lunes, 21 de noviembre de 2016

Alex Meier, el águila indomable del Eintracht de Frankfurt



Cuando Alex Meier decida colgar las botas, si es que eso sucede algún día, su imagen pasará a formar parte de una de las columnas que sostienen la estación de Metro de Willy Brandt Platz, en el corazón de Frankfurt del Meno. O al menos debería. Y es que bajo la tierra, la figura de los jugadores más ilustres que han jugado en el equipo de las águilas como Jay Jay Okocha o Anthony Yeboah se dibujan en cada una de los pilares de la hilera de columnas que sostienen la parada. 

Alex Meier (17 de enero de 1983, Alemania) desarrolló su carrera juvenil en las filas del Hamburgo. Cuando cumplió la mayoría de edad, un equipo ilustre como el St. Pauli, rival directo del equipo del propio Hamburgo, hizo todo lo posible por hacerse con sus servicios. Meier, una de las promesas de la cantera alemana, había perdido comba en los últimos meses y vio viable un traspaso a un club que no le alejaría de casa y cuyo primer equipo disputaba la Bundesliga. Tal fue su adaptación y su resurgir que a final de temporada aparcó el equipo juvenil y debutó en la primera división alemana, aunque la mala fortuna acabó con el equipo perdiendo la categoría. Ya con 19 años, su papel en la Bundesliga 2 fue crucial, permitiendo que el Hamburgo decidiera repescarle y llegando a ser el mediapunta titular de la Sub21.

Pero las cosas entre club y jugador nunca parecían arrancar, y tras un año donde volvió a intercalar minutos (pocos) entre primer equipo y juvenil, el Eintracht de Frankfurt, que había iniciado un proyecto de regreso a la Bundesliga, apostó por él. Meier siempre fue un mediocentro llegador. Su 1'98m de altura le hacían ser un gran cabeceador y un bastión en la medular. Trotón, un jugador lento, de ida y vuelta. No derrochaba calidad, pero no estaba para nada exento de ella y su físico desgarbado le hacía parecer a veces un jugador que no era, torpe y falto de cualidades.

Desde su aterrizaje en Frankfurt hace 12 años, Alex Meier ha sido siempre el jugador más importante del equipo. En su primer curso, los diez tantos logrados por él propulsaron rápidamente al equipo a la Bundesliga. En sus siete primeras temporadas manejó registros goleadores que se movían entre los tres y los 12 tantos. Fue justo en la 2010-2011, cuando una lesión le apartó del equipo casi la mitad de los partidos, cuando su aportación se redujo a sólo dos dianas y el Eintracht perdió la categoría. 

El descenso provocó que las águilas se quedaran cortos de delantera y fue ahí cuando el técnico Armin Veh le propuso al ya capitán Meier cambiar su posición. El resultado no pudo ser más positivo. Meier se erigió como líder goleador, como punta de lanza, como un killer silencioso dentro del área, y ya nunca ha bajado de los 15 tantos por temporada. Entonces, logró ser el máximo goleador de la Bundesliga2, devolviendo al club a primera división.


El año de su retorno a la máxima división, el EFrankfurt acabó en puestos de honor, logrando la clasificación para jugar Europa League el curso siguiente. La 2014-2015 supuso el mejor momento de forma de su carrera. Una temporada mágica que acabó algo pronto para él, pues en abril se lesionó de gravedad de la rodilla y no pudo volver a los terrenos. Acabó su campaña dos meses antes que el resto con 19 goles, siendo el máximo goleador del torneo pese al problema de rodilla. Lewandowski y Aubameyang intentaron hasta la última jornada dar caza al alemán, aprovechando su ausencia, pero nunca lo lograron.

La lesión, eso sí, le privó de jugar por primera vez en su vida con el equipo absoluto de Alemania, toda vez que Joachim Low le tenía ya en su agenda y había decidido convocarle para los compromisos de clasificación para la Eurocopa 2016. Las lesiones han lastrado sus últimas dos temporadas. Y es que el año pasado fue en febrero cuando un nuevo problema de rodilla le dejó en el dique seco, provocando que el Eintracht acabara la temporada en puestos de promoción y privándole a él de forma particular de luchar por revalidar su título individual.

