miércoles, 26 de junio de 2019

Sadick Adams, mejor que Agüero, Bale, Benzema, Kroos...

Sadick Adams y David de Gea, en el Atlético B (2008)
El verano de 2007, el mundo enteró se paralizó por la Copa del Mundo Sub17. España, en concreto, tenía al fin una nómina de jugadores con las aptitudes necesarias para dominar el continente, aunque fuera en un evento juvenil. El mal sabor de boca que había dejado la cita mundial absoluta un año antes, donde la Selección parecía que podía picar más alto de lo que al final consiguió, hizo centrar las miras de los españoles en un conjunto de muchachos desvergonzados que se quedaron a un pasito de ganar el título. Los Bojan, Aquino, Mérida, Illarramendi, Nacho, De Gea, Falqué, Camacho y compañía parecían elegidos para un relevo nacional esperanzador y al final, cosas del fútbol, la mayoría de los seleccionados no ha llegado al máximo nivel y solo casos contados entre los mencionados han tenido continuidad con los mayores o en una Primera División..

Quizás, la ausencia de Bojan en la final por sanción, líder absoluto del equipo y entonces niño bonito de la Selección y del Barcelona, privó al equipo de colgarse el oro. Pero en el torneo despuntó una figura que no dejó a nadie indiferente. Sadick Adams, delantero centro de Ghana, hizo que los mejores clubes del mundo anotaran su nombre en sus agendas. Adams no fue el mejor jugador de Ghana, ni siquiera el máximo goleador, pero su entrega, su lucha, su pundonor y su regularidad durante los 90 minutos le hicieron ser uno de los focos de la cita. Su selección perdió en semifinales, precisamente ante España y el Atlético de Madrid, que tenía a De Gea, Atienza y Camacho entre los chicos de Santisteban, se enamoró del africano.

World Soccer, 50 adolescentes más prometedores (2007)
Ni siquiera había terminado el torneo cuando el Atlético acordó su fichaje y en noviembre se hizo oficial que jugaría con el club cuando cumpliera los 18 para cumplir así la normativa FIFA sobre el traspaso de menores. Adams llegaba del Ashanti Gold de su país con la carta de libertad bajo el brazo tras haber jugado 19 partidos y marcado 9 goles. Todo un éxito para un jugador de 17 años.

Días después de su fichaje por el Atlético, la prestigiosa revista World Soccer publicó su relación anual de 50 mejores jugadores del mundo Sub18. En ella, Sadick Adams figuraba en cabeza, por delante de Ismail Aissati y Alex Pato, que compartían el podio con el africano y se imponían a jugadores que han terminado con mejor recorrido que ellos. A saber: Bale (6), Agüero (7), Di María (11), Benzema (15), Kroos (27), Mata (28), Özil (37), Alexis Sánchez (42), Rakitic (45) o Walcott (48).

En la nómina, además, aparecen los mexicanos Vela y Gio Dos Santos, el indescriptible Coentrao, la chapuza que acabó siendo Anderson, el petardazo de Lulinha, el propio Bojan o Breno, que acabó en la cárcel por incendiar su casa cuando le había fichado el Bayern Múnich.

Adams y Forlán, tras un entreno (2009)
Adams se pasó todo el primer tramo de 2008 entrenando con el Atlético hasta que empezara la nueva temporada. Para la 2008-2009, estaba totalmente adaptado a Madrid, al equipo, había hecho pretemporada con sus compañeros y era un portento físico. Con todo, no le valió para ser titular en Segunda División B. Compartió equipo con De Gea, Domínguez, Koke, Keko o Rubén Pérez, y luchaba por un puesto con el talentoso Rubén Ramos. Adams jugó 22 partidos, más de la mitad como suplente, pero su potencial se veía tremendo. Tanto, que realizó muchos entrenamientos con el primer equipo siendo el delantero complementario a Agüero y Forlán.

