrocampista internacional con Francia y con un gran cartel en el viejo continente, no ha jugado más que en los recreos por detrás de un Gabi al que le cuesta acertar un pase fácil a 5 metros pero que se ha convertido en el corazón y el pulmón de este equipo histórico que no cesa de dejar en la lona rivales histéricos. Y es que, Simeone sabe que lo que funciona no se toca.

Es por eso que Rafael Benítez, entrenador hoy del Napoli, ha llegado a Italia con su mismo sistema de siempre, con las mismas ideas de sus primeros triunfos con la idea de ganar títulos en la Serie A, como hizo con el Liverpool, Valencia y Chelsea pese a los críticos. Y es por eso que con su idea inicial de juego, el Napoli seguía la estela de una Roma impecable hasta que Hamsik, capitán, santo y seña del equipo, dejó de entrar en el 11 primero por decisiones técnicas y después por lesión. Curiosamente, la Roma, invicta y de récord en récord, ha sucumbido 4 partidos sin su también capitán, Totti, en la cancha. Un conjunto que vive de Gervinho, que sólo ha funcionado bajo las órdenes de Rudi García. Y es que, tanto Benítez como García, saben ahora que lo que funciona no se toca.

Es por eso que el Newcastle lleva 4 partidos consecutivos conociendo la victoria con los malos en el campo y los buenos en el banquillo. Paradójico. Un Newcastle que empezó la temporada sin alma, encomendado a las diabluras de Ben Arfa y que se ha convertido en un equipo con sacrificio y juego irregular. Porque con el casi retirado Shola Ameobi en el 11, del que se decía que no valía ya para jugar en la Premier, los magpies no conocen la derrota. Y porque con Williamson, en la misma situación que el nigeriano, las urracas vuelan hacia la cabeza de la tabla tras vencer a Chelsea, Tottenham, Norwich y WBA. Porque Ben Arfa, el crack del equipo, está en el banquillo y en su sitio juega un Gouffran que se parte el alma por el escudo; Porque Yanga-Mbiwa, central francés que llegó con más nombre del que ha demostrado en el pasado mercado invernal, se sienta a su lado y en su sitio juega Willo, y las cosas salen; Y porque Cissé, el hombre gol de St. James Park, sólo ha metido un gol -en Capital One Cup- esta temporada y Shola le ha comido la tostada. Y es que Alan Pardew sabe que lo que funciona no se toca.


Es por eso que la Juventus, que lleva años paseándose por la Serie A con una superioridad que debería avergonzar a sus rivales, sucumbió en Champions ante el Real Madrid. Porque si Conte llevaba años sorprendiendo a rivales y destrozando equipos con el 3-5-2 [o 5-3-2, como se prefiera], el cambio de sistema le hizo morder el polvo en el Bernabéu, saliendo a jugar con más complejos de los que en realidad tiene. Y es que ahora, Conte sabe que lo que funciona, no se toca.

miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Por qué va Diego Costa con España?

Con Arda y Koke por banda, Diego Costa a toda vela, marca el gol o lo genera, un brasileño en Madrid. Y así, a la sombra de Falcao y con el odio de quienes están en la acera de enfrente, se fue ganando el corazón de su afición como más gusta. Ganas, compromiso y coraje. El esfuerzo no se negocia es la máxima de Simeone y Diego Costa es su profeta, su mayor y mejor exponente. 

Nacido en la pequeña localidad brasileña de Lagarto y tras ser incompatible con los estudios, rápido comenzó a trabajar en unos grandes almacenes para comprarse una moto. Su diversión, entre horas de esfuerzo, no se alejaba de colocar dos chaquetas tiradas en el suelo a modo de portería y ponerse a corretear detrás de un balón todo roto y descosido junto a los otros niños del lugar. 

Sin disciplina, Costa aprendió a jugar en las calles. Muchos otros niños son observados y cogidos rápido por grandes clubes, pero ese no fue su caso. "Crecí pensando que soltar codazos era lo normal, todos lo hacían y parecía ser parte del juego. Yo no tuve disciplina de una escuela de fútbol". Y su oportunidad llegó a los 16 años, cruzando el gran charco, concretamente al Sporting de Braga portugués. Oportunidad que aprovechó para fichar, con sólo 18 años, por el Atlético de Madrid.

Fue el año en el que llegaron Forlán, Simao, Luis García, Reyes o Motta entre otros, quedando su nombre en un segundo plano. Además, fue la temporada de consagración del Kun. Recuerdo que venía para quedarse como tercer delantero, o eso se pensaba, pero se acabó marchando como cedido. Me llamaba la atención el hecho de fichar a un brasileño tan joven. Y recuerdo que tras verle en pretemporada me gustó muchísimo, tanto que fue una decepción su marcha como cedido a Vigo. Incluso llegué a comentar con gente de mi entorno que Diego Costa sería "El delantero titular de Brasil en el Mundial 2014".

Lo cierto es que, a medida que pasaban los meses, sabía que nunca iba a jugar con Brasil -y no por lo que ha terminado sucediendo- sino por sus cualidades. Intermitente y siempre el rey de la reyerta. Los tiempos cambiaron y en Valladolid acabó siendo un jugador mucho más aprovechable. 

Curioso es que lo mejor que le ha pasado en su vida vino de una grave lesión, cuando se rompió los ligamentos en el verano de 2011. Su salida estaba acordada con el Besiktas y su paso por quirófano frenó el traspaso. "Doy gracias a Dios, porque eso me cambió la vida". Tras medio año cedido en el Rayo Vallecano llegó su explosión. 10 goles en la segunda vuelta, tras una lesión que suele dejar a los jugadores muy tocados para el resto de su vida, sobre todo al principio de volver a jugar.

Media España se lo rifaba. En el Atlético no tenía hueco por el lío de los extracomunitarios y él, harto de cesiones -4 en 5 años- pidió al club que le dejaran marchar como vendido si no iban a contar con él. El Barça puso 3 millones encima de la mesa para hacerse con sus servicios y llevarle al filial."Diego sabía que no contaba, pero lo veíamos -el Mono Burgos y yo- trabajar y decíamos que cómo lo íbamos a dejar fuera del plantel", decía Simeone en una entrevista. Al final, el club encontró una salida a Salvio y el resto de la historia ya se conoce por todos.

El rey de la pelea, juega mejor cuando se le cruza el cable. Mal asunto es que se le pelen los dos, como le ha pasado en más de una ocasión pero que ya está corrigiendo, al menos bajo el mando de Simeone. Entra en el campo como lo hace un elefante en una cacharrería y le es indiferente marcar o asistir. Cae a banda con mucha facilidad y es un imán para el balón aéreo. El máximo goleador del mundo en la presente temporada, pero en Brasil, Scolari pasaba literalmente de él. No le consideraba válido. Hasta el punto que Fred, Jo Alves, Leandro Damiao y un Pato fuera de forma contaban más que 'El Lagarto' -por mucho que ahora muchos quieran rebautizarle como 'La Pantera'-. Y llegó la doble nacionalidad y se formó el lío.

