miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿Dónde está Fernando Torres?

Torres, con el Atlético / EFE
Suenan campanas de boda de aquellos que quieren volver a juntar los caminos del Atlético de Madrid y Fernando Torres, que pidieron el divorcio hace más de siete años, pero que parece no haberse olvidado en esta larga travesía. Y es que Fernando, o el Niño, como se le seguirá llamando incluso cuando vaya al fútbol con sus nietos, vestía elegante mientras su pareja se veía desaliñada, fea y maloliente. Aguantaron juntos cerca de siete años, los mismos que llevan sin verse y la separación fue beneficiosa para ambos. El jugador dejó los trajes de buen ver y subió un par de escalones más, pasándose a los Armani.

Mientras, el Atlético conocía nuevos amores, en forma de argentinos, uruguayos, colombianos, turcos o portugueses, que le aportaban la estabilidad que no había podido ofrecer aquel su gran amor. Los rojiblancos se dejaron ver en buenas fiestas y galas, cada vez más importantes, y obtuvieron enormes galardones colectivos y hoy en día siguen en alza, mientras que Fernando llegó al cielo y pasó a un infierno del que hace años no sale. Y es hoy, cuando es el Atlético el que viste Armani mientras que Torres es el astroso y dejado, cuando parece que se podrían volver a unir.

Torres, celebrando un gol ante el Real
Madrid / LAURENCE GRIFFITHS
Pero, ¿dónde está realmente Fernando Torres? Dicen que está en Milán, jugando para un equipo que hace años era temido, histórico, legendario, y que hoy tímido, histérico y zarrapastroso, un cementerio de elefantes donde habitan más cadáveres futbolísticos que otra cosa. Jugadores como Muntari o De Jong, pasados de rosca, delanteros sin gol como Pazzini, porteros que hace tiempo no paran como Abbiati y deportistas como Essien, que no pasó siquiera el reconocimiento médico pero al que se le hizo ficha y juega como el que más. Y lo dicen porque, entre gripes y que la culpa siempre es del empedrado, Torres lleva más de un mes sin salir al campo.

Hubo un tiempo en el que fue codiciado por la mayoría y se erigió como héroe nacional. Fue en 2008, cuando marcó el gol con el que todos nosotros hemos soñado alguna vez anotar, sólo superado dos años después por Iniesta. Cuando le convirtieron en el quinto Beatle y se ganó, por méritos propios, no sólo ser uno de los mejores delanteros del mundo, sino uno de los mejores futbolistas del planeta. No obstante, quedó tercero tras Cristiano Ronaldo y Messi en la carrera por el Balón de Oro y el Fifa World Player, algo impensable hoy, y cuarto en la lucha por la Bota de Oro.

Pero ¡Ay, cómo hemos cambiado! Una vez se hartó de meter goles en Anfield, en invierno de 2010, decidió cruzarse toda Inglaterra, entrando en los libros de historia como el traspaso más caro del fútbol inglés, para llegar a Londres y recalar en el PetroChelsea. Hace cinco años ya de eso y no ha logrado desde entonces ver puerta en más de 30 ocasiones. ¿Qué ha pasado? es la pregunta. Quizás hay que valorar lo que sucedió en aquel verano de 2010, mágico para (casi) todos los españoles. El día 11 de junio arrancaba la Copa del Mundo con España como favorita. El día 16 de abril, a menos de dos meses para la cita, Torres pasaba por quirófano para realizarse una artroscopia y solucionar los problemas de menisco de su rodilla con los que, además, llevaba varias semanas jugando. "Son cuatro años esperando al Mundial y si los plazos van bien, no me planteo perdérmelo", decía él, sabedor de que el único premio a una temporada mala de operaciones era la posibilidad de jugar el torneo internacional.

Muy distinta fue la versión durante y tras el Mundial, que fue un punto de inflexión negativo y el comienzo de su declive. "La rodilla no respondía. Echábamos más horas que nunca de trabajo para intentar estar bien, pero en los entrenamientos veía que no llegaba al nivel", admitía el propio Torres. "Cuando no estás preparado es muy difícil competir en un Mundial", añadía Villa, su pareja en ataque, que confirmaba que la mayoría de sus goles con la roja los había convertido gracias al madrileño. "Se le exigía un nivel, su mejor nivel, y obviamente no podía llegar a él", señalaba el médico del combinado nacional. Y es que Torres acortó plazos y forzó para su recuperación. Llegó sin estar al cien por cien, quizás algo lesionado aún y por eso no fue titular en el primer partido. 