Este año, Alex Meier ha vuelto por sus fueros. O lo que es lo mismo, ha sabido mantener su nivel y ha sabido esquivar las lesiones. El Eintracht de Frankfurt está cuajando una temporada soberbia, a sólo tres puntos del Bayern de Múnich y a seis del líder, el sorprendente Leipzig. Y todo, en parte, gracias a Alex Meier, el águila indomable de Frankfurt. El corazón de león de una ciudad que respira fútbol por los cuatro costados.

Estación de Metro Willy Brandt Platz


jueves, 17 de noviembre de 2016

Maverick Viñales va muy en serio



Apenas llegó la bandera a cuadros que terminaba la temporada 2016, se volvía a apagar el semáforo en Valencia para que los pilotos empezaran la nueva temporada. Los test de martes y miércoles en Cheste han servido para dar el pistoletazo de salida de pretemporada y dejar las primeras sensaciones en un mercado que ha sido muy movido y que depara un 2017 que se antoja apasionante.

Maverick Viñales, nuevo piloto de Yamaha, ha sido sin duda la sensación de las pruebas en el trazado valenciano. Viñales, que viene de cuajar una gran temporada con Suzuki, a la que llevó a lo más alto del podio en Silverstone, demostró ya a las primeras de cambio que puede ser el piloto que más haya acertado con el cambio de monturas. Su tiempo el martes con la moto de 2016 (1'30.9) le colocó en lo más alto de la lista, seguido muy de cerca por su nuevo compañero de equipo, Valentino Rossi y por un Jorge Lorenzo que se subía por primera vez a la Ducati, pero a la de 2016.

La Yamaha y Maverick parecen hechos el uno para el otro. Vale que sólo van dos entrenamientos, que sólo son los primeros ajustes y que aún tiene que cambiar todo mucho. Pero no se veía una conexión tan rápida y un engranaje tan perfecto desde que Casey Stoner se montó en su Ducati hace ya casi una década. Porque Maverick también ha sido el piloto más rápido en la segunda sesión de entrenamientos (1'29.9). La cara de Lorenzo y Stoner, juntos en el box de la marca italiana, cuando el de Yamaha bajó del 1'30 lo dice todo. Maverick ha irrumpido en 2017 como un elefante en una cacharrería. Nadie duda de su talento, nadie duda de su precocidad, nadie duda de su ilusión y de sus pericia con las manos sobre las dos ruedas. Aún es pronto para pronosticar si Viñales va a ser o no candidato al título (aunque yo me aventuro y digo sí), pero el hecho es que lo tiene todo para serlo. A su potencial y su nivel presente hay que unirle ya, al fin, una montura rápida que le llevará a ganar carreras. Su handicap ahora está en otros frentes. Ya no deberá correr por encima de sus posibilidades para tener que luchar por entrar en el podio, como sucedía con Suzuki. Ahora tendrá que pulir su sistema de salidas (que deja bastante que desear) y su miedo a pilotar en agua (esta última temporada se han vivido demasiadas carreras con el terreno mojado). Eso le llevará a la regularidad y de ahí vendrán sus aspiraciones de título. Ya se vislumbran al fondo sus duelos con Marc Márquez y, sin duda, de darse más pronto que tarde se antojan emocionantísimos. Una Yamaha contra una Honda comandadas por, posiblemente, los dos pilotos con más talento de la época reciente.

Porque Marc Márquez puede estar también contento. El campeón se ha dedicado a rodar con la moto de 2017 y seguir sumando vueltas a una montura que ya había probado y que antoja una mejora considerable de la del año pasado. Su límite lo pone él. Si sabe gestionar el año como el último, será el máximo candidato a revalidar el título. Si trata de ir más rápido de lo que sus posibilidades le indican en según qué circuitos, se encontrará con un nuevo 2015 o con una temporada igual que el final de la que acaba de terminar. 