Pero todo se torció ese verano de 2009 cuando Sadick Adams y el Atlético de Madrid recibieron una denuncia de la FIFA. El Atlético había firmado a Adams sin ser jugador libre. Y es que, lo que había sucedido, es que antes de partir al Mundial Sub17 en 2007, Adams había firmado un acuerdo con el Etoile du Sanel egipcio. Un contrato que no tenía validez al ser menor de edad y que debía ser revisado y corroborado por sus padres o por un agente con un poder cedido.

Y mientras Adams jugaba el Mundial, el equipo egipcio se las ingenió para que el padre llegara al país y diera el visto bueno a la operación. Sin saber absolutamente nada, el jugador firmó con el Atlético un preacuerdo durante el Mundial y todo estalló. "Me dijeron que mi contrato con el Etóile no valía sin la autorización de mi padre... Y yo no sabía que mi padre había ido allí durante el Mundial".

La FIFA estimó que Adams tenía que pagar una multa de 160.000 euros y que no podría jugar en los siguientes cuatro meses. Y se acabó. Se quedó sin ficha en el filial, que a su vez vio cómo aparecían las figuras de Germán Pacheco, Borja Bastón, Ibrahima Baldé y Jorge Molino. En invierno se marchó a la Vojvodina, equipo puntero de Serbia, donde no corrió mucha suerte. Los meses sin competir le habían pasado factura en lo anímico y eso se había trasladado a lo deportivo.

Adams, en la actualidad
El Etóile, desesperado por el jugador que se la había jugado años antes, le contrató y allí se salió, logrando un fichaje por el fútbol árabe que llenó sus bolsillos y los del equipo egipcio. Desde entonces, no dejó de recorrer el mundo sin demasiada suerte. Arabia Saudi, Omán, vuelta a Ghana, Túnez, Chipre y regreso a Ghana, donde sigue jugando ahora. En 2017 debutó con la absoluta de Ghana, jugando dos partidos en una ventana internacional y marcando en uno de ellos un tanto. En 2018 firmó por el equipo de su infancia, el Ashanti Gold, donde es el capitán y el ídolo del club. 

Él recuerda que jamás se imaginó por qué lideró aquella lista de jugadores maravilla. No cree que no lo mereciera, pero sabía que había mucho talento ahí. Aún sigue respirando amor por el fútbol, pero no puede olvidar que hubo una época en la que era el jugador más esperanzador del mundo y que por un periodo de tiempo, compartió césped con Forlán y Agüero, quienes le aconsejaron, le enseñaron y con quienes soñó jugar de rojiblanco.


martes, 25 de junio de 2019

¿Alguien se acuerda de Felix Passlack?

Passlack, en la previa de un partido Champions / Maja Hitij/Bongarts Getty Images
En la temporada 2015, un joven futbolista de las categorías inferiores de la selección alemana conquistó a los ojeadores de los mejores equipos del mundo. Capitán de la Mannschaft en la Eurocopa Sub17 y el Mundial de la categoría, Felix Passlack lo tenía todo para convertirse en el próximo niño bonito del fútbol alemán, que vivía una época de bonanza maravillosa. A los Marco Reus, Gotze, Ózil, Draxler y compañía se le unían los talentos de algunos chicos que ya iban despuntando. La selección acababa de conquistar el Mundial y el relevo generacional se antojaba esperanzador. Los Gnabry, Sané, Brandt ya asomaban en la Sub21 como alternativas de futuro, pero todos ellos fueron eclipsados por el talento de Passlack.

Passlack, jugador de banda derecha, veloz, eléctrico, imprevisible. Era capaz de subir y bajar durante los 90 minutos y si la situación lo requería podía jugar por el otro costado o por el centro. Su versatilidad y su liderazgo eran impropios para un jugador de su edad, Elegido en el once ideal del torneo del Europeo juvenil aquel año, el Borussia Dortmund, que empezaba su reconstrucción tras la marcha de algunas de sus estrellas, le dio la alternativa a final de la 2015-2016.

