miércoles, 6 de enero de 2016

Adalberto Peñaranda, la penúltima perla del Udinese

Peñaranda celebra un tanto con el Granada / AGENCIAS
Hay quien se atreve a asegurar que Adalberto Peñaranda será el mejor jugador de todos los tiempos de Venezuela, título honorífico y totalmente subjetivo que se podría decir hoy está en poder de Juan Arango. Quizás demasiada presión para un joven que acaba no sólo de debutar en Primera División, sino de cumplir los 18 años. Y es que hasta hace bien poco el vinotinto no tenía edad legal siquiera para tener carnet de conducir y en sólo unas pocas jornadas ya se erige como el salvador de la temporada de un Granada que marcha con más penas que glorias, tambaleándose en la fina cuerda que separa el descenso de la permanencia.

Sus cifras, pero sobre todo sus sensaciones, son positivas y esperanzadoras. La nueva perla del Granada, que juega cedido en Los Cármenes por el Udinese, igualó el mes pasado una estadística que le pone a la altura de Agüero, Messi, Raúl o Torres. Y es que sólo ellos cinco han conseguido marcar cuatro goles en Primera División con 18 años. Peñaranda, además, tiene hasta final de temporada (cuando cumpliría los 19) para quedarse líder en solitario de ese selecto club de jugadores que no han terminado siendo poca cosa en el fútbol mundial, precisamente. El venezolano, encima, es el jugador más joven de la historia de la Liga en marcar un doblete (18 años y 185 días), desbancando a un tal Leo Messi de tal honor. Y en el Granada, que tiene doble mérito.

Adalberto Peñaranda no es más que la enésima promesa que sale de la factoría de la familia Pozzo, que tiene el Udinese como origen y echa raíces sobre Granada y Watford. Se puede poner en cierta duda el uso de compra-venta que le da a sus clubes el empresario italiano, pero nunca el rendimiento deportivo. Los italianos se mantienen en su lucha en el Calcio, mientras que los granadinos permanecen en la máxima categoría del fútbol español tras pelear desde el infierno. Los ingleses, quizás los mejor parados hoy, disfrutan de esta su primera experiencia en la Premier y, hasta la fecha, lo hacen con más alegrías que disgustos. Es por eso, siempre con el Udinese como matriz, ser común ver pasar a los jugadores de los italianos por los otros afiliados. Iturra o Nyom, por ejemplo, o Nico 'El Diente' López, han vestido dos de las tres camisetas de los Pozzo. Otros como Ighalo han llegado a pasar por las tres entidades.

Giampaolo Pozzo se caracteriza por comprar barato y vender caro. Por hacer un paralelismo, lo que en su día llegó a hacer el Sevilla gracias a Monchi o lo que hace desde más de una década el Oporto de Pinto da Costa. El ya bautizado como Modelo Udinese empezó a gestar en 1986, justo hace 30 años, cuando Pozzo compró el club. Se basa en un scouting minucioso desde los más jóvenes de Italia hasta el sitio más escondido de sudamérica, quizás este último el que más gusta y el que mejor rendimiento ha dado, pasando también por las pequeñas escuelas de fútbol africano. Todo empezó con el ya retirado Giannacheda, rescatado en 1995 de la Serie C totalmente gratis y vendido años después por más de 25 millones. Una operación que se repitió poco después con Amoroso, fichado por 3 millones del Flamengo vendido por 36, 12 veces más. Y así, un sinfín de jugadores como Appiah, traído de Ghana sin coste alguno, Fiore, David Pizarro o Iaquinta. Más recientemente, otros como Asamoah Gyan, Muntari o Handanovic, hoy por tero del Inter de Milán repiten la ecuación. Incluso Cuadrado, que pasó sin pena ni gloria por Udine pero que dejó más de 21 millones en las arcas. Quizás el caso más célebre sea el de Alexis Sánchez, con unas cifras clavadas a las de Amoroso. Benatia, Inler, Candreva, Mauricio Isla, Roberto Pereyra, Allan, Armero o Muriel completan huecos en una lista que no parece tener fin y cuya amortización económica se antoja casi incalculable. Cerca de 300 millones de euros de beneficio en no más de 20 jugadores.

Espigado, con camiseta de manga larga cuyos puños le sobrepasan los dedos y un movimiento de piernas peculiar. Es imposible no acordarse, aunque sea sólo un poco, aunque sea del chico joven que jugaba en el Santos, de Neymar. Sin comparaciones, uno es uno de los tres mejores jugadores del mundo; el otro, un buen proyecto. Su salida de regate en corto, su conducción intercalada entre balón largo y pegado al pie, su condición de canchero y ese recorte por detrás recuerdan a los inicios del joven brasileño. Otros, en cambio, aseguran que su conducción por el centro y su arrancada con la pelota rompiendo líneas, así como la conducción de ésta, recuerda un poco al Diego Costa más asilvestrado que llegó a España siendo incluso menor de edad.

Sea como fuere, la factoría Pozzo ha vuelto a funcionar y es Peñaranda, quien por cierto aún no ha debutado con la absoluta de Venezuela (cuestión de tiempo), la nueva perla que se trae entre manos. No extrañaría verle el año próximo con las rayas negras y blancas del Udinese si la proyección sigue tan ascendente como hasta ahora. Tampoco que un club como Inter de Milán, Tottenham o Liverpool (aseguran desde Granada que ya hay contactos) se dejen un buen jornal para hacerse antes que nadie (pero después de Pozzo, como casi siempre), con la nueva próxima estrella del otro lado del charco. Hace con Success (otro de la familia italiana) una pareja de oro, dos críos casi juveniles, que no han llegado siquiera a madurar, pero que ya intimidan y asustan a las mejores defensas del fútbol mundial. Adalberto Peñaranda, fácil de recordar.

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