Existe una máxima en el deporte en general y en el fútbol en particular que defiende la teoría que se presenta en este título: lo que funciona no se toca.
Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer es una célebre frase que bien podría reflejar a las mil maravillas lo que se quiere decir con esta entrada. Y es que, si hay algo que funciona ¿Por qué cambiarlo? Es cierto que se puede ir a mejor pero, ¿Por qué jugársela e ir a peor? Riesgo cero.
Es por eso que en el Real Madrid juega Diego López y no Casillas. Diego, ese guardameta infravalorado y enemigo público número uno de unos pocos que tienen el poder de convencer a otros muchos por el simple hecho de haber coincidido con Iker en el conjunto blanco. El mismo Diego que sería ídolo de haber aparecido 5 años más tarde en el mismo sitio o en la actualidad en cualquier otro y no sería objeto de los insultos y desprecios, sino que más bien originaría halagos. Porque el capitán, que ahora está cogiendo ritmo en Champions -esa competición en la que López mantuvo al Real Madrid vivo con su actuación en los partidos frente al Manchester-, llevaba sin disputar partidos de alta competición cerca de un año sin mostrar el nivel al que realmente estaba. Más allá de forofismo de bufanda y no de coherencia. Y es que, Mourinho primero y Ancelloti después, saben que lo que funciona no se toca.


Es por eso que el Newcastle lleva 4 partidos consecutivos conociendo la victoria con los malos en el campo y los buenos en el banquillo. Paradójico. Un Newcastle que empezó la temporada sin alma, encomendado a las diabluras de Ben Arfa y que se ha convertido en un equipo con sacrificio y juego irregular. Porque con el casi retirado Shola Ameobi en el 11, del que se decía que no valía ya para jugar en la Premier, los magpies no conocen la derrota. Y porque con Williamson, en la misma situación que el nigeriano, las urracas vuelan hacia la cabeza de la tabla tras vencer a Chelsea, Tottenham, Norwich y WBA. Porque Ben Arfa, el crack del equipo, está en el banquillo y en su sitio juega un Gouffran que se parte el alma por el escudo; Porque Yanga-Mbiwa, central francés que llegó con más nombre del que ha demostrado en el pasado mercado invernal, se sienta a su lado y en su sitio juega Willo, y las cosas salen; Y porque Cissé, el hombre gol de St. James Park, sólo ha metido un gol -en Capital One Cup- esta temporada y Shola le ha comido la tostada. Y es que Alan Pardew sabe que lo que funciona no se toca.
Es por eso que la Juventus, que lleva años paseándose por la Serie A con una superioridad que debería avergonzar a sus rivales, sucumbió en Champions ante el Real Madrid. Porque si Conte llevaba años sorprendiendo a rivales y destrozando equipos con el 3-5-2 [o 5-3-2, como se prefiera], el cambio de sistema le hizo morder el polvo en el Bernabéu, saliendo a jugar con más complejos de los que en realidad tiene. Y es que ahora, Conte sabe que lo que funciona, no se toca.
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