Scolari, que sólo le convocó para jugar un par de bolos veraniegos sin más objetivo que el económico, se vio con el culo al aire cuando a Costa le dijeron que podía ir con España. España, ese país que le había acogido como no lo hizo Brasil. Esa nación que le enseñó la disciplina necesaria que no había hecho la suya de origen. Ese país que lleva 3 grandes torneos seguidos y que, aunque no históricamente, sí es el mejor equipo nacional de la actualidad.

Scolari, ese hipócrita que ni come ni deja comer, que sería capaz de convocar al jugador para un partido oficial -como hizo, aunque Diego tenía otros planes- para luego no llevarle al Mundial con tal de que no jugara con España. Ese seleccionador que ha proclamado a los cuatro vientos que Diego no merece ser brasileño, que ha propuesto que le retiren la nacionalidad y que le ha echado a los leones como carnaza con palabras más malsonantes que coherentes para salvar su propio error. Ese entrenador que ha dicho que Brasil es lo primero, pero que no pensó en ello cuando él mismo ideó un plan perfecto para nacionalizar como portugueses a Pepe y Deco -brasileños- cuando él era su entrenador. Entonces Brasil no lo era todo, ¿no?. 

Diego Costa ha dado la espalda a un seleccionador, no a un país, devolviéndosela con la misma moneda. Porque a Diego le gusta el morbo y no hay nada que le gustaría más que marcar un gol con la camiseta de España en Maracaná. Porque es "un trozo de pan" que sólo aceptó jugar con España si todos y cada uno de los integrantes de la plantilla le querían dentro. Porque no reniega de donde vino y ayuda solidariamente a su pueblo en estos tiempos de crisis. Y porque, nos guste o no, que para gustos están los colores, las reglas son las reglas, y estos 5 años resididos en España le dan acceso a ser uno más para Vicente del Bosque. "Elegí España porque aquí me siento valorado". Diego Costa ha elegido a España. ¿Por qué? Porque puede. 

jueves, 17 de octubre de 2013

Henrik Larsson, el 9 perfecto

-Papá, quiero que me compres esa camiseta, porfa porfa porfa.
-¿Esa? ¡Ni loco, vamos!

Se me cayó el mundo al suelo. Corría el año 2001 y con mis 10 primaveras en una tarde-noche veraniega, sin saber cómo, empezó mi pasión por coleccionar camisetas de fútbol de distintos equipos y países. No habíamos hecho más que entrar en la típica tienda playera con souvenirs en la que vendían réplicas de los equipos más laureados y mis ojos sólo se centraron en una. Aquella rayada que alternaba horizontalmente el verde y el blanco, con el 7 de Larsson a la espalda, me dejó encandilado. Pero mi padre había sido rotundo. Seguí mirando varias. Me gustaba mucho la de Vieri, que había prendado a todos los hinchas del Atleti años antes. Sin embargo, al fondo del todo, en la última percha, la neroazzurra de Crespo sacó en mí una pequeña sonrisa. Con el "9" serigrafiado, Hernán Crespo, del Inter de Milán, me hizo comenzar una colección que hoy suma unas cuantas decenas de réplicas.

A Crespo le conocía, recuerdo que me gustaba mucho. Hoy me sigue pareciendo uno de los mejores rematadores de la época contemporánea. Vieri tenía su punto romántico. Pichichi con el Atleti, jugador de unas dimensiones enormes y del Inter, que por aquellos entonces me tiraba bastante, sólo por detrás de la Fiorentina que acababa de abandonar Batistuta. Pero de Larsson no sabía nada. Sólo recuerdo a los veraneantes británicos fácilmente reconocibles, en la playa, que iban caminando por el paseo marítimo con esa camiseta. Había varios nombres para elegir si eras del Real Madrid, Barcelona, Milán, Manchester o Liverpool. Pero si alguien se ponía ante tus ojos con una camiseta del Celtic, en el reverso estaba Larsson.

Descubrí que era una especie de Dios en Escocia para unos, mientras que era muy odiado por otros que iban vestidos de azul. Entendí que Celtic y Rangers tenían una relación especial en el mundo del fútbol. Se odiaban, pero a la vez no podrían vivir el uno sin el otro. Empecé a investigar sobre él. Larsson me gustaba, lo reconozco. Sólo su físico tenía algo que me encandilaba. De esos que entran por los ojos. Y sin siquiera saber cómo, me topé con una información que decía que había marcado 53 goles en 50 partidos en esa última temporada. Alucinaba. Quería su camiseta, de verdad. ¿Qué le habría hecho a mi padre?

A ritmo de Complicated de Avril Lavigne -canción del FIFA 2003, la única edición en la qu eno disfruté del PES-, recuerdo que siempre tenía un hueco para Larsson en mi Atleti formando un tridente temible junto a Torres y Correa. Me dolía por Movilla, porque Larsson le quitaba el 7 y a él le ponían el 16. Y recuerdo cómo se tiraba de rodillas cuando marcaba un gol en el videojuego. Acababa las temporadas con un porrón de goles. Nunca quise ver con más ansia a un jugador en el Atleti.

Y verano tras verano, esperaba con muchas ganas la entrada a una de esas tiendas repletas de camisetas en la que siempre estaba la de Henrik Larsson, ya fuera la primera a la vista, ya fuera escondida, o hecha un burruño tras una montaña. Aquello era para mí lo que para los niños normales era entrar en la tienda de chuches. Pero papá nunca cedía. Yo no lo entendía. Totti, Nesta, River... ninguna me convencía. Lo intenté por última vez.

"Papá...Quiero la de Larsson", le clamé, pese a conocer ya la respuesta. "¡Que te he dicho que no!", contestó ya algo harto. Fue entonces cuando me lo explicó. En 1974, el Atleti y el Celtic se habían jugado algo más que un puesto en la Final de la Copa de Europa en dos partidos de semifinal que quedarán para la historia. Ayala, Reina, Gárate y compañía repartieron en el césped, durante los 180 minutos. Lo peor fue la batalla que se formó en Escocia, con hooligans y policía arremetiendo contra jugadores y seguidores del Atleti, en clara minoría y desprotegidos. Sinceramente, no lo entendí. Había pasado mucho tiempo y yo no lo había vivido. Y además, ni Larsson ni yo teníamos la culpa de aquello. ¿Qué demonios importaba un partido de hacía 30 años?

Hoy lo comprendo. Y me apena que el sueco se hiciera uno de los mejores delanteros del mundo en el segundo peor rival de mi equipo. Con todo, le seguí de cerca. Y cuanto más le veía, más me gustaba, más me dolía. Más sabía que nunca le iba a ver de rojiblanco.

