jueves, 17 de noviembre de 2016

Maverick Viñales va muy en serio



Apenas llegó la bandera a cuadros que terminaba la temporada 2016, se volvía a apagar el semáforo en Valencia para que los pilotos empezaran la nueva temporada. Los test de martes y miércoles en Cheste han servido para dar el pistoletazo de salida de pretemporada y dejar las primeras sensaciones en un mercado que ha sido muy movido y que depara un 2017 que se antoja apasionante.

Maverick Viñales, nuevo piloto de Yamaha, ha sido sin duda la sensación de las pruebas en el trazado valenciano. Viñales, que viene de cuajar una gran temporada con Suzuki, a la que llevó a lo más alto del podio en Silverstone, demostró ya a las primeras de cambio que puede ser el piloto que más haya acertado con el cambio de monturas. Su tiempo el martes con la moto de 2016 (1'30.9) le colocó en lo más alto de la lista, seguido muy de cerca por su nuevo compañero de equipo, Valentino Rossi y por un Jorge Lorenzo que se subía por primera vez a la Ducati, pero a la de 2016.

La Yamaha y Maverick parecen hechos el uno para el otro. Vale que sólo van dos entrenamientos, que sólo son los primeros ajustes y que aún tiene que cambiar todo mucho. Pero no se veía una conexión tan rápida y un engranaje tan perfecto desde que Casey Stoner se montó en su Ducati hace ya casi una década. Porque Maverick también ha sido el piloto más rápido en la segunda sesión de entrenamientos (1'29.9). La cara de Lorenzo y Stoner, juntos en el box de la marca italiana, cuando el de Yamaha bajó del 1'30 lo dice todo. Maverick ha irrumpido en 2017 como un elefante en una cacharrería. Nadie duda de su talento, nadie duda de su precocidad, nadie duda de su ilusión y de sus pericia con las manos sobre las dos ruedas. Aún es pronto para pronosticar si Viñales va a ser o no candidato al título (aunque yo me aventuro y digo sí), pero el hecho es que lo tiene todo para serlo. A su potencial y su nivel presente hay que unirle ya, al fin, una montura rápida que le llevará a ganar carreras. Su handicap ahora está en otros frentes. Ya no deberá correr por encima de sus posibilidades para tener que luchar por entrar en el podio, como sucedía con Suzuki. Ahora tendrá que pulir su sistema de salidas (que deja bastante que desear) y su miedo a pilotar en agua (esta última temporada se han vivido demasiadas carreras con el terreno mojado). Eso le llevará a la regularidad y de ahí vendrán sus aspiraciones de título. Ya se vislumbran al fondo sus duelos con Marc Márquez y, sin duda, de darse más pronto que tarde se antojan emocionantísimos. Una Yamaha contra una Honda comandadas por, posiblemente, los dos pilotos con más talento de la época reciente.

Porque Marc Márquez puede estar también contento. El campeón se ha dedicado a rodar con la moto de 2017 y seguir sumando vueltas a una montura que ya había probado y que antoja una mejora considerable de la del año pasado. Su límite lo pone él. Si sabe gestionar el año como el último, será el máximo candidato a revalidar el título. Si trata de ir más rápido de lo que sus posibilidades le indican en según qué circuitos, se encontrará con un nuevo 2015 o con una temporada igual que el final de la que acaba de terminar. 

Jorge Lorenzo se subió por primera vez a una Ducati y el balance es positivo. La moto sigue siendo la tercera en discordia de la parrilla, pero con su aportación y la dedicación ya 100% de Stoner, más lo conseguido por Dovizioso, puede poner la máquina roja a la altura de las dos monturas japonesas. Eso lo marca Dovi, que englobó un cómputo de tiempos positivísimo en las dos jornadas. El italiano fue quinto el martes (a dos décimas) y el miércoles fue tercero, el primero de la otra Liga. Lorenzo, que llega a la marca como número uno, deberá ser el nexo entre luchar por el podio y poder ganar carreras. La experiencia y habilidad del 99 obligan a cerrar esa distancia entre Ducati y Yamaha y Honda. Cuando Lorenzo tenga todo en su sitio, se antoja muy posible que tenga carreras liderando de semáforo a bandera, esas que tanto le gustan a él, como en Valencia estos dos últimos años. 

El cuarto en discordia es Valentino Rossi. Y es que ya no sorprende a nadie que un tipo que cumple 38 años a la vuelta de la esquina siga siendo igual de rápido que hace dos décadas. Un Rossi que ha tenido que adaptarse a todos los cambios, competir contra 3 generaciones de pilotos que llevaban los nuevos sistemas en su adiestramiento y aprendizaje. Il Dottore estuvo mejor el martes (segundo), que el miércoles. Pero de Rossi tampoco importa mucho. Un piloto de domingos, el único capaz de sacarse un ritmo en carrera que no ha tenido en entrenamientos.

