martes, 24 de mayo de 2016

Tomás Conechny, el enésimo talento argentino

Cuando Tomás Conechny tenía 11 años, mantuvo con su padre una conversación que acabaría determinando su futuro. "Pá, prefiero jugar al balonmano, me gusta más", le dijo. "Pero Tomás...", apenas pudo contestar José, el papá, al principio. Ambos acabaron coincidiendo, al final, en que el fútbol en Argentina lo es todo y la decisión del pequeño acabó cambiando por completo. Y es que hasta entonces, Tomás Conechny (marzo de 1998), hoy estrella juvenil de Argentina, alternaba ambos deportes. Rápido, atlético, con una gran potencia de salto, Tomás destacaba mucho más en balonmano que en fútbol, donde era poco más que uno más entre tantos que deciden dar patadas al balón.

Conechny celebra un gol con Argentina Sub17 / FIFA
Y eso que el fútbol siempre había sido, desde pequeñito, su perdición. Empezó a practicar fútbol sala con ocho años y hoy, once años después, no ha parado. Comenzó su vida deportiva en la Comisión de Actividades Infantiles (CAI), un club asentado en la ciudad de Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut y cuyo primer equipo se encuentra en la cuarta división del fútbol argentino. Desde que dejó el balonmano a un lado, la vida futbolística empezó a dar grandes saltos. En el verano de 2013, su entrenador en el CAI Mario Amado decidió llevarle a un torneo organizado por Quilmes en el que Humberto Grondona quedó impresionado al verle. Fue entonces cuando la albiceleste se cruzó en su camino y empezó a representar a Argentina Sub15

Su primer cometido entonces fue disputar la Copa México de Naciones de 2013 y, aunque no fue titular indiscutible, sí fue utilizado con asiduidad por el técnico Merelas. A la sombra de jugadores como Federico Vietto (hermano de Luciano), Conechny fue el jugador número 12 y anotó dos tantos en torneo. Uno de ellos, además, sirvió para dar el título a Argentina en la final (1-0) ante Uruguay. Tres meses más tarde viajaría con el mismo combinado para disputar el Sudamericano Sub15 en Bolivia. Allí recibiría una gran noticia: el Liverpool le quería y le había invitado a conocer las instalaciones. El jugador hizo las maletas, cruzó el gran charco y se preparó para conocer Anfield de cerca, para entrenar con los juveniles reds y para ver cómo era el equipo capitaneado por Steven Gerrard en aquella temporada que los de la ciudad de The Beatles estuvieron a un resbalón de hacerse con el título de Liga. No obstante, y debido a la reglamentación FIFA, nunca se pudo zanjar un traspaso y Conechny volvió a Argentina. 

Fue entonces San Lorenzo de Almagro, club que tiene un acuerdo con el CAI para la adquisición de jugadores talentosos, quien se atrevió a hacerse con sus servicios y tras pagar 300.000 dólares se se adueñó del 80% de los derechos del joven talento. Ese cambio nunca fue sencillo para el jugador, quien en realidad nunca pudo tomar parte en la toma de decisiones y con sólo 16 años emprendió un viaje para vivir en Buenos Aires, a 2000 kilómetros de su casa en Comodoro. Los convenció Marcelo Tinelli, vicepresidente del club de Boedo y para allá se marchó Tomás, a vivir en un apartamento con uno de sus tres hermanos. "Mi primera semana en Buenos Aires fue muy rara. No me acostumbraba a las nuevas sensaciones. Antes tardaba unos 15 minutos en ir a entrenar y ahora me llevaba más de una hora hacerlo", admitía. "En los primeros entrenamientos me costó, porque era el raro. Todos me miraban y me sentía en un sitio extraño", se sinceraba. "Ellos ya se conocían y yo era el nuevo, pero afortunadamente todos nos hicimos amigos rápido", sentencia.

Conechny no paró de hacer goles nada más llegar, jugando de delantero centro o de segundo punta, y fue ascendiendo en los distintos equipos inferiores de los cuervos. Tal fue su crecimiento que rápido le llamó Argentina Sub17 donde dejó de ser jugador número 12 para convertirse en el jugador más desequilibrante del equipo. Y es que tras dos derrotas en los dos primeros duelos (con Conechny saliendo desde el banquillo en ambos y cuajando grandes minutos, con gol incluido), Miguel Lemme decidió darle la titularidad en el resto del torneo. Argentina, contra las cuerdas, necesitaba dos victorias en los dos últimos partidos y esperar carambolas en los resultados de grupo. Y se dio gracias a otros dos goles del de San Lorenzo en ambos partidos. Y así, de equipo dubitativo y mediocre, se pasó a una Argentina que parecía imparable liderada por un menudo diablo zurdo con el dorsal 18 que había vuelto locas a todas las defensas y al que cuanto más protagonismo se exigía, más daba. 