Sus goles en plancha, sus cabalgadas infinitas, su oportunismo para hacerse con los rechazos, su olfato goleador. Pero sobre todo, su trabajo. Su carácter. Eso fue lo que le llevó, con 33 años, a ser fichado por el FC Barcelona. Eso fue lo que le llevó a reponerse a un año en blanco tras una rotura de ligamentos y con 34, hacerse con más minutos de los que nadie hubiera siquiera imaginado en un conjunto en el que Giuly, Eto'o y Ronaldinho brillaban con luz propia y donde Iniesta y Messi estaban dando sus primeros pasitos. Eso fue lo que le llevó a olvidarse de su edad y anotar 15 goles en 42 partidos -repito, con 34 años y saliendo muchos ratitos de reserva- y ser crucial en aquella histórica final de Champions League que cambió el rumbo de la historia del que es hoy el mejor equipo del mundo. Porque salir unos minutos y dar dos asistencias de gol está a la altura de muy pocos. 

Se hizo como delantero en Holanda. Ese país que no deja de sacar artilleros y más artilleros del gol. Triunfó en Escocia. Dejó anonadados a todos en Barcelona, y volvió a Suecia para retirarse. Hasta que le llamó Sir Alex Ferguson. Y claro, a uno de los mejores entrenadores de la historia no se le puede decir que no. Cuestión de cortesía. Con 35 años hizo las maletas y se fue para ayudar 10 semanas a los Red Devils a ganar la Premier League. 

Y es que aquel 2001, pese a elegir a Crespo, Larsson acabó como Bota de Oro seguido por el argentino. Un dato que desconocía y que realmente descubrí hace poco, que me hizo recordar mi infancia y que me ha hecho escribir este artículo. Bota de Oro, Medalla al honor como Caballero del Imperio Británico, 11 ideal de la Eurocopa 2004 y un sinfín de premios después de 20 años, Larsson colgó las botas y cogió la libreta de entrenador. Si es la mitad de bueno de lo que lo fue dentro del terreno, acabará haciendo carrera.

Recuerdo que un día, por sólo unos segundos, se me pasó por la cabeza que quería la camiseta de Juninho, aquel menudo brasileño que había jugado en el Atlético de Madrid y que por aquellos entonces vestía del verde y blanco del Celtic, recogiendo además el número 7 de Larsson. Menos mal que no llegué a comentarlo.


lunes, 7 de octubre de 2013

Un mago de oro olvidado en una Tacita de Plata

"Diego, tío, quiero que me consigas la camiseta de Mágico González, el que jugó en el Cádiz hace años." Eso es lo que me ha dicho ya más de un par de veces mi amigo Jesús. Un tipo que no colecciona réplicas como yo y que las tiene contadas. De hecho, no le recuerdo más que una de Riquelme y otra de Del Piero. Mal gusto no tiene. Y es que, cuando empezamos a hablar de fútbol, a ver jugadas de Messi, tacones de Cristiano, jugadas maradonianas de Ben Arfa o la magia que hacen Ricardinho y Falcao en una cancha de fútbol sala, Jesús siempre saca a Mágico. 

Nunca el nombre de un país definió mejor al hombre que llegó de él. Jorge Alberto González nació en el Salvador a finales de los años 50, en un país que hoy no está nada desarrollado y que en esa época lo estaba aún menos. Y más que Salvador, era un auténtico Dios como le veían en su región. Ídolo, santo y seña del combinado nacional, se dio a conocer al mundo entero jugando para la clasificación del Mundial 82 que se celebró en España.

"El Mago es diferente en todo. Desde que le ves entrar por la puerta hasta que le ves vestirse. Pero sobre todo cuando coge la pelota. Lo del Mago y la pelota es algo que yo no he vuelto a ver", señaló Onésimo, compañero de delantera del centroamericano en el Cádiz y uno de los mejores extremos de la historia española. 

"Tenía cosas que no tenían otros. Yo no he visto a nadie hacer lo que le he visto a hacer a él. Pero había que estar pinchándole constantemente, encima de él", se refería Juan Carlos Pedraza al delantero de la ciudad andaluza. 

Y es que Cádiz fue para él algo más que una casa. La Tacita de Plata fue su vida y el Carranza su garaje, donde hacía y deshacía sus obras cual manufacturero empedernido. ¿Su obra favorita? el balón. Aunque quizás la siesta y las mujeres estaban por delante en sus prioridades.

"Yo no soy un santo, me gusta divertirme porque es importante para desenvolverte bien y mantener tus responsabilidades en condiciones", dijo de sí mismo en una entrevista al ser preguntado si esa fama que se había ganado tenía fundamentos.

"¿Qué prefiere usted, ser Mago o ser Mágico?", le preguntaron cuando ya estaba consolidado en España. "Prefiero ser Jorge", contestó. Humilde, no necesitaba más. Se conformaba con lo poco que tenía. ¿Para qué jugar en otro club si en Cádiz ya estaba contento y le valía? Ambición cero. Y es que Mago era como le llamaban en su país de origen. Mágico como se le renombró en España por una serie de circunstancias léxicas que le explicaron un día pero que él nunca llegó a entender. Probablemente ni siquiera lo intentó.

Para entender su historia hay que contar uno de sus primeros episodios con mayor celebridad. Todavía jugando en continente americano, el París Saint Germain se fijó en el jugador salvadoreño para hacerse con sus servicios y continuar con un proyecto vencedor que acababa de hacerse con la Copa de la Liga y que en los siguientes años levantaría dos trofeos más, además de una liga derrotando al todo poderoso Saint Etienne de aquella época. Tras cerca de cuatro horas esperando en una cafetería céntrica de la ciudad de San Salvador, los directivos del club galo decidieron marcharse sin ver al jugador. Mágico, perezoso por naturaleza y siestero empedernido, no acudió a la cita alegando que jugar en ese club era "demasiado compromiso". "Creo recordar que estaba durmiendo la siesta", recordó un familiar cuando se le preguntó por la fecha.

En Cádiz no todos conocen esta historia. Pero la ciudad en su totalidad si se alegra hoy en día de la decisión del que fue nombrado mejor jugador de la historia del club amarillo. Decidió fichar por un equipo de segunda división -al que le bastó un año para subirlo a la máxima categoría- y estuvo allí la mayor parte de su carrera, aunque dividida en dos etapas. Allí coincidió, entre muchos otros, con Onésimo, célebre por sus regates eléctricos partiendo de los costados. "Hacía cosas que yo no podía siquiera imaginar. Nos quedábamos los dos después del entrenamiento a hacer cositas y un día me apostó a que metía 10 de 10 goles de córner directo por la escuadra. ¡10 de 10! Y lo hizo, vaya si lo hizo", recordaba, aún anonadado pese al paso de los años, el habilidoso extremo pucelano.  

