martes, 13 de agosto de 2013

Juguetes rotos: Mauro Zárate

Corría el año 2005 cuando Miguel Ángel Russo, técnico de cierto renombre en Sudamérica, hacía debutar con la camiseta de Vélez a un joven chico de sólo 18 años y unos pocos meses. Se encontraban en mitad de tabla de un Torneo Apertura que iban a terminar como terceros a tres puntos de Boca, campeón.

Zarate en Vélez
Y es que su debut no fue ni mucho menos sencillo, con una afición cuestionando la incidencia que podría tener un chico tan joven en un equipo que se estaba jugando el campeonato, más aún cuando el mismo bloque acababa de ganar el Clausura 2005. No pensaba mismo Russo, quien no dudó en alinearle en los 6 partidos del torneo, alternando titularidad y suplencia.

Con todo, Zárate desapareció de las convocatorias y se quedó sin ir siquiera convocado en el Clausura, quizás cogiendo fuerzas para lo que venía: la nueva temporada, la de su explosión. De nuevo Russo confió en él, saliendo ya como habitual en el 11 titular y no defraudó. Pese al mal papel general del equipo, Zárate consiguió 12 goles en 19 partidos, siendo el jugador más importante pero dejando claras dos de sus características que hoy le acompañan: egoísmo e irregularidad. Cuando tenía el día bueno, Zárate era lo más parecido a Dios que había sobre el verde del José Amalfitani. Para su suerte, sus actuaciones fueron muy destacadas en casi todas las jornadas.

Su otra cara de la moneda la dejó en el segundo tramo de la temporada, en el Clausura. Con La Volpe en el banquillo, Mauro siguió siendo el jugador más destacado del equipo, pero no como meses atrás. 4 goles en el torneo, con buenos partidos, pero tomando malas decisiones en los momentos clave. Zárate estaba negado cara al gol, y su incapacidad para pasar el balón supuso la desesperación de muchos. Ni una sola asistencia en una temporada y media eran sólo los datos de un jugador que no sabía pasar el balón a un compañero mejor colocado que él. Sólo buscaba la gloria personal.

Con todo, la importancia y juventud le hicieron ser seleccionado por Tocalli para el Mundial Sub 20 de aquel año (2007) disputado en Canadá donde la albiceleste se salió. Como pareja de ataque del Kun Agüero, con Maxi Morález asistiendo y con Banega como dueño y señor del medio campo, Zárate quedó liberado de tareas defensivas y volvió a demostrar su gran capacidad ofensiva en la fase de grupos, donde fue de más a menos. Hasta tal punto que se quedó fuera del equipo titular en los cuartos de final y en la semifinal, dejando su lugar a Di María.

Su momento de gloria llegó en la final del torneo. Tocalli confió de nuevo en él en lugar del ahora jugador del Real Madrid y se marcó un partido espectacular al que puso la guinda con el gol de la victoria, el gol del campeonato, en el minuto 86, dejando el marcador con el 1-2 final ante la República Checa. Un gran disparo al palo corto tras salir de un buen regate en la banda. Su seña de identidad. Eso era Zárate: descaro, galones, gambeta y gol. Y lo había demostrado cuando más falta hacía, cuando los ojos de todo el mundo futbolero estaban mirando.

Agüero y Zárate
Se empezó a especular entonces con el traspaso de este chico al que fuera de Argentina pocos le conocían. Para su mala -o buena- suerte, a Mauro le había podido el dinero más que la pasión y ya había elegido. Había fichado unos días antes del inicio del torneo por un equipo de la potente liga -económicamente hablando- qatarí, empezando así a cavar su propia tumba y dejando 15 millones de euros en las arcas de Vélez.

Zárate (Birmingham)
Tras seis meses en la sombra, el Birmingham le dejó ver la luz al fin consiguiendo su cesión por 6 meses en los que demostró que valía para el fútbol de nivel. Eso sí, cuando le apetecía. Para el recuerdo dejó una exhibición, con dos goles incluidos, ante el Manchester City, que no era ni la sombre de lo que es hoy pero que ya tenía sus primeros cimientos. Con todo, los ingleses perdieron la categoría en la última jornada y Zárate volvió a Qatar.