"A mí me cuadraban los tiempos de recuperación, pero te das cuenta de que al final no siempre sale todo como espera uno", afirmaba Torres. Ya se había lesionado unos meses antes, en enero y, tras una gran recuperación, vivía la que él dice ser la mejor época de su carrera. Había marcado quince goles en doce partidos hasta que recibió la noticia: se había vuelto a lesionar y había que operarse.

También distinta fue su versión de las cosas tras pensarlo, en frío. "¿Merecía la pena arriesgar tanto para ser campeón? Para mí sí", admitía sólo una semanas después de salir campeón, cuando decía que el único objetivo que se había marcado era estar en Sudáfrica. "Hoy en día todavía no sé si todo mereció la pena, no sé si volvería a hacerlo otra vez de la forma en la que lo hice", se corregía a sí mismo unos meses después. "Cierto es que la Copa del Mundo no la puedes cambiar por nada, pero cuando fuimos campeones lo primero que vi al abrir los ojos fue a los doctores y fisios (se lesionó en el minuto 120 de la final) y yo no había soñado ser campeón así. Ni siquiera podía saltar con mis compañeros para celebrarlo".

Torres, lesionado en el suelo tras ganar el Mundial 2010 / AP
Y es que es ese momento cuando la carrera de Torres dio un giro por completo y él lo sabía. Arriesgar más de lo debido no había salido bien, más bien acortó y condicionó su vida futbolística. Quizás por eso, tras el Mundial, no quería hablar de él. No se sentía partícipe, en parte, del éxito. Nunca salieron las cosas ya como parte de la plantilla del Chelsea en lo individual. No se volvió a volver a ver jamás la chispa que a él le hacía diferente. Esa que sirvió para superar a Lahm en carrera, esa con la que metió 81 goles en tres años y medio con el Liverpool. Una historia que tiene un cierto paralelismo con Michael Owen, otro delantero histórico del equipo red. Otro jugador al que maltrataron las lesiones, que poseía también la misma chispa que perdió tras varias operaciones de rodilla, tras caer al suelo y salir gateando de una Copa del Mundo. Tras no volver a ser el mismo nunca más. 

Torres, con el Chelsea / ANDY HOOPER
Hoy, Torres, aunque bien físicamente, parece algo más lento, tosco, descoordinado y hasta torpe, los mismos síntomas que tuvo el propio Owen. Igual que le pasó a otros muchos que no volvieron a dar el nivel tras los fatídicos problemas de rodillas. Torres duda si volver o no al equipo que le vio nacer. Hace mucho tiempo ya que, para la opinión popular, dejó de ser un delantero útil. Fernando tiene el buen recuerdo de los seguidores del Atlético como su mejor trofeo y fracasar en una hipotética vuelta sería terminar con los apoyos que le quedan. Pese a rendir a un altísimo nivel en el Liverpool, acabó saliendo por la puerta de atrás, viendo cómo los reds quemaban incluso camisetas con su nombre y su 9 a la espalda. En Chelsea, aunque le aprecian por su esfuerzo, trabajo y sacrificio, nunca tendrá el reconocimiento de haber sido determinante. La historia en Milán no parece escribir demasiadas páginas. 

Su palmarés es envidiable. Es el único futbolista en toda la historia que ha jugado y ganado una final de Mundial, Eurocopa, Champions League y Europa League. Es el único hombre que ha marcado en dos finales de Eurocopa (2008 y 2012). Los títulos colectivos harán que dentro de 30 años pase a ser recordado como uno de los mejores jugadores de la historia, pese a que de su carrera, sólo haya rendido a buen nivel en los dos primeros tercios de ella. Un jugador no es bueno o malo. La trayectoria de un futbolista tiene grises, factores y variables que condicionan una carrera. A los jugadores no se les olvida, de un día para otro, cómo se juega a esto del balón. El fútbol es una máquina que tritura y devora a un ritmo imparable e inimaginable.

Torres anotando el gol que le dio a España la Eurocopa 2008, ante
la atenta mirada de Phillip Lahm / CHRISTIAN CHARISIUS 

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