Jorge Lorenzo se subió por primera vez a una Ducati y el balance es positivo. La moto sigue siendo la tercera en discordia de la parrilla, pero con su aportación y la dedicación ya 100% de Stoner, más lo conseguido por Dovizioso, puede poner la máquina roja a la altura de las dos monturas japonesas. Eso lo marca Dovi, que englobó un cómputo de tiempos positivísimo en las dos jornadas. El italiano fue quinto el martes (a dos décimas) y el miércoles fue tercero, el primero de la otra Liga. Lorenzo, que llega a la marca como número uno, deberá ser el nexo entre luchar por el podio y poder ganar carreras. La experiencia y habilidad del 99 obligan a cerrar esa distancia entre Ducati y Yamaha y Honda. Cuando Lorenzo tenga todo en su sitio, se antoja muy posible que tenga carreras liderando de semáforo a bandera, esas que tanto le gustan a él, como en Valencia estos dos últimos años. 

El cuarto en discordia es Valentino Rossi. Y es que ya no sorprende a nadie que un tipo que cumple 38 años a la vuelta de la esquina siga siendo igual de rápido que hace dos décadas. Un Rossi que ha tenido que adaptarse a todos los cambios, competir contra 3 generaciones de pilotos que llevaban los nuevos sistemas en su adiestramiento y aprendizaje. Il Dottore estuvo mejor el martes (segundo), que el miércoles. Pero de Rossi tampoco importa mucho. Un piloto de domingos, el único capaz de sacarse un ritmo en carrera que no ha tenido en entrenamientos.

Luego está Pedrosa, un peldaño o dos por debajo. Dani lleva 15 años seguidos ganando al menos una carrera en el Mundial. Es el "Y si..." continuo. "Y si no se hubiera caído...", "Y si no fuera tan pequeño...", "Y si Honda se centrara un poco más en él...". El caso es que su sistema siempre es el mismo, cíclico. Problemas para empezar, se adapta, empieza a subir al podio, gana carreras, y cuando está al nivel de los hasta ahora 3 fantásticos (él es el cuarto), se cae (o le tiran), se lesiona y vuelta a empezar. Así nunca se puede luchar un Mundial en la máxima categoría (y él lo ha hecho durante siete años hasta las últimas carreras). La historia reciente y sus dos últimas malas temporadas (y eso que en 2015 fue el piloto que más puntos sumó en el segundo tramo de la temporada) nublan la vista de quienes no le mete en las quinielas al título. Vale que tenga menos opciones, por pura estadística, puros números, pero ahí están sus credenciales. Y cuando Dani es rápido, que es un reloj, no hay nadie capaz de darle caza. Así las cosas, un inicio positivo de temporada por su parte le colocaría como un serio aspirante, como todos los demás. Es por eso que sus rivales le tienen mucho más en cuenta de lo que lo hace la opinión pública, relegándole siempre a un segundo plano. Quienes comparten parrilla con él saben que es mejor que las cosas no le vayan bien, porque es muy extraño que un piloto de su calibre pase 10 años por el Mundial y se vaya con el palmarés a cero

Con Andrea Iannone nos vamos a divertir, y mucho. El panorama no se va a diferenciar mucho de lo que vimos al maníaco con la Ducati no oficial de Pramac. El italiano va a seguir siendo rápido, va a correr por encima de sus posibilidades y las de la moto, va a caerse, va a seguir siendo agresivo, va a continuar haciendo adelantamientos extraordinarios, va a tocar metal y quién sabe si alguna victoria. Es un lujo tener un piloto como él en la parrilla, el espectador lo sabe y ojalá Suzuki siga con su crecimiento para tener más corredores en la pelea. 