Maradona (I) y Mágico González (D)
Íntimo amigo de Maradona, el argentino no dejó nunca su empeño por jugar a su lado. En el verano del 84, Mágico estuvo de gira con el FC Barcelona por petición expresa del Pelusa. Pero hubo un hecho que truncó su fichaje. Una noche, en el lujoso hotel californiano en el que se alojaba el club catalán, la alarma de incendios saltó a todo volumen causando el pánico y el caos entre la expedición azulgrana. Todos abandonaron sus habitaciones y como un resorte salieron a la parte exterior del hotel. Todos, menos Mágico. Cuando la situación se calmó, los técnicos encontraron al salvadoreño dormido profundamente en su habitación con la compañía de una señorita. "¿No había ningún incendio no? Siempre he sido muy vago y esa noche no me apetecía levantarme", contestó años después. Enfadó a Maradona como ninguna patada de ningún defensa lo hizo en su carrera por su actitud de poder serlo todo y de no querer ser más. "El Mago es mejor que yo. Yo vengo del planeta Tierra, pero él es de otra galaxia", se refirió al salvadoreño más de una vez el nombrado mejor jugador de todos los tiempos, Diego Armando Maradona.

Su fichaje nunca llegó y las cosas se enfriaron en Cádiz, donde la fama se apoderó del jugador y los técnicos decidieron no contar con él cediéndole al Valladolid. Una vez llegado allí, su carrera cayó en picado. "Empecé a perder las fuerzas y a hacer cosas que un profesional no debe hacer" se confesaba.

Pero volvió a Cádiz un año después con más fuerza que nunca. Volvió para marcar un gol antológico al Racing de Santander. un gol en el que Pedro Alba, portero del equipo cántabro, se hizo famoso por quedarse aplaudiendo la obra de arte que Mágico acababa de hacer hasta que sus compañeros sacaron de centro. Un genio que, cuando el Atalanta italiano le hizo una prueba para ficharle, decidió jugar realmente mal a propósito con el único objetivo de quedarse en Cádiz, donde estaba más que asentado, feliz y a gusto.


"Si a Mago le coge alguien con 11 años como el Barça cogió a Messi, habría sido uno de los 3 más grandes de la historia sin ninguna duda", justificaba un Onésimo más que convencido.

Como bien señala Rubén Uría en su magnífica obra Hombres que pudieron reinar, "alternaba actuaciones espectaculares con resacas interminables. Jugaba de noche, y también de día. Igual regalaba un gol de córner directo que se pasaba dos días en paradero desconocido".

La última anécdota corre a cargo de David Vidal, entrenador en el equipo andaluz durante años. Jorge había llegado tarde a los entrenamientos -una vez más- y el entrenador le había castigado. Se quedó sólo, sentado en una esquina del vestuario mientras el técnico daba la pertinente charla táctica. Pero nadie atendía al míster y el propio Vidal tuvo que interrumpir su discurso al quedarse fascinado con lo que estaba viendo. "Le miraba y no me lo podía creer. Estaba haciendo toques con un paquete de tabaco Marlboro. Pudo hacer 20 ó 30, quizás más, antes de darse cuenta de que le estábamos observando anonadados. Era normal verle hacerlo con una naranja. Una naranja es redonda, ¡pero un paquete de tabaco es rectangular!, era asombroso. La sensibilidad que Dios nos ha dado a los humanos en las manos, a Jorge se la dio en los pies", recordaba un aún incrédulo David Vidal, que hizo un alto en su enfado con el delantero ante tal acto.

No sé si alguna vez Jesús conseguirá esta camiseta. A veces, cuanto más buscas una cosa, más difícil es encontrarla. Otras veces, sucede todo lo contrario. Mágico consiguió ser una estrella sin querer ser una estrella. "Nadie se imagina lo que me costaba ir a los entrenamientos. Vengo de un país subdesarrollado, con otra cultura distinta, y por mi forma de ser no era capaz de concienciarme de ir a entrenar a diario. Sufría mucho. Lo hacía por mis compañeros, por respeto a ellos, aunque a veces me retrasaba uno o dos minutos. Jugaba para divertirme y si hubiera sido más profesional no lo habría hecho, señalaba el jugador que había encandilado a Cádiz pero que no se había enamorado siquiera de sí mismo. "Respeté al fútbol, pero no me respeté a mí".

jueves, 3 de octubre de 2013

Andy van der Meyde, la botella antes que el balón

Cada semana que pasa en Inglaterra es una odisea cuando aparece en los medios la figura de Paul Gascoigne o bien tirado en una cuneta, o bien detenido por tener duras y toscas peleas con civiles o agentes de la ley a causa de sus excesos con el alcohol y otras drogas más duras. Con sólo 46 años, los problemas de Gazza -que iluminó el fútbol británico durante años- se han convertido en orden del día a nivel nacional. Hasta el punto que se ha dado la orden en todos los bares del país de no servir alcohol a uno de sus mayores 'local heros' de todos los tiempos. 

Muchas son las promesas que acaban con sus brazos levantando copas, y no precisamente referidas a títulos. ¿Quién no se acuerda de Adriano, aquel emperador del Inter que conquistó 2 años los mejores campos del mundo para acabar haciéndose dueño y señor de las barras de los bares? El problema surge, además, cuando ese mal mundo no se queda sólo en una simple borrachera.

Andy van der Meyde, uno de los niños bonitos del fútbol holandés, escribió su propia historia rodeado de alcohol, cocaína y excesos que le costaron el no haber disfrutado de una brillante carrera como sus inicios hacían prever. Salido de la siempre exitosa cantera del Ajax, debutó con el equipo de la capital a los 18 años de edad. Una bala en la banda derecha, un recurso en la izquierda. Se decía de él que iba a mejorar al mítico Rep, estrella de la Máquina Naranja durante años. Era vertical, determinado y decidido. Imparable con el balón en los pies. Estaba condenado a liderar una generación ajaccied -tras la que había ganado todo en 1995- junto a jugadores jóvenes como Pienaar, Chivu, Maxwell, Ibrahimovic, Sneijder o van der Vaart.


Jóvenes con dinero, afamados y siendo los mejores en lo suyo. Acababan de conseguir ganar la liga y la copa en 2002 y tenían el mundo a sus pies. O al menos, eso creía. El holandés, sabedor de su gran oportunidad perdida y que hay trenes que pasan sólo una vez en la vida, no dudó en escribir una autobiografía para sincerarse una vez retirado. 

"Competíamos en carreras de coches por la noche por el anillo de la A10 de Ámsterdam. Zlatan tenía un Mercedes SL y Mido a veces corría con un Ferrari y otras con un BMW Z8”, señala en una parte del libro Andy, que además no ocultó que empezó a fumar en un mundo que le descubrió el checo Tomás Gálasek, santo y seña del club y que posteriormente fue capitán. Tras haber debutado y coger experiencia con el primer equipo, su paso trampolín por el Twente como cedido le devolvió a Ámsterdam con más confianza aún.