Pero su futuro no pasaba por allí y el Lazio, cuna de argentinos en Italia, arregló lo necesario para hacerse con el jugador cedido por una temporada pagando 4 millones de euros. Y se vio al mejor Zárate. En un equipo entrenado por Dellio Rossi, Zárate aprendió a jugar en equipo. En una liga tan fuerte defensivamente, para triunfar era inevitable combinar y pese al papel discreto del equipo el liga, Zárate consiguió 16 goles y 8 asistencias, incluyendo una diana en la final de Copa ante la Sampdoria -muy parecido al gol que marcó en la final del Mundial Sub 20- que a la postre ganarían en los penaltis. Al lado de Pandev, el argentino se había erigido como líder del equipo y el club transalpino lo fichó por 21 millones de euros. Pero como todo, su tendencia egoísta siempre dejaba cosas como esta: 



Y tras un gran año, cuando mejor estaba, se volvió a diluir como un azucarillo. Empezó ganando la Supercopa con un buen partido, pero de nuevo volvió a demostrar su tónica de jugador irregular. Quedó falto de gol, cayendo demasiado a banda y asistiendo poco, como le ocurría en sus inicios. Sus gambetas no faltaban, pero se convirtió en un jugador de videoteca, que regateaba bien y creaba peligro, pero nunca concretaba. La afición, eso sí, le seguía venerando. Tanto es así, que el propio Zárate vivió un partido en el que estaba sancionado en la grada con los ultras del Lazio. Siendo además multado por la Federación por realizar el saludo fascista durante el encuentro. Una temporada para olvidar en la que saltó a la palestra por ciertas polémicas. Sacó de sus casillas a su técnico tras una disputa con Kolarov por ver quién lanzaba un penalti. 

"Estoy desilusionado por Zárate... Y no sólo por el mal partido que hizo, en el que perdió muchas oportunidades de gol. Es por su egoísmo en el juego, siempre solo, siempre perdiendo balones. Yo no discuto su talento, pero necesita demostrar mayor madurez", señaló Ballardini, técnico del Lazio.

Más lejos fue su disputa con el ídolo de la ciudad, Totti, y eterno enemigo del equipo celeste. Tras ser preguntado, el "10" de la Roma afirmó que "Zárate tiene clase y talento, pero no está a mi altura. Es un buen jugador pero no es un campeón". Sin cortarse ni un pelo, el argentino contestó a la leyenda romana: "Totti habla demasiado y olvida que está acabado", empezó el delantero para continuar. “El capitán de Roma, me critica siempre, pero hace diez clásicos que no anota. Yo no le contestó, prefiero hacer lo que hago, jugar y anotar". 

Totti y Zárate luchan por un balón
Fue su peor año con el equipo romano, pues en la siguiente temporada volvió a demostrar que, acompañado de los números, se trataba de uno de los mejores jugadores de la liga. Más goles y asistencias (9 y 9 concretamente), Zárate volvió a meterse a todos los ojeadores en el bolsillo. Dejó al equipo 5º clasificado y firmó como cedido por el Inter de Milán, que llevaba años reinando en la liga y acababa de perder el campeonato ante el AC Milan. Una operación extraña en la que el propio jugador solicitó que le dejaran marchar por aspirar a algo más en su carrera.

Su fama de chupón fue más allá, y el Inter le ofreció cobrar menos de sueldo base, dándole un plus de 15.000 euros por cada asistencia de gol. Tras meditarlo, el jugador aceptó la cláusula antichupón, del que por entonces se decía en Italia que regateaba hasta a los postes. "Quiero ser un nuevo Zárate y para eso tendré que pasar más el balón. Quiero cambiar. Voy a hacerlo y a demostrarlo", señaló el jugador en su puesta de largo.

Dejó de ser delantero para ser extremo. Y aunque fue habitual, nunca se encontró cómodo. Dejó de hacer goles, se olvidó de hacer asistencias y su nivel decreció. El Inter ofreció un precio que el Lazio no aceptó, y ahí empezó su ruptura con el club de la capital. Si bien las formas en las que dejó el equipo nunca gustaron, Zárate siguió cavando su propia tumba. Clamó a los cuatro vientos que se quería ir del club y se pasó media temporada a caballo entre la grada y el banquillo para terminar suspendido por el club tras denunciarles por acoso laboral. 

Zárate en el Inter
Sin consultar con nadie, Zárate volvió a Argentina y empezó a entrenar con Vélez hace unos meses, firmando con el club de sus inicios un contrato. Ahora mismo su situación es extraña. La FIFA ha fallado en su favor, haciendo válido el fichaje por el club argentino, pero el Lazio reclama dinero por el pase del tránsfer. De momento entrena, pero no juega. La vida le ha dado una segunda oportunidad de hacer las cosas bien en el equipo en el que todo comenzó. Aún tiene 26 años. ¿De verdad habrá cambiado Zárate?


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