En el hexagonal final se vivió el mayor de los sinsabores y una situación cómica o trágica. Y es que a la última jornada llegó Brasil como líder y Argentina sólo a dos puntos. La albiceleste había ganado a su eterno rival en la primera jornada por lo que un pinchazo de los brasileños podía dar el título a Argentina si conseguía la victoria. Todo el mundo se sorprendió cuando Conechny no sólo no saltó al campo, sino que se quedó en el banquillo con muletas y sin poder apenas caminar. Sin parte médico de por medio ni información de una posible lesión, saltaron todas las alarmas porque el mejor jugador del equipo y uno de los más destacados del torneo se iba a quedar sin poder sumar en el momento más importante. La tragedia se consumó porque Brasil cayó ante Colombia y Argentina, sin su líder en la víspera de su 17º cumpleaños, no pudo pasar del empate. 

Poco después de desveló el misterio de su ausencia. Y es que Conechny, fanático de la PlayStation, donde dice ser el mejor (sus compañeros así lo afirman), sufrió un contratiempo que bien pudo haber sido tragedia. Mientras jugaba con su compañero de equipo Mancuso, se apoyó en la ventana de la terraza. El cristal cedió, se rompió, y el chico cayó a la calle desde un primer piso de altura. Afortunadamente no pasó a mayores y, tras cortes, magulladuras y distintas contusiones, en  un par de semanas pudo volver a estar disponible sin problema alguno.

Conechny, con muletas, tras el incidente de la PlayStation
Su buen hacer en el torneo, donde fue tercer máximo goleador con cinco tantos (y el jugador con mejor ratio de gol por minuto) le valió el premio de acudir con la selección absoluta como sparring a la Copa América. Allí se entrenó con los mayores e hizo funciones de utillero. "En uno de los entrenamientos choqué con Mascherano y me mató", afirma. La AFA, muy cuidadosa con los detalles, mimando siempre a los mejores de cada generación que puedan liderar un equipo entero (como con Ángel Correa), le encargó a Conechny el cometido de entregarle a Messi la camiseta en su partido número 100 con la albiceleste. Fue elegido además como uno de los 50 mejores jugadores menores de 17 años del mundo

Conechny, con San Lorenzo reserva
Erigido ya como líder y cabeza visible, Lemme decidió darle la capitanía para el Mundial Sub17 que se celebró en Chile a finales del año pasado. Un torneo donde Argentina no dio la talla y se marchó con cero puntos en el casillero y un sólo tanto, anotado por Conechny, en los tres partidos que jugaron. Ese desastre no frenó el ímpetu del chico, al que San Lorenzo llamó para hacer la pretemporada. No obstante, no se quedó en la primera plantilla y volvió al equipo reserva, con quien acababa de ganar un título que hacía 16 años no se ganaba en Boedo y que este año no se ha podido revalidar.

Su compañero en las inferiores Berterame, medio año mayor que él, ya ha debutado con la primera plantilla en la Copa Libertadores y es sólo cuestión de tiempo que Conechny tome partida. De momento ya ha entrenado en varias ocasiones y reconoce que Néstor Ortigoza es su padrino, su referente, el ejemplo en el que se mira y el que más le ayuda en las prácticas. San Lorenzo tendrá el domingo un partido contra Lanús por el título de la Liga Argentina y el que gane saldrá campeón del Torneo de Transición 2016. Una vez terminado, todo hace indicar que cuando arranque el nuevo campeonato, Tomás Conechny empezará a aparecer en las convocatorias del primer equipo. Tiene contrato hasta 2017 y su padre afirma que no piensa otra cosa que en debutar y triunfar con los cuervos.

¿Cómo juega Tomas Conechny?

Con el referente de Ángel Correa aún en la retina, la hinchada de San Lorenzo ansía volver a tener un jugador de dibujos animados que la haga disfrutar cada domingo y en la recámara lo tienen. Los expertos lo comparan con el Kun Agüero más que con Ángel Correa, pues es un jugador pequeño, menudo, con un potente tren inferior y capaz de desenvolverse bien sólo en punta. Más goleador que asistente, más finalizador que creador, esa puntería cara al gol y ese juego más de espaldas que vertical como el de Correa le definen más como un ariete que como un segundo punta o un creador. Aunque, todo hay que decirlo, en los últimos meses ha jugado mucho de volante o interior por la banda. Con una rápida conducción de balón y un buen disparo (siempre con la izquierda) que completa con un buen remate de cabeza, Conechny se postula como un jugador nato de área con mucha movilidad, capaz de salir a las bandas o caer al medio sin problemas. Más un Agüero o Luis Suárez que un Lewandowski o un Forlán. Eléctrico, descarado, desvergonzado y hasta pesado para el defensor, de los que no da un balón nunca por perdido. Él mismo acepta y recoge el guante cuando se le intuye la comparación con el delantero del Manchester City. "Soy como el Kun. Rápido, potente, me gusta saltar para cabecear (pese a su 1'71m.), puedo jugar de referencia arriba o de segunda punta", se define. 


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