Se sentía Dios, el hombre más importante sobre La Tierra y con la capacidad y posibilidad de hacer lo que quisiera cuando quisiera. "Tenía dinero y podía comprar todo lo que me viniera en gana y estar con las mujeres que me propusiera. Hacía lo que me apetecía en cualquier momento, desde el día que debuté. Ahora pienso cómo podía hacer eso y echar a perder de esa forma mi carrera..."

Pero en el campo, rendía. Tanto que el Inter de Milán se fijó en él y pagó la nada desdeñable cifra de 12 millones -ahora no nos acordamos de lo que suponía ese precio hace 10 años- por su traspaso. Sólo fueron dos años. Tiempo más que suficiente para que Zaccheroni primero y Mancini después no le dieran bola en el terreno. Él ya disfrutaba bastante fuera de él. Y llegó una oferta de Liverpool, del Everton concretamente para que Andy llegara al club toffee.

"Me ofrecían el doble de lo que me pagaban en el Inter, y ni me lo pensé. Lo primero que hice nada más llegar a Liverpool fue comprarme un Ferrari y emborracharme en uno de los sitios más famosos de la ciudad". 

Antes, en Milán, se escondía detrás de la botella en su infinita mansión en las afueras de la ciudad para ocultar los problemas deportivos. Pero cada vez eran más frecuentes las disputas con su novia, así que se buscó otro lado en el que vivir-beber. "Salía los sábados y los domingos. Pero también los lunes, los martes, los miércoles... Bebía a todas horas. Era una forma de no pensar en nada. Luego llegaba a casa y no me sentía cómodo. Tenía un zoo allí. Había loros, caballos, perros, tortugas. Una vez llegué y encontré que mi novia había comprado un camello."

Por aquellos entonces, Marco van Basten, ídolo en la ciudad italiana, fue nombrado seleccionador holandés en lo que supuso el principio del fin de su carrera internacional. Conocedor del entorno en el que se movía Andy, van Basten le condenó al ostracismo de la oranje.

Toda vez que llegó a Liverpool se desató más, si es que eso era aún posible. La cocaína se convirtió en parte fundamental de su vida. David Moyes, el hoy técnico del Manchester United, llevaba ya 3 años en Goodison Park y pensó que podría recuperar a van der Meyde para la causa. Pero el intento fue fallido. "Íbamos de fiesta en fiesta. A veces iba a casa a por ropa y le decía a mi novia que nos íbamos de concentración a un hotel, cuando en realidad lo que pasaba era que la fiesta continuaba. Bebía sin parar y consumir cocaína estaba a la orden del día. No podía controlarlo. Luego, para dormir, necesitaba muchas pastillas o no era capaz de hacerlo. Había cosas un poco más fuertes que sólo se podían conseguir con recetas médicas y entonces lo que hacía era robárselas al médico del club".

Se pasó toda la primera temporada de las tres que estuvo en Liverpool lesionado con problemas musculares. Los rumores acerca de sus excesos empezaron a ver la luz y a mitad de 2006 fue ingresado en el hospital de urgencia por problemas respiratorios y se dejó entrever que había sido a causa de mezclar distintas sustancias entre las que estaban el alcohol y la cocaína. Moyes le apartó del equipo, le relegó una campaña entera al equipo reserva cuando su paciencia se terminó después de que el extremo faltase dos veces al entrenamiento, multa incluida. 

En su último año en Inglaterra pudo reconducir su vida. Abandonó los malos hábitos, pero ya era demasiado tarde. No llegó a disputar ni 30 minutos en la última temporada. Tenía 29 años y ya no le quedaba nada de lo que disfrutar junto a un balón. Se fue de Goodison Park, consiguió una prueba en el PSV pero no llegó siquiera a debutar para acabar dejando el fútbol por la puerta de atrás, retirándose con sólo 30 años y quedando toda su calidad relegada a un equipo amateur de barrio.

"Tenía mucho talento, era rápido y con mucha calidad y le daba igual la banda, podía cambiar el signo de cualquier partido donde jugara, lo tenía todo y se quedó sin nada. Una auténtica pena. No llegó a lo que podía y todos creíamos, pero es que verle en los entrenamientos era increíble.", señaló Reiziguer, compañero de selección. 

Sería posible resumir su carrera en una frase que él mismo publicó en su libro: "Fui una vez a Manchester de fiesta. Me bebí una botella de ron entera yo sólo y llegué justo a la hora del entrenamiento sin tiempo para descansar. Hice los mejores tiempos, pero todo el mundo sabía de mi estado. No podía esconder que iba borracho". Lo tenía todo y se quedó sin nada. Andy van der Meyde, un futbolista que dejó toda su calidad encerrada en una botella. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Londres mejor que Manchester, Cristiano vuelve pos sus fueros y una pequeña estrella llamada Leighton Baines

Con un hat trick de Pedro. Así destrozó el Barcelona en Vallecas al Rayo en un partido que tuvo mucha más historia que el 0-4 que señalaba el marcador. Un Barcelona mucho más divertido, con mucha más verticalidad, más opciones donde elegir para atacar y más vulnerable en defensa al arriesgar más. Un partido en el que Valdés volvió a ser héroe -pese al abultado resultado- y que será recordado por ser el primer encuentro en 5 años en el que el club catalán perdió la posesión. Un sistema de juego criticado por todos o casi todos pero, de momento, que parece divertir más a los jugadores. Quizás Xavi no piense lo mismo. Pero el Barça sigue líder con pleno de victorias y muy cerca de superar el mejor arranque liguero de la historia. 

Mirando por la ventanilla de la derecha -y no por el retrovisor-, a un autobús conducido por Diego Simeone que ha puesto la quinta desde el principio de la temporada. Un Atlético de Madrid que se cimenta en el trabajo y apuntala a sus rivales por donde menos se lo espera. Sin un líder fijo, un jugador objetivo como lo han sido Falcao, Diego, Agüero o Torres en los últimos años. Ahora, Koke, Arda, Costa y compañía trabajan como un verdadero ejercito en el que cada jugador tiene su pequeño día de gloria. 0-2 en Pucela y que pase el siguiente.

Y aunque Costa meta los goles y Arda conduzca al equipo, es el canterano Koke el que está manchando sus botas de magia con asistencias en el momento crucial. Asombrosa su conexión con el lagarto brasileño y fundamental en el balón parado. Simeone está dispuesto a poner la sexta ya... Hasta que el cuerpo aguante.

