martes, 29 de septiembre de 2020

Kramarić, una estrella en un club modesto


INA FASSBENDER/AFP via Getty Images
INA FASSBENDER/AFP via Getty Images

Una de las mayores incógnitas del fútbol contemporáneo es la de cómo no pudo destacar un futbolista como Andrej Kramarić en las filas del Leicester City. Claro que el contexto era muy particular, con un equipo enfilado, con la máquina engrasada y una forma de jugar de memoria que le había llevado camino al título, pero el caso es que el croata no pudo disfrutar de una temporada donde su equipo acabó saliendo campeón en la mayor hazaña jamás contada en las últimas décadas y eso que su competencia, más allá de Jamie Vardy, tampoco era la de futbolistas que hayan tenido una carrera mejor que la del balcánico. Quizás su mejor experiencia en las Islas se remonta a un recuerdo, a un post de Instagram, a una celebración. Porque cuando el Leicester agarró el liderato de la Premier League allá por diciembre, fue idea del croata (que solo había disputado 12 minutos hasta entonces y apenas entraba en las convocatorias de Ranieri) que todos se marcharan a Dinamarca en un viaje exprés a celebrarlo disfrazados.

El caso es que Kramarić no casó nunca con el técnico italiano ni con el fútbol inglés. Tampoco tuvo demasiadas oportunidades para demostrarlo, y salió al fútbol alemán, donde se ha convertido en uno de los mejores goleadores de los últimos años, solamente frustrado por los problemas de rodilla que le dejaron en la enfermería la mitad de la pasada temporada. En este curso, en apenas tres partidos, ya ha sido capaz de marcar siete goles, que casan muy bien con la forma que tuvo de cerrar el curso pasado, con un póker de tantos que culminó con un penalti mirando al tendido que dio la vuelta al mundo.

Kramarić es uno de esos pequeños reductos de futbolista que hacen tener esperanza a un equipo sin tanto nombre como es su Hoffenheim, porque podría estar perfectamente pujando por oportunidades en un equipo con muchas más aspiraciones que la de los teutones. Capaz de jugar solo en punta, le encanta caer a banda izquierda para aparecer por donde menos se le espera. Una movilidad que es seña de identidad y que le ha permitido marcar casi 80 goles (y participar en otros regalando 30 asistencias) en las cinco temporadas completas que ha estado en el fútbol alemán, donde ha recuperado ese olfato goleador que le llevó a ser incluso titular en Croacia eclipsando por momentos a Kalinic y Mandzukic, y que le colocó en su día como el traspaso más caro de la historia de un Leicester City que ese curso acabaría campeón.

Con él lejos de la enfermería, un modesto como el Hoffenheim puede apostar a todo lo que no sea el título de Liga. Aquel delantero que en 2018, tras el enfrentamiento en el Mundial entre Croacia e Inglaterra, la afición de los foxes pedían recuperar pese a que su precio de venta al público ya había ascendido a los 45 millones de su cláusula de rescisión. El chico que esta temporada, en sus primeros compases, ya lidera la tabla de máximos goleadores de la Bundesliga y quiere desafiar en ella a Lewandowski y Haaland.