En la otra liga, los pilotos no oficiales cada vez se acercan más a la primera división. Ahí entra en juego Crutchlow, ganador de la competición en 2016 y asoma la cabeza Jack Miller, otro al que el talento le rezuma por las orejas. Se aleja de ahí Pol Espargaró, que va a tener una empresa difícil, y asoma la cabeza su hermano Aleix, que ha cogido el testigo de Bautista en Aprilia y la puede hacer evolucionar un pasito más. De eso el mayor de los hermanos sabe un rato. 

Italia se apunta a las categorías pequeñas

Nos vamos a divertir también con Moto2 y Moto3 este año. En la categoría intermedia ya no están los gallitos de la última temporada y ahora toca el relevo de testigo, generacional. Morbidelli se presenta como el máximo candidato al título junto a Luthi. El suizo, actual subcampeón, puede tener ante sí la última bala para volver a hacerse con un cetro mundialista. De seguido, saber de qué es capaz de hacer Fabio Quartararo con el siempre competitivo Sito Pons. El francés ha pagado en exceso su aura de niño prodigio y debe dar un paso adelante para no quedarse en eterna promesa. Junto a ellos, habrá que ver el nuevo proyecto de KTM con el campeón de Moto3 Binder y un recuperado Oliveira, que vuelve a juntar su camino con Ajo. En esa pugna deberán estar Jorge Navarro y Álex Márquez. Quizás el título les quede grande, pero deberán luchar por subir al cajón y estar siempre en el top 5 (Si Álex logra no caerse cada GP tendrá una baza a jugar por el título), peleándose con sabios de la categoría como Corsi, Simeón o Nakagami. El japonés está siendo el más rápido en los entrenamientos de pretemporada, pero luego, en las carreras, le cuesta ser regular. Muchas ganas hay de ver a Bagnaia con el equipo de Rossi. El italiano, capaz de ir rapídisimo con un hierro en Moto3, puede ser sin duda la sorpresa del año. Su capacidad de adaptación y su versatilidad para pilotar cualquier montura hacen de él un activo atractivo para 2017.

En la categoría pequeña, Bastianini coge el favoritismo para hacerse con el título. Después de dos años luchando por la corona, el aterrizaje del italiano en el Estrella Galicia le coloca como el obligado aspirante al campeonato. Junto a él estará un Romano Fenati que vuelve de su exilio con Ongetta, el equipo que le vio nacer. Fenati ha sido el más rápido en las primeras pruebas con su nueva moto y su talento es incuestionable. En un segundo escalón se sitúa Antonelli. Su llegada a KTM le hace ganar enteros en las quinielas. Cuando Antonelli aprenda a no caerse, será un peligro en la lucha por el título para sus rivales. Para romper esa hegemonía italiana (a la que pueden sumarse pilotos como Dallaporta, Bulega, Di Ginnianantonio o Migno, que seguro, al menos uno dará la sorpresa y estará arriba) está Joan Mir. Con el Leopard retornando a Honda, Mir, rookie del año, se postula como uno de los pilotos candidatos. Se espera también un buen hacer de Jorge Martín y Canet, que deberán luchar por podios y quien sabe si por alguna carrera. Igualadísima la temporada, a no ser que uno de los más veteranos saque su brazo ejecutor, como el curso pasado Binder y hace dos Kent. Pero habrá podios para todos.





martes, 1 de noviembre de 2016

Otavio hace soña a Brasil y al Oporto



Hace ya más cuatro años, allá por julio, Internacional de Porto Alegre recibía en su feudo a un Santos que acababa de perder el título de campeón de la Copa Libertadores 2011 (ganado días antes por Corinthians). Era la novena jornada de Liga y los locales buscaban una victoria que les permitiera seguir en la carrera por el título mientras el Santos, mermado con la baja de Neymar un presente en los JJOO de Londres, deambulaba por la zona media de la tabla. Entonces los visitantes se quedaron con 10 y Dorival Júnior, entrenador del Internacional, echó la mirada a su banquillo en busca de la pólvora necesaria para romper el empate.

El elegido fue un chico delgado, bajito, flojucho, sin para nada cuerpo de futbolista. Con 17 años recién cumplidos y sin dorsal a la espalda, Otavio hacía su debut en la Primera División Brasileña. El resultado nunca se movió, pero su puesta en escena fue tan positiva, que sólo tres días después se estrenaba como titular ante el Atlético Mineiro de Ronaldinho. Y lo hizo por la izquierda (noticia, pues en Brasil su demarcación habitual fue la derecha) formando una línea de mediapuntas junto a Andrés D'Alessandro y Lucas Lima. Casi nada. 

Otavio celebra un gol con el Oporto / ABOLA
Gustó y se gustó, tanto que en la jornada siguiente volvió a ser de la partida y ahí consiguió su primera asistencia como profesional. Pero entonces los tiempos cambiaron. Fernandao acababa de hacerse con las riendas del equipo, Lucas Lima se marchó, llegó Forlán y rápido se empezó a cuajar un sistema de mediocentros puros sin creatividad para dar empaque al centro del campo y dos puntas que resolvieran la papeleta arriba. Y ahí, Otavio, que era aún el eslabón débil, dejó de tener presencia. No volvió a jugar hasta pasados dos meses, en el rush final de la campaña.

Pero con el nuevo curso la situación volvió a revertir, en esta ocasión, para bien. Dunga se sentó en el banquillo de los brasileños y Otavio empezó a tener protagonismo capital. Con algo más de masa y cuerpo, sus carreras por el centro, su velocidad y su oportunismo le hicieron ser asiduo en la mediapunta, desplazando a D'Alessandro a la banda. No se recuerda a un jugador tan vertical en el país desde que Lulinha (cuánto apuntaba y dónde ha acabado...) deslumbrara a la Serie A hace ya casi una década. La afición, que soñaba con un nuevo Alexandre Pato, empezó a ilusionarse con el chico que le acabaría dando el Campeonato Gaúcho en 2013 y 2014. Otavinho, como ya se le empezó a conocer, aunque él rehuya del apelativo, acabó ese curso con seis goles, como uno de los máximos artilleros del equipo.

Entonces apareció el Oporto, siempre con la agenda repleta de jugadores del otro lado del charco. Lo firmó por una cantidad de dos millones de euros, irrisoria para los tiempos que corren en el mundo del fútbol y lo tuvo dos años a caballo entre su filial y el Vitoria de Guimaraes, donde se destapó. Para esta temporada ya está a las órdenes de Nuno y es, sin duda, uno de los mejores jugadores del equipo y del campeonato. Su juego se desarrolla principalmente por la izquierda. Tiene regate, es rápido, con buen centro y una gran visión de juego. En su adaptación a Europa, Otavio recuerda mucho a Coutinho (al que se parece hasta en los rasgos físicos), que ya es uno de los mejores jugadores del mundo. Es el mejor socio de un André Silva que crece a pasos agigantados y el Oporto disfruta a día de hoy de un baby boom (Óliver Torres, Rubén Neves, Corona, André Silva y Otavio) que volverá a llenar sus arcas de dinero y sus vitrinas de títulos. Si uno ve un partido del Oporto, es fácil descubrir quién es Otavio. Es el chico que sigue siendo menudo, poca cosa, pero que no rehuye del contacto. Que pide cada balón, que se enfada consigo mismo cuando la cosa no sale bien y que no se esconde sea cual sea la situación. Aquel que tiene una culebra en la cintura, pies de bailarín y precisión de francotirador. Es titular indiscutible y en los 14 partidos que lleva esta temporada ha anotado tres goles y repartido seis asistencias.

En Brasil, las esperanzas puestas en Otavio son infinitas. La selección, a día de hoy carente de talento en la creación, le tiene marcado como uno de los chicos que, junto a los Gabrieles, Malcom o Caio (capitán de la Sub 20) acompañen en esa nueva generación de jugadores a los Neymar y Coutinho y vuelvan a proyectar a la verdeamarelha a lo más alto del panorama Mundial.