domingo, 8 de noviembre de 2015

El motociclismo no ha ganado nada


Celebra Jorge Lorenzo su quinto título del mundo, el tercero en la categoría reina y el de Yamaha lo hace por mérito propio, con los credenciales de una carrera dominada desde que se apagara el semáforo hasta la bandera de cuadros, dando gas a fondo y sin levantar el pie ni para coger aire. La carrera perfecta. El domingo soñado. No se puede decir lo mismo del espectáculo, del motociclismo que han intentado convertir en fútbol durante las dos últimas semanas. No aporta nada a un deporte de riesgo, extremo, ganar miles de espectadores, romper las barreras de la audiencia si los ojos quienes lo ven sólo buscan el fracaso del otro en forma de caída, la riña que provoque el caos y termine con uno o más besando el asfalto

No se tiene que enorgullecer de que un piloto campeón, corriendo en su propia casa, sea abucheado, silbado e insultado. En el caso de Lorenzo ya viene siendo habitual, el 99 está acostumbrado, que no por ello deja de ser vergonzoso y criticable. Salvo a sus fans, que lo idolatran, es un piloto que cae mal y punto. Sabe vivir con ello esta versión de Lorenzo 2.0 que llevamos ya viendo años del mallorquín. Tampoco en el caso de Márquez, que deberá acostumbrarse a ser el enemigo público número uno del paddock. No sé si existió el Pacto de Andorra, seguramente no. Pero no pondría la mano en el fuego porque esa reunión fuera deseada por alguno, y no precisamente por el campeón. Porque Jorge Lorenzo tiene un mérito increíble, ir tan rápido tanto tiempo sin cometer un sólo error no es fácil. Ha sido el piloto más rápido del año, ha cometido algún que otro fallo que le ha hecho tener que sufrir hasta la última prueba, pero su coronación está fuera duda. Lo que no es lógico, al menos cuando el que va detrás es el 93, es no ver a Márquez intentar ni un sólo adelantamiento en 30 vueltas. Tres decenas de giros detrás, a unas solas centésimas de la Yamaha de Jorge sin asomar siquiera el morro. Sólo con abrir gas a tope, en la recta, por cuestiones de velocidad y rebufo, Márquez se podría haber puesto en cabeza en cada paso por meta. Ni comparar quiero cómo Márquez buscaba la mejor posición contra Rossi en Sepang a como lo ha hecho hoy en Valencia.

Lo afirmó Jorge al final de la carrera. "Márquez sabía lo que me jugaba y no me quiso meter la moto". Ya, más frío, reforzaba la idea. "Somos españoles y el título se tenía que quedar en España". También uno de sus mecánicos, que le agradecía la actuación al de Honda en el parque cerrado. Miente entonces el de Cervera cuando defiende que su objetivo siempre es ganar y en caso de no poder, hacer la mejor posición posible. Ha sido juez del campeonato y lo ha hecho de forma voluntaria. Pedrosa no. El 26, que se había quedado guardando goma, llegó a falta de pocas vueltas y quizás le faltó un giro para preparar mejor la estrategia. Dani merece ser campeón en 2016. Al menos, una temporada plena, sin lesiones, y que la pista decida si debe serlo o no. Ya han sido muchas veces 'casi'.

Tampoco es plato de buen gusto para la deportividad que pilotos como Petrucci o Pirro, italianos, ambos de Ducati, marca transalpina, se dejasen pasar de una forma tan descarada permitiendo a Valentino tener dos motos menos que adelantar. Claro, que ya estábamos avisados, llevaban toda la semana. A Petrucci le faltó bajarse de la moto e impulsar a Valentino, estilo etapa del Tour de Francia.

Quizás la carrera vendida como la mejor del siglo no haya sido tal, pues salvo la remontada lógica de Rossi, que iba a llegar antes o después, ha sido lo más 'espectacular'. Y cuando algo de verdad es lógico, deja de ser espectacular. Y ese era el guión escrito salvo que Iannone o Aleix Espargaró se pusieran en cabeza rápido en la salida realentizando un poco las primeras vueltas permitiendo llegar a Rossi con más facilidad. Para cuando el de Tavullia quiso ponerse cuarto ya tenía 12 segundos de desventaja con los pilotos del podio, una distancia insalvable.

En definitiva. Lorenzo es campeón, merecido y justo. Trabajado y remontando en la última carrera, que sabe mejor. No ha pedido ayuda a nadie aunque se haya visto beneficiado de una u otra forma por la batalla que mantienen Rossi y Márquez, que escribirá varios capítulos más y sólo acaba de empezar. El 99 tiene un título más en sus vitrinas, seguramente el que más besará, adorará y abrazará. Pero el motociclismo no ha ganado nada. 

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