Luego está Pedrosa, un peldaño o dos por debajo. Dani lleva 15 años seguidos ganando al menos una carrera en el Mundial. Es el "Y si..." continuo. "Y si no se hubiera caído...", "Y si no fuera tan pequeño...", "Y si Honda se centrara un poco más en él...". El caso es que su sistema siempre es el mismo, cíclico. Problemas para empezar, se adapta, empieza a subir al podio, gana carreras, y cuando está al nivel de los hasta ahora 3 fantásticos (él es el cuarto), se cae (o le tiran), se lesiona y vuelta a empezar. Así nunca se puede luchar un Mundial en la máxima categoría (y él lo ha hecho durante siete años hasta las últimas carreras). La historia reciente y sus dos últimas malas temporadas (y eso que en 2015 fue el piloto que más puntos sumó en el segundo tramo de la temporada) nublan la vista de quienes no le mete en las quinielas al título. Vale que tenga menos opciones, por pura estadística, puros números, pero ahí están sus credenciales. Y cuando Dani es rápido, que es un reloj, no hay nadie capaz de darle caza. Así las cosas, un inicio positivo de temporada por su parte le colocaría como un serio aspirante, como todos los demás. Es por eso que sus rivales le tienen mucho más en cuenta de lo que lo hace la opinión pública, relegándole siempre a un segundo plano. Quienes comparten parrilla con él saben que es mejor que las cosas no le vayan bien, porque es muy extraño que un piloto de su calibre pase 10 años por el Mundial y se vaya con el palmarés a cero

Con Andrea Iannone nos vamos a divertir, y mucho. El panorama no se va a diferenciar mucho de lo que vimos al maníaco con la Ducati no oficial de Pramac. El italiano va a seguir siendo rápido, va a correr por encima de sus posibilidades y las de la moto, va a caerse, va a seguir siendo agresivo, va a continuar haciendo adelantamientos extraordinarios, va a tocar metal y quién sabe si alguna victoria. Es un lujo tener un piloto como él en la parrilla, el espectador lo sabe y ojalá Suzuki siga con su crecimiento para tener más corredores en la pelea. 

En la otra liga, los pilotos no oficiales cada vez se acercan más a la primera división. Ahí entra en juego Crutchlow, ganador de la competición en 2016 y asoma la cabeza Jack Miller, otro al que el talento le rezuma por las orejas. Se aleja de ahí Pol Espargaró, que va a tener una empresa difícil, y asoma la cabeza su hermano Aleix, que ha cogido el testigo de Bautista en Aprilia y la puede hacer evolucionar un pasito más. De eso el mayor de los hermanos sabe un rato. 

Italia se apunta a las categorías pequeñas

Nos vamos a divertir también con Moto2 y Moto3 este año. En la categoría intermedia ya no están los gallitos de la última temporada y ahora toca el relevo de testigo, generacional. Morbidelli se presenta como el máximo candidato al título junto a Luthi. El suizo, actual subcampeón, puede tener ante sí la última bala para volver a hacerse con un cetro mundialista. De seguido, saber de qué es capaz de hacer Fabio Quartararo con el siempre competitivo Sito Pons. El francés ha pagado en exceso su aura de niño prodigio y debe dar un paso adelante para no quedarse en eterna promesa. Junto a ellos, habrá que ver el nuevo proyecto de KTM con el campeón de Moto3 Binder y un recuperado Oliveira, que vuelve a juntar su camino con Ajo. En esa pugna deberán estar Jorge Navarro y Álex Márquez. Quizás el título les quede grande, pero deberán luchar por subir al cajón y estar siempre en el top 5 (Si Álex logra no caerse cada GP tendrá una baza a jugar por el título), peleándose con sabios de la categoría como Corsi, Simeón o Nakagami. El japonés está siendo el más rápido en los entrenamientos de pretemporada, pero luego, en las carreras, le cuesta ser regular. Muchas ganas hay de ver a Bagnaia con el equipo de Rossi. El italiano, capaz de ir rapídisimo con un hierro en Moto3, puede ser sin duda la sorpresa del año. Su capacidad de adaptación y su versatilidad para pilotar cualquier montura hacen de él un activo atractivo para 2017.

En la categoría pequeña, Bastianini coge el favoritismo para hacerse con el título. Después de dos años luchando por la corona, el aterrizaje del italiano en el Estrella Galicia le coloca como el obligado aspirante al campeonato. Junto a él estará un Romano Fenati que vuelve de su exilio con Ongetta, el equipo que le vio nacer. Fenati ha sido el más rápido en las primeras pruebas con su nueva moto y su talento es incuestionable. En un segundo escalón se sitúa Antonelli. Su llegada a KTM le hace ganar enteros en las quinielas. Cuando Antonelli aprenda a no caerse, será un peligro en la lucha por el título para sus rivales. Para romper esa hegemonía italiana (a la que pueden sumarse pilotos como Dallaporta, Bulega, Di Ginnianantonio o Migno, que seguro, al menos uno dará la sorpresa y estará arriba) está Joan Mir. Con el Leopard retornando a Honda, Mir, rookie del año, se postula como uno de los pilotos candidatos. Se espera también un buen hacer de Jorge Martín y Canet, que deberán luchar por podios y quien sabe si por alguna carrera. Igualadísima la temporada, a no ser que uno de los más veteranos saque su brazo ejecutor, como el curso pasado Binder y hace dos Kent. Pero habrá podios para todos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario