jueves, 24 de septiembre de 2015

Sergio Araujo, la solución a todos los problemas

Hay un jugador en la Liga Española que vive de dulce. Habiendo contribuido de forma directa en cuatro de los cinco goles que lleva su equipo con un tanto y tres asistencias, en Las Palmas saben que de la felicidad de su ariete depende el futuro de la temporada. Y es que Sergio Araujo (Argentina, enero de 1992) vive una juventud permanente en las islas y ha encontrado, a sus 23 años, una estabilidad que ya incluso daba por perdida y un nivel acorde al potencial que se le aseguraba cuando sólo era un adolescente.

De la prolífera cantera de Boca Juniors, cuando Araujo saltó a la palestra en 2009 con sólo 17 años saltaron todas las alarmas. El pueblo argentino, especialista en sacar talentos de la nada y necesitado de colgar a los jóvenes delanteros que despuntan el cartel de 'nuevo Maradona' (ahora también vale inuevo Messi'), acababa de perder a su última gran figura, un Sergio Agüero que había cruzado el charco sólo un par de temporadas antes para enrolarse en las filas del Atlético de Madrid. River, siempre peleado con Boca, sacó entonces de sus inferiores a un chico llamado Rogelio Funes Mori (hermano del defensa del Everton), un año mayor que Araujo, para seguir peleando en el barro por cualquier mínimo detalle con su eterno enemigo.

El Chino, como se apoda al hoy jugador de Las Palmas por sus rasgos faciales similares a los asiáticos, vio su primera oportunidad gracias a un Alfio Basile del que recuerda actualmente como el mejor entrenador de su carrera. Ya había hecho sus pinitos con la Sub 17 de Argentina en el Sudamericano de 2009 y no pudo tener muchas más opciones ligueras pues se volvió a ir con la selección para disputar el Mundial de la misma categoría, donde una mediocre Argentina no dio la talla en un torneo en el que destacaron jugadores como Koke, Götze, Isco o Xhaka, entre otros muchos. Con todo, Araujo fue el mejor jugador del combinado, alzándose subcampeón en el Sudamericano y consiguiendo ser el máximo goleador del equipo en ambas citas.

Sorprende ahora su faceta goleadora, pues los 25 goles con los que la pasada campaña se alzó con el pichichi de Segunda no son sólo su mejor marca, sino que fue la primera vez que rompió la barrera de las dos cifras. En Boca siguió desarrollando los dos años siguientes al del debut sumando sólo dos dianas en una veintena de partidos. Su chispa se había consumido poco a poco, pues pese a dejar detalles de calidad y ser un continuo dolor de muelas, un delantero sin gol se acaba devaluando. No para el Barcelona que, entonces con su filial como uno de los equipos punteros de Segunda División, decidió hacerse con sus servicios por dos años en calidad de cesión. Se estipuló, eso sí, una cláusula de compra fijada en 15 millones de euros.

En el Barcelona su nivel fue intermitente. Acabó el curso con siete tantos y cuatro asistencias y cada balón que agarraba en la frontal era sinónimo de peligro, pero entró en juego su faceta de díscolo. Peleado toda la temporada con Eusebio, el Barcelona decidió devolver al jugador a Argentina un año antes de tiempo. En su equipo de origen, Bianchi decidió no contar con él y se marchó cedido a Tigres. Y ahí tocó fondo. "Echaron al entrenador y al nuevo yo no le gustaba. Era suplente y cometí el error de dejarlo estar, de pasar un poco de todo y fui perdiendo terreno dentro de la plantilla. Me arrepiento de no haberlo hecho bien y de una manera diferente.", se sinceraba el pasado curso, cuando estaba recuperando su nivel en Las Palmas.

Y fue gracias al equipo canario por lo que hoy es el jugador que es. Tanto se había devaluado su precio tras el mal año en Tigres y el rechazo del Barcelona, que de la cláusula de compra de 15 millones de euros fijada para el club catalán, pasó a tener una de menos de dos millones, precio por el cual Las Palmas se hizo con el 70% de los derechos del jugador, que firmó hasta 2020. Ahora se lo rifan varios clubes de Europa. El Palermo, tras vender a Dybala a la Juventus, se lanzó a por el Chino de inmediato con una oferta de 13 millones, que fue rechazada de inmediato por el presidente del equipo canario, que lo declaró intransferible poco después de ponerle una cláusula de rescisión de 60 millones de euros.

Y así, a ritmo de asistencias y hacer jugar, Araujo se ha graduado ya en Primera, con sólo cinco jornadas, tras asombrar a todos en Segunda donde fue capaz de remontar partidos él solito. Sabe que le debe prácticamente todo al equipo amarillo, que le dio la oportunidad cuando nadie confiaba en él y a quien trata de devolver esa confianza. "Traté de aprovechar mi última oportunidad en Europa", afirmaba. Curioso como un gran proyecto aventuraba que son sólo 21 años las puertas del gran salto se le iban a cerrar si no lo hacía bien, pero son muchos los que han pasado de promesa a juguete roto sin siquiera darse cuenta y han acabado como no quiso acabar Araujo. Como el propio Funes Mori. 

Araujo, a quien desde el principio se le comparó con Agüero, con el que incluso comparte nombre, tiene unas características muy similares a las del Kun en según que facetas del juego. Aportunista, listo, inteligente, descarado y atrevido, Araujo pierde la vergüenza que muestra en su día a día cuando se calza las botas y salta al césped. Nunca da un balón por perdido y por empuje en ocasiones acaba logrando el objetivo donde su calidad, que es infinita, no llega. La comparación con el del Manchester City no puede ser más acertada. El Chino es potente de piernas, con un tren inferior que es su punto fuerte. Se mueve bien entre los defensas, a los que suele ganarle la partida, pero es más importante para el juego de su equipo que el propio Agüero. Quizás también por la entidad de los clubes. Araujo cae mucho a banda, baja a recibir la pelota y es importante en más facetas del juego que en el simple remate a gol. 

Ahora, con 23 años, Araujo reúne la madurez de quien ha visto el final cerca y la juventud de su edad real para hacer una mezcla explosiva capaz de poner del revés cualquier estadio de Primera. Incluso, no sería extraño que llegara la llamada de la Selección Absoluta, camiseta que nunca ha vestido en el máximo nivel. A ritmo de goles, asistencia, imaginiación y buen juego, Las Palmas sonríe. La gambeta del Chino es la solución a todos los problemas.

Sergio Araujo celebrando un gol con Las Palmas


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