Y cuerpo y físico es precisamente de lo que abusa Cristiano para tirar de un Real Madrid gris hasta la fecha en el que Isco pone las pinceladas de calidad a un equipo que es un 11 en equilibrio y defensa pero que aún tiene lagunas en la construcción. La mala suerte se cebó con Bale en el calentamiento y el galés será baja por unos días. El Getafe, siempre intenso, luchador y asombroso contra los blancos, empezó bien para diluirse como un azucarillo al poco rato de partido y tiene cara de enfermo condenado a segunda. 4-1 en casa en el día en el que Benzema volvió a ser pitado y que terminó con 6 canteranos sobre el campo. Vuelve la pegada.

En Valencia, el equipo ché dejó colista al Sevilla en un encuentro de dos equipos punteros que no pasan sus mejores tiempos. Banega volvió a dar un recital y eso siempre es negativo para quien tiene enfrente. Dos goles de Jonas dejaron tocado a un Sevilla en el que sólo se salvó Gameiro. Emery peligra tras el 3-1 de Mestalla.

Nápoles y Roma. Roma y Nápoles. La vida de dos también se lleva, de momento, en Italia. En el día en el que Mazzarri se ganó a los tifossi neroazzuros al vencer por 7-0 al recién ascendido Sassuolo. La Roma se llevó el derbi de la capital con goles de Balzaretti -que lloró tras su primer gol como romano- y Ljajic y aguanta el tirón de un Nápoles que va como una moto. Los de Benítez asaltaron San Siro y presentan su candidatura al scudetto, una jornada más, ante un rival de mayor entidad. Miguel Britos adelantó a los visitantes y el Pipita Higuaín -nuevo ídolo de San Paolo- sentenció el partido. Balotelli tuvo un día ajetreado. Falló el primer penalti de su vida -26 de 26 hasta anoche- y marcó en el descuento para ser expulsado en la reanudación. Este Nápoles va en serio.

Y muy serio fue el escollo que superó la campeona, la Juventus, que está empezando a descentrarse en la liga con vistas puestas en frentes europeos. El novato Hellas Verona puso el susto en el cuerpo al adelantarse en el marcador. Tévez empató con un golazo y Llorente se desquitó de las críticas con su primer tanto en Italia, como más le gusta, ganando la espalda a los defensas y rematando de cabeza. Está saliendo barato El Apache. Y que nadie se deje a un lado a la Fiorentina, que volvió a vencer pese a las bajas.

Londres mejor que Manchester. O al menos, eso piensan Arsenal y Tottenham, líder y colíder de la Premier hasta la fecha. Los gunners vencieron con suma facilidad al Stoke (3-1) con una exhibición de Özil y una nueva gran actuación de Ramsey -el jugador en el que sólo confiaba Wenger y que parece ser tenía razón- mientras que los de Villas boas se aferraron a un taconazo de Paulinho en el descuento para llevarse los 3 puntos.

En Manchester, Agüero se puso al United por montera con uno de sus mejores partidos en tierras británicas -golazo incluido-. El argentino batió por dos veces a su colega De Gea y los goles de Yaya Touré y Nasri completaron una goleada sólo maquillada por Rooney, que marcó en la recta final un golazo de falta que le sitúa como el máximo goleador de la historia de los derbis de la ciudad, con 11 dianas.


Y si hablamos de faltas, el sábado Leighton Baines volvió a sacar su francotirador a pasear por dos veces. El West Ham se las prometía muy felices, pero este pequeño genio, tan raro como bueno, volvió a llamar a la puerta de los que no le conocen por no jugar en un equipo puntero. Cosa que no hace porque no quiere, todo hay que decirlo. Cuando el partido estaba feo, gol a la escuadra por el lado del portero. Cuando se podía remontar y ganar, desde una posición similar, balón a la otra escuadra, salvando la barrera y engañando al portero. De locos. De genio. De Baines.



El otro equipo de la ciudad, el Liverpool, sacó su peor faceta en el día en el que las bajas de Coutinho, Suárez y Leiva dejaron sin creación a los reds. Mientras que los cuatro centrales que formaron la defensa no cuajaron ni en tareas de salida de balón ni en tareas de repliegue y marcaje. Sin Coutinho no hay paraíso.

En Alemania, el Bayern recuperó el coliderato al golear (0-4) al Schalke y gracias al pinchazo del Dortmund, que acusó las bajas de Gundogan -sin fecha de retorno aún- y Reus, que abandonó el partido tocado. El descanso que Klopp dio a varios jugadores no sirvió más que para perder dos puntos en esta emocionante Bundesliga.


martes, 17 de septiembre de 2013

Los toques de la jornada: este Nápoles va en serio, Ben Arfa vuelve a exhibirse y el Hamdauoi resucita

Pinchazo de la Juventus en la tercera jornada de la liga italiana en el partido más emocionante del fin de semana. O al menos eso aparentaba el encuentro que disputaban los bianconeros contra el nuevo Inter de Milán de Mazzarri. El Inter, en casa, no supo en ningún momento dar el espectáculo que piden sus aficionados y la Juve se conformó con un empate en el Guiseppe Meazza. Tampoco pudo vencer el AC Milán en el estadio del Torino con un empate a 2. Y deben dar gracias, pues a falta de 3 minutos para el final, perdían 2-0.

Sí venció el Nápoles, que va muy en serio a por este Scudetto y se puede beneficiar del frágil estado de forma de Milán e Inter, y sobretodo, de que la Juventus se centre más en la Champions que en la Liga. Un gol de Higuaín y otro de Callejón -tras una jugada soberbia de todo el equipo- dieron la victoria a los de Benítez en un partido tosco y trabado ante el Atalanta, de esos que se les complican a los equipos de segunda línea. Si vencen estos partidos, ¿qué no harán cuando jueguen bien?

La Fiorentina, quizás el tercero en discordia en la lucha por entrar en Champions -y ojito con el asalto a la liga como flojeen un poco arriba- tuvo una jornada nefasta para sus intereses tras ver cómo el Cagliari le empataba en el último minuto. Lo peor, la lesión de Mario Gómez, que estará casi tres meses de baja. También la de Cuadrado y la expulsión de Pizarro. Más galones para Borja Valero -que deberá adelantar su posición- y para Joaquín, que tendrá más minutos en el terreno. Mención especial para la Roma, único equipo que sigue la estela del Nápoles con 9 puntos de 9 posibles y que anoche remontó un difícil partido ante el siempre correoso Parma con un Cassano espectacular en su enésimo renacer al fútbol.

En España, el Atlético de Madrid ha igualado al Nápoles en ganas, ilusión, trabajo y puntos. 12 de 12, suma y sigue. Con un Almería como última víctima al que endosó 4 goles -y ya van 14 en 4 partidos- gracias al buen hacer de Villa, Tiago, Diego Costa y compañía que sitúan a los colchoneros al frente de la clasificación empatado a todo con el FC Barcelona, que venció al Sevilla en un duelo de altos vuelos manchado por la polémica actuación arbitral. Gajes del oficio. Atendiendo a la estadística de tarjetas amarillas, el equipo catalán sería el líder oficial por mucho que se empeñen varios medios -sobre todo de la capital- en desmerecer al equipo del Tata Martino, que no de enorgullecerse de los de Simeone.

