viernes, 9 de octubre de 2015

El éxtasis de Shane Long que enloquece a media Irlanda

Shane Long celebra su gol ante Alemania / PA

Anoche, Irlanda entera estaba de fiesta. En un lugar donde el deporte rey es el fútbol gaélico (una mezcla de fútbol, rugby y balonmano al que ellos llaman fútbol, a secas) seguido del hurling (que es como el fútbol gaélico pero con unos sticks parecidos a los del hockey), el fútbol, el de toda la vida, puso en éxtasis a los irlandeses. La parte del norte, que pertenece a Reino Unido, tenía quizás más motivos que la República que copa tres cuartas partes de la Isla, y es que los norteños certificaron con su victoria su presencia en la próxima Eurocopa de Francia del verano que viene. Un hecho que ya se llevaba barruntando bastante tiempo por el débil nivel del grupo y que, antes o después, se acabaría consumando. 

Muy distinta era la situación en el sur de la isla. República de Irlanda recibía a Alemania en Dublin. La campeona del mundo y líder del Grupo D se daba cita en el Aviva Stadium con el objetivo de sellar su pase definitivo al torneo continental del próximo año y con un punto bastaba para conseguirlo. Quizás Joachim Low no recordaba cómo había sido el partido de ida, donde los chicos de verde dejaron correr el crono hasta morder al final y lograr un empate en el descuento en tierras germanas. Y con el mismo planteamiento, aunque con mejor resultado, anoche Martin O'Neill volvió a demostrar por qué es uno de los mejores técnicos del mundo.

Parte fundamental de aquel histórico Nottingham Forest de Brian Clough que se alzó con dos Champions seguidas tras venir de las divisiones infereriores del torneo inglés, ganador de todo lo ganable con el Celtic como entrenador y el único hombre que ha sido capaz de dirigir con orgullo al Aston Villa en las últimas décadas, Martin O'Neill, curiosamente nacido en Irlanda del Norte, se hizo con las riendas de la República con el objetivo de devolver al equipo a una Eurocopa (tras el fracaso de 2012) y buscar llegar a un Mundial, donde no están presentes desde 2002.
Martin O'Neill, anoche / PA

El grupo con Alemania, Polonia y la archienemiga Escocia no invitaba a pensar lo mejor, sobre todo tras la mano firme que mostraron las dos primeras y el pinchazo ante los escoceses que sufrieron los de O'Neill. Pero la remontada, tan meteórica como inesperada, ha insuflado aire fresco y ha puesto a Shane Long, figura de esta clasificación (también hizo el gol del empate ante Polonia en el descuento), como héroe de todo un país. Un héroe silencioso, sin duda, pues ni siquiera es titular.

Y Shane Long tiene calidad para serlo, de hecho le sobra, pero O'Neill, siempre dispuesto a sacar el máximo rendimiento de sus jugadores, sabe que ese es el camino para sacar su mejor versión. Pincharle, encabronarle y jugar con su moral. Su gol anoche aseguró que República de Irlanda jugará, como mínimo, la repesca para estar en Francia. Eso en el peor de los casos, pues una derrota en la última cita ante Polonia podría incluso valer para clasificar de forma directa como mejor tercero. Claro que de imponerse a Polonia, Irlanda no sólo entraría automáticamente en la Eurocopa, sino que encima podría hacerlo como primera de grupo.

Y es que anoche, en Dublin, un equipo cuya mitad (5 de 11) de la plantilla titular correspondía a jugadores de la segunda división inglesa se impuso a toda una campeona del mundo que recopilaba estrellas hasta en el banquillo. Alemania, contenta con un punto, tuvo la pelota en todo el primer tiempo. Aunque sin peligro. Posesión banal sin importancia en zonas donde no influye para nada tener el balón o no. Algún día se acabará comprendiendo que posesión nunca es sinónimo de dominio. Porque si alguien ayer mereció ganar y pareció hacerlo fue la República de Irlanda, que acabó con tres puntos en el zurrón tras cosechar sólo un 33% de posesión. Todo treses, como los que lleva el cuerpo técnico en la ropa, o como los que cuelgan por todo el estadio en referencia a Three, la empresa de telecomunicación más importante del país y que representa a la selección, un tres que hace también referencia a cada una de las hojas del trébol, una de los iconos del país. 

Y mientras los campeones del mundo (se) dormían con el balón, los irlandeses se acomodaban en el juego, no querían despertar a la bestia antes de tiempo. Con Robbie Keane en el banquillo (su presencia incluso, tras acabar de ser padre, era duda) como revulsivo para la segunda mitad, O'Neill tenía las ideas claras. Sabe que el mejor jugador de todos los tiempos de la selección, a sus 35 años, está para pequeños esfuerzos. Dio primero entrada a Shane Long y el del Southampton, en sólo dos minutos, cambió el partido. 

De pronto los de verde cambiaron el gesto, su actitud fue distinta y Martin O'Neill se convirtió en Alejandro Magno llamando a sus tropas al ataque de los persas alemanes de Low con Long a la cabeza. Y en el primer balón que tocó el 9, Irlanda se hizo con el partido. Fue en un balón largo desde la portería, cogiendo a Alemania abierta y desprevenida. La velocidad punta de Long, que lo hizo todo a mil por hora, cambió el duelo en una jugada. Dejó correr la pelota. "Recuerda chico, el balón siempre corre más que tú" debió pensar. Algo que se aprende en 1º de fútbol, cuando eres sólo un benjamín, y en un abrir y cerrar de ojos ya le sacaba los metros suficientes a Hummels y Boateng para ser inalcanzable. Sólo tocó dos veces el balón entre el banquillo y el gol. El primero fue para ejecutar un control soberbio, sin perder ni un ápice de velocidad en su larga carrera hacia Francia, y el segundo para batir por toda la escuadra a un Neuer que no sabía por dónde le venía todo ese arsenal ofensivo irlandés. En realidad sólo estaba Long, pero parecía una manada de leones. 

        

Y ahí se acabó el partido. Alemania, dormida durante más de una hora, no pudo cambiar el chip, no despertó en los últimos 25 minutos y sólo Müller, que falló una ocasión inexplicable, intentó superar el letargo. Martin O'Neill administró somníferos a los visitantes para atacarles en su fase REM con velocidad, electricidad y hasta un punto de hiperactividad. Nunca pudo ingresar Robbie Keane, pues las lesiones de Ward (nada más entrar Long) y Given (en la primera mitad) agotaron las sustiticiones, Incluso Brady, también tocado en la recta final, se tuvo que quedar en el campo completamente cojo. Pero el autor del gol jugó por los dos. Correteó por el campo, peleó cada balón y fue una bombona de oxígeno en cada pelotazo en largo de su equipo. Hasta el punto que los últimos finales fueron de los locales. Ni siquiera pudieron los alemanes aspirar a la heroica de colgar balones, pues el cuero fue de unos irlandeses que lograron la posesión en las inmediaciones del área visitante para acabar dando la estocada al partido arañando segundos en los corners. 

Shane Long, todo alegría, fue quizás quien mejor expresó ante las cámaras de televisión post-partido todo lo que había vivido República de Irlanda en esos mágicos 90 minutos cuando, poco antes de admitir que se trataba del gol más importante de toda su carrera, un largo e intenso "yeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeah" encendió las calles de la Isla. San Patricio hecho persona. 

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