viernes, 15 de marzo de 2013

Manolito, ¡levántate y anda!

Adebayor (M. City)
El pequeño Emmanuel tenía ya los 4 años y aún sus pies no habían tocado el suelo. Nacido en Togo en 1984, una extraña discapacidad le impedía dar un sólo paso y se desplazaba a hombros de su madre o gateando. De una familia pobre y en un país nada desarrollado, nadie encontraba una solución para el pequeño Emmanuel. 

Fue entonces cuando su madre Alice, en un acto de fe, decidió buscar soluciones por todo el continente. Nigeria, Senegal o Ghana entre otras, y absolutamente nada. En ningún lugar conocían el extraño problema, nadie podía ayudar al pequeño de la familia Adebayor. Con todo ya perdido, Alice decidió volver a casa con las esperanzas perdidas totalmente. 

Una vez allí, entre querer y no poder dejar de luchar por su hijo, encontró una última opción para buscar la cura a su hijo: la religión. Toda la familia al completo entró en la iglesia del pueblo y todos los allí presentes rezaron por el pequeño, por el que también pidieron ayuda a los sacerdotes.

Adebayor (As Mónaco)
"Dijeron que iban a rezar por mí durante una semana y que, si no me curaba en esos 7 días, nunca podría andar", contaba hace unos años un emocionado Adebayor. Llegaron allí un domingo y por la noche todos los presentes se reunían a la misma hora para empezar con las oraciones. Los días pasaban y las esperanzas se agotaban, a la par que aumentaba la desesperación.

Hasta que llegó de nuevo el domingo por la mañana y la familia entró como de costumbre en la iglesia. "Mi madre rompió a llorar, era ya el último día y no había conseguido dar ni un sólo paso", decía el hoy delantero del Tottenham.

Casualidades de la vida, en el patio de la iglesia cada tarde se juntaban los niños para jugar al fútbol haciendo del pequeño espacio un improvisado terreno de juego y de las columnas del edificio unas perfectas porterías. Y claro, los sábados y domingos, los grandes encuentros se disputaban por la mañana. Emmanuel, evidentemente, nunca jugaba pero siempre se quedaba hechizado al ver a sus amigos disfrutar del balón.

La misa estaba ya en su fase final y todos los presentes rezaban con máxima tranquilidad, paz y concentración, en un sepulcral silencio que sólo fue interrumpido por los golpes y botes del balón dentro de la iglesia. Y es que uno de los pequeños había chutado tan fuerte que la pelota se había colado dentro de la capilla. Y cuando los allí orantes volvieron la cabeza entre el susto por los ruidos y el enfado por la ruptura de las plegarias, el milagro se hizo realidad.

Adebayor (Arsenal)
El pequeño Emmanuel se levantó y arrancó a correr hasta conseguir alcanzar el balón ante la atónita mirada de toda la iglesia. Adebayor había corrido sin antes andar, su cura tenía nombre propio y ese no era otro que el del fútbol.

"Mi madre estaba aterrada, nunca me había visto andar y de repente yo estaba corriendo. Yo sólo quería coger ese balón y fue lo que hice, además, dicen que lo agarré muy fuerte", continuaba el togolés.

De pronto, todos fueron a rodear al pequeño para observar el milagro, al que siguieron multitud de besos y abrazos. "Tu hijo está destinado a vivir su vida con el fútbol, él se ha curado gracias a ello", no paraban de repetir en la iglesia los presentes. "Entonces supe que mi hijo había nacido para el fútbol", afirmaba su madre.

Desde entonces, la familia Adebayor adquirió una gran fe en la religión, algo que hoy ha heredado el no tan pequeño Emmanuel. "Todo lo que soy lo soy gracias a Dios. Me considero un milagro. No hay nada más importante en mi vida que él y todo lo que soy lo pongo en sus manos".

A día de hoy, Adebayor es delantero centro, un jugador alto y espigado, un portento físico. Algo inimaginable cuando era sólo un crío. Ha jugado en algunos de los clubes más importantes del panorama mundial como el Arsenal, Real Madrid o Manchester City y formó parte del Mónaco que quedó subcampeón de la Liga de Campeones en 2004. Este es Emmanuel Adebayor, el hombre que anda gracias al fútbol.

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