El Real Madrid pinchó en el el encuentro que medía a los otros únicos dos equipos capaces de hacer pleno hasta la fecha. Y fue gracias al siempre cuestionado Diego López que el conjunto blanco sacó un empate ante un Villarreal que mereció mucho más que un punto. Diego responde a las críticas en el campo.

El Málaga, por su parte, parece haber encontrado no sólo a su delantero sino que ha resucitado a El Hamdaoui. El marroquí, que parecía un jugador acabado, recordó con un hat trick -y una actuación soberbia más allá de los goles- al jugador que fue en el Az Alkmaar hace ya 5 años. Si encuentra su sitio y no le salta el clip que active su mala cabeza, delantero para rato, porque quien tuvo, retuvo. El Betis dio la campanada ante un horroroso Valencia -que ni está ni se le espera- y Miku pidió la titularidad a gritos con un doblete ante Osasuna que salvó la cabeza de Luis García, al menos por un par de jornadas. Y cómo no, el estreno del Nuevo San Mamés llegó con victoria del equipo vasco ante un correoso Celta de Vigo.

En Inglaterra, el Liverpool sigue de líder tras empatar anoche ante el Swansea en el día de Jonjo Shelvey. El ex del Liverpool, que llegó a Gales en este mercado veraniego, no se imaginaba siquiera lo importante que iba a ser en el encuentro cuando horas antes de éste señalaba que no se arrepentía de haber dejado Anfield. Y es que en el minuto dos, el corpulento medio inglés ponía al Swansea por delante para, en sólo 20 minutos, regalar dos goles a sus ex compañeros. Uno a Sturridge y otro a Moses. Ya en la segunda mitad, Michu puso el empate a 2 gracias a una asistencia con la cabeza del propio -¿quién si no?- Shelvey.

El Manchester United venció gracias a su delantera de oro -Van Persie y Rooney- mientras sus vecinos se desinflaban con un empate a nada ante el Stoke. Muchos jugadores, poco equipo, y mucho trabajo de Pellegrini por delante aún. Arsenal y Tottenham se quedan a sólo un punto de la cabeza gracias a sus victorias en el día en el que Ozil debutó como gunner con una asistencia de gol a Giroud, que será el mejor beneficiario de la llegada del alemán.

Mientras, Ben Arfa asaltaba Villa Park con otra actuación espectacular que llama no sólo a las puertas de los equipos más grandes, sino que hace clamar contra el cielo que se siga quedando fuera de la selección francesa que tantos apuros está pasando en las últimas fechas. Tras destrozar a Lowton -uno de los mejores defensores de la Premier y revelación el pasado curso- a cada jugada, metió un gol a placer y regaló otro a Gouffran en un día fantástico para los de Pardew, que hacía meses que no enganchaban dos victorias seguidas.

Y al fin venció el Everton ante un Chelsea que sigue sin arrancar. Debutó Eto'o, con un mal partido en general de los de Mourinho. La Premier de momento no tiene dueño y eso permite soñar al Liverpool, Tottenham y Arsenal, a priori segundos espadas de los dos equipos de Manchester y del de Stamford Bridge.

Y en Alemania, que aunque venga casi al final puede ser lo más importante, el Bayern de Guardiola sigue venciendo sin convencer y el Dortmund todo lo contrario. Sin Gundogan, los de Klopp siguen a la cabeza de la Bundesliga con un Aubameyang soberbio y un Mkhitaryan que no ha necesitado más de dos partidos para meterse al Westfalian en el bolsillo. Reus y Lewandowski no necesitan carta de presentación.




lunes, 16 de septiembre de 2013

Los gemelos golpean dos veces: Fabio y Rafael

Fabio y Rafael da Silva, hermanos de sangre. Nacidos el 9 de julio de 1990 en Río de Janeiro, los hermanos da Silva pronto encontraron en el fútbol una forma de vida en la que invertir las horas por las calles del país pentacampeón del mundo. 

Con una calidad con el balón fuera de toda duda, pronto fueron reclutados por el Fluminense en la tónica de los últimos años de los países sudamericanos de hacer promesas del fútbol. Sus vidas iban a cambiar cuando con 15 años recién cumplidos recibieron una invitación para disputar la famosa Nike Premier Cup -ahora conocida como Manchester United Premier Cup- en Hong Kong. Ojeadores de todo el mundo se reúnen allí cada verano para ver los primeros pasos de las nuevas estrellas en ciernes.

Muchos clubes, sobre todo los menos potentes, optan por no llevar a sus mejores jugadores jóvenes con el objetivo de no levantar el revuelo y privar a los grandes de ver a sus chicos más prometedores. Cerca de 7.000 equipos disputaron la edición con aquellos hermanos -ahora casi se llega a los 9.000 participantes- y sólo 20 consiguen plaza para la final. 

Allí, el ojeador Les Kershaw informó rápido a su jefe Sir Alex Ferguson sobre dos chicos con una gran calidad, buenos en la defensa y con un manejo de balón espléndido para su edad, capaces de interpretar el juego a las mil maravillas. Eran gemelos y su corte de pelo hacía recordar a los gemelos Derrick, míticas figuras de animación de la famosa serie Campeones, más bien conocida como Óiver y Benji.  Y campeones fue precisamente como salieron de aquel precioso torneo de verano siendo dos de los jugadores más destacados.

Sir Alex no dudó en presentarse en el mismo Hong Kong para ver cuánto de cierto había en eso y los jugadores le dejaron completamente enamorado. Y así, de primeras, el club elaboró un plan de estudio para seguir a los jugadores en su progreso en Brasil, haciéndose con una opción preferencial para ficharles. Un acuerdo al que se llegaría en febrero de 2007, cuando sólo tenían 16 años. Debido a las condiciones FIFA que impiden a los jugadores brasileños ser inscritos en otras ligas hasta cumplir los 18, los gemelos se quedaron en Río de Janeiro hasta el mercado invernal de 2008.


Durante ese tiempo, y siempre supervisados por los especialistas del club de Manchester, Rafael y Fabio empezaron a recibir órdenes para su salto al fútbol europeo y su completa formación. Abandonaron el centro del campo y pasaron a jugar como laterales, cada uno de una banda. Fabio en la izquierda y Rafael en la derecha. En ocasiones incluso, Fabio en la derecha con su hermano por delante en la misma banda.

Así, con 17 años y medio y el mundo entero por descubrir, los hermanos cogieron un avión rumbo al equipo que había pagado 3 millones de euros por cada uno. Al no tener la edad, aún tenían 6 meses por delante de duro trabajo sin recompensa inmediata. 6 meses en los que el Manchester United consiguió que se les diera la nacionalidad portuguesa -gracias a antecesores del país ibérico- y un permiso de trabajo, que es obligatorio para todos los jugadores que vienen del exterior a jugar en Inglaterra y que en muchas ocasiones frustra los fichajes.