Con solo 17 años debutó en Bundesliga. Su carta de presentación era inmejorable. En los últimos dos años jugando en el filial del equipo de Westfalia, desde la banda (a veces interior y a veces lateral) había marcado más de 40 goles y había dado más de 40 asistencias. Era crucial y así lo pareció también en sus primeros partidos con los mayores.

En el seno del club tomaron la decisión de que Passlack fuera definitivamente lateral. Daba igual el costado, él podía jugar por ambos y así no se pisaba en labores ofensivas donde había futbolistas como Gotze, Reus, Pulisic, Schürrle, Dembelé, Kawaga, Emre Mor o Bruun Larssen. Pero Passlack se quedó. Vaya si se quedó. Schmelzer, Durm, Guerreiro y Piszczeck se lo comieron en todos los frentes y al chico se le pareció olvidar saber jugar.

Tras un año con poco protagonismo, con 19 años y siendo ya internacional Sub21 se marchó cedido al Hoffenheim. Y allí, nada más llegar, el club tomó la decisión de bajarle al filial. No era lo suficientemente bueno como para jugar en Bundesliga. ¿Qué estaba pasando? Apenas jugó 200 minutos con el primer equipo. Esta temporada, en búsqueda de la recuperación del sitio, se ha ido cedido al Norwich City. La Championship quizás podía ser ideal para él, un campeonato muy físico donde desarrollar toda su velocidad... Pero su suerte ha sido otra porque tampoco ha sido válido para la segunda categoría del fútbol inglés. El chico por el que se peleaba toda Europa dos años antes no valía para Championship. Y es que, la temporada ha terminado para él habiendo jugado solo 6 minutos con el primer equipo en Liga.

Ahora, Passlack tiene que volver al Borussia Dortmund. No entra en la cabeza de nadie que pueda tener sitio en la plantilla de Lucien Favre. Pero tampoco es fácilmente explicable cómo un jugador como él, que tocó el techo con 17 años, ahora, con 21, no tenga sitio en ningún club de una mínima categoría. ¿Alguien será capaz de sacarle todo el fútbol a Felix Passlack?

viernes, 14 de junio de 2019

El curioso caso de Sunsuke Nakamura

Nakamura, en un entrenamiento en el
Mundial 2010 / Mark Kolbe/Getty Images

Enero de 2002. El Real Madrid de Florentino Pérez irrumpe cada mercado con un fichaje tan sorprendente como inesperado, tan sonado como caro. Los autollamados Galácticos asombran al mundo por plantilla y chequera. Zidane y Figo fueron los primeros en unirse a una plantilla en la que ya estaban Raúl, Guti, Morientes, Casillas o Roberto Carlos. Entonces, desde los medios oficiales de la J-League, un anuncio se filtra: El Real Madrid ha fichado al japonés Shunsuke Nakamura del Yokohama Marinos por un año.

La noticia coge a todos por sorpresa. El Yokohama Marinos tiene que salir a hacer un desmentido público, pero solo un día después, el presidente lo confirma. Es oficial. Shunsuke Nakamura se va al Real Madrid en julio, tras el Mundial, y al Madrid le va a costar 3’5 millones de euros tener al jugador un año en sus filas. Si lo quieren de manera permanente, deberán pagar mucho más dinero que ha sido fijado en una cláusula de compra definitiva.

Los veranos en Pekin, los stage en Los Ángeles... El Boom del fútbol ha estallado y el club blanco encuentra en el fichaje del nipón un filón a nivel de marketing. La Copa del Mundo se celebrará ese verano en Corea y Japón y la noticia eleva al Real Madrid al escalón número uno de los clubes más influyentes del mundo, que entonces estaba en poder del Manchester United. En el acuerdo, además, incluía la disputa de un amistoso entre la Selección de Japón y el propio Real Madrid en mayo, que serviría a unos de preparación para el Mundial y a otros como parte de su festín centenario.

Nakamura, entonces, era el niño bonito del país. Aquel jugador talentoso de 23 años que aún no había dado el salto a Europa. Inamoto acababa de llegar al Arsenal y Nakata estaba rompiendo moldes en Italia. Nakamura, mediapunta zurdo de una técnica superdotada, necesitaba ya abandonar el país. Pero no sabía que su fichaje pudiera ser de tales dimensiones.