Ya en la campaña 2008-2009 ambos fueron inscritos y se les otorgó las camisetas con los dorsales 20 y 21. En agosto de ese mismo año ambos debutaron en un encuentro amistoso ante el Peterbourg, saliendo cada como lateral en una banda. 

Uno de los grandes problemas es que Rafael sólo puede jugar en la derecha. Fabio, a pesar de ser ambidiestro y poder hacerlo en ambas bandas, prefería jugar por la derecha, posición que sentía como natural. Días después de ese debut 'light', Rafael jugó su primer partido oficial y se asentó en el equipo jugando casi 30 partidos en la temporada -con una lesión de ligamentos incluida-. Fabio, por su parte, vio como no tenía sitio en el equipo y sólo disputó 2 encuentros de FA Cup, quedando siempre fuera de las convocatorias. Justo es decir también que tuvo varias lesiones de importancia durante todo el año.

Las categorías inferiores de la canarinha reclutaron a ambos jugadores, que comenzaron a ir con Brasil con asiduidad. La temporada siguiente, la 2009/2010, supuso un año de inflexión para los dos hermanos. Rafael jugó menos, pero lo hizo en encuentros importantes y Fabio disputó más minutos, pero continuó su formación con el equipo reservas. A partir de ahí, Fabio comenzó poco a poco su progresión sumando algún partido más cada año, mientras que Rafael era jugador de rotación para Ferguson jugando entre 20 y 30 partidos por temporada.

A ojos de los combinados nacionales se creó un problema. Eran considerados promesas de futuro y jugadores con un buen presente. Pero en Brasil, Alves, Danilo, Maicon, Filipe y Marcelo cerraban las posibilidades de convocatoria para los laterales. Por lo que la Federación de Portugal, carente de jugadores defensivos de banda, intentó por todos los medios que atendieran la llamada de la selección, algo que ellos descartaron. Brasil, en un acto de asegurar su presencia en futuras convocatorias, convocó -por separado- a los hermanos para un par de partidos. Curiosidades de la vida, Fabio, que parecía el menos bueno de los dos, debutó en 2011 mientras que Rafael lo hizo un año más tarde.

El salto hacia adelante llegó en la temporada pasada. Rafael, en el Manchester United, jugó 40 partidos siendo el lateral titular del equipo, mientras que Fabio se marchó cedido al QPR para jugar también como lateral en la derecha.

La separación fue dura, pero efectiva. "Cuando mi hermano se fue el QPR noté cómo la gente del club me trababa de forma diferente. Mejor. Quizás antes estábamos siempre juntos y eso los intimidaba, creaba barreras para relacionarnos con los demás. Ahora me hablan mucho más" señaló Rafael. Para Fabio, la salida también fue positiva, aunque se sentía fuera de sitio lejos de Manchester y de su hermano. "Cuando llegamos éramos muy felices, pero sabíamos que quizás algún día tendríamos que jugar por separado". 

Este año Fabio ha llegado para quedarse. Rafael parece el dueño de la banda derecha, mientras que su hermano, que también puede jugar ahí, es clara competencia para un Patrice Evra en horas bajas y buscará aprovechar la no llegada de un jugador como Leighton Baines. De momento, Rafael está lesionado y Fabio ya ha jugado como titular en la derecha dejando grandes sensaciones.

Fabio sabe que será difícil: "No es fácil jugar los dos juntos al jugar en la misma posición, a menos que yo juegue en la otra banda.". Pero parece que Rafael tiene unos buenos referentes. "Gary y Phil -hermanos Neville- lo hicieron durante muchos años aquí. Jugaron al mismo tiempo durante muchos años en el Manchester United, aunque luego Phil se marchase al Everton. Los gemelos da Silva están listos para la batalla.



domingo, 15 de septiembre de 2013

A Horner no le afecta la crisis de los 40

Nibali, Valverde, Purito Rodríguez, Samuel Sánchez, Henao o incluso Betancur. Nadie podía siquiera imaginar un vencedor de La Vuelta Ciclista a España que no saliera de ese pequeño abanico de corredores. Al final fue Chris Horner, el abuelo del pelotón que cumple 42 años la semana que viene. Casi nada al aparato.


Nibali y su Astaná comenzaron como un auténtico equipazo, vencedores de la crono por equipos y con hambre desde la primera pedalada. El Tiburón, que viene de ganar el Giro y descansar en el Tour, quería revalidar el triunfo cosechado en la edición de 2010. Y cerca estuvo.


Los colombianos se autoeliminaron en la primera semana -Urán incluido- y con mención especial para Henao, que estaba entre los 5 peores corredores de la carrera con sólo dos puertos de montaña disputados y antes de llegar a la crono individual. Lo que se dice tener vacaciones. La misma etapa en la que Valverde y Purito decían adiós a sus posibilidades de triunfo y en la que Nibali parecía que sentenciaba la carrera.

Y pronto le salió al pelotón un abuelo cascarrabias al que todos quieren mucho -Nibali hoy un poquito menos- conocido como Redneck -campesino blanco- Horner. Con un estilo nada ordinario -subiendo siempre sin sentarse en el sillín- y con 42 primaveras, el norteamericano se ha hecho con esta última edición de La Vuelta por una diferencia de sólo 37 segundos.

Con más finales en alto que nunca, Nibali fue el gran dominador de la montaña excepto en dos zonas clave. Horner se vistió de rojo y ya nunca se quitó el maillot de campeón.


Para dar paso a l'Angliru, uno de los puertos más duros de todo el panorama ciclista y con sólo 3 segundos de diferencia entre el italiano y el norteamericano en una etapa histórica en dureza que se llevó Elissonde y en la que Nibali, probablemente equivocándose de estrategia, decidió la carrera. Con bonificaciones en meta, el italiano atacó en innumerables ocasiones desde lejos para soltar primero a Purito y luego a Valverde.

Y cuando había abierto un hueco también con Horner, el americano se rehízo, remontó y soltó al de Astana, roto por dentro tras no haber llevado a buen puerto su plan. Se dice, se comenta, parece una verdad absoluta que si Nibali hubiera aguantado hasta el final para atacar - o jugándosela en las bonificaciones de meta- se habría llevado la clasificación general. Nunca lo sabremos. Lo único cierto es que más ciclistas hacen falta como el transalpino, más aún en una época de ciclismo control y conservador de la que 'disfrutamos' hoy en día.

Mención especial para Euskaltel, vencedor de la clasificación por equipos poco antes de desaparecer -en nombre, no en estructura- y sin duda para Tony Martin. El coloso guerrero que anduvo escapado más de 200 kilómetros en solitario para acabar perdiendo el triunfo de etapa a falta de un suspiro. Malditos 20 metros finales.