¿Por qué nunca jugó Nakamura en el Real Madrid? Nunca lo sabremos. Pero la Liga nipona y el presidente de su club lo anunciaron oficial. El caso es que, pese a la cantidad de títulos individuales tanto japoneses como asiáticos, a Nakamura le costó tener presencia en la selección en los Mundiales. Al de 1998 no acudió, con apenas 20 años y falto de experiencia. Tras su gran año 2000 y su buen hacer en la Copa Asia y en los amistosos previos la Copa del Mundo que Japón organizaba, Nakamura se quedó fuera de la lista de 23, para sorpresa de todos. Una misteriosa lesión le apartó de la lista. Quizás eso malogró el acuerdo. La lesión, o que el Real Madrid no se podía permitir firmar a un jugador de un país menor en cuanto a fútbol que ni siquiera fuera al Mundial.

Y es que una rotura muscular le dejó varias semanas en el dique seco, pero mientras el jugador decía que no era grave y que iba a poder estar en el Mundial, desde la Federación el discurso fue otro. La realidad es que Nakamura no acudió al Bernabéu para el partido amistoso por decisión técnica y que no entró en la lista del Mundial por deseo del seleccionador Phillipe Troussier, con quien se especuló tenía serios problemas personales. En realidad, fue el propio Troussier quien nunca casó con nadie en la Federación y aquella decisión estuvo cerca de costarle el cargo antes incluso del Mundial. Pero la Federación, sin querer crear polémicas a poco de su cita, mantuvo todo en orden cortando por el jugador, el eslabón más débil.

Quizás como un cúmulo de cosas y por el pinchazo de esa burbuja, Nakamura no llegó nunca a recalar en el Real Madrid. En cambio, fichó por la Reggina italiana, donde jugó tres años a gran nivel, siendo uno de sus jugadores más destacados y valiéndole su hacer un fichaje por el Celtic de Glasgow, donde fue un ídolo y es considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos del club. En Escocia demostró la calidad de su zurda y su facilidad para ejecutar goles de falta desde cualquier posición y a cualquier ángulo.

En 2006, con Zico bajo el mando de la Selección, Nakamura volvió al Mundial que serviría de despedida de Nakata, que se marchó del mundo fútbol de manera prematura y antes de cumplir los 30. Ver jugar a ambos era una delicia. Dos tipos adelantados a sus compañeros que tocaban las mejores sinfonías en escenarios embarrados y con una orquesta que dejaba mucho que desear.
Nakamura, uno de los mejores tiradores de faltas de la historia, se hizo leyenda en Escocia, donde ganó tres ligas y tres copas en cuatro años, que sumó a un extensísimo palmarés que ya traía del fútbol asiático. Por eso, y pese a su edad y que su fútbol no era muy físico, en 2010 llegó a Espanyol con 32 años. Ese mismo año, Nakamura solo jugó 16 minutos en el Mundial de Sudáfrica, lo que le dio la estocada definitiva.

¿Cuándo será tu próximo partido con la selección?”, le preguntaron en rueda de prensa. “Nunca”, contestó. “Para mí ha sido mucho dolor no poder ir al Mundial 2002. El hecho de aceptar no jugar ha sido muy duro. Es obvio que la Copa Mundial y yo no nos llevamos muy bien, así que quizás sea el destino”, afirmó.

98 partidos como internacional y 24 goles con los Samurái Blues después, Nakamura dijo basta, pese a que afición, compañeros y directivos trataron de convencerle. Hoy, con 40 años (cumple 41 este mes), Nakamura sigue jugando al fútbol. La calidad que le vino innata en su zurda le permite, cuando el físico ya no llega, seguir brillando en la Primera División del fútbol japonés. Lo hace en el Jubilo Iwata, club que ha vuelto a meterse en la élite del fútbol nipón. No por nada le llaman El Pelusa.