viernes, 20 de marzo de 2015

El error egipcio de Mou: Mohamed Salah

Parece especialista el Chelsea en deshacerse en los últimos tiempos de aquellos jugadores a los que no encuentra acomodo por un precio elevado que se antoja irrechazable, sobre todo si se mira que aquellos chicos que se marchan pasan más tiempo del que desearían entre la grada y el banquillo. Uno se fija en el rendimiento de cierto delantero que hoy destroza redes en el Everton y de un pelirrojo pecoso con cara de travieso que ha hecho de los campos alemanes su jardín hogareño y se cuestiona hasta qué punto, el dinero da la felicidad y es más importante que los resultados. Y es que ese mediapunta ratonero del Wolfsburgo, que responde al nombre de De Bruyne, cosecha mejores registros (goles y asistencias) que toda la línea de mediapuntas del equipo londinense, por donde acampan Hazard, Oscar y Willian.

Y es ahí donde aparece Mohamed Salah, el último descarte de Mourinho que hoy es, junto a Carlos Tévez, el jugador más en forma de la Liga Italiana. Y es que al técnico portugués se le metió entre ceja y ceja el fichaje de Cuadrado en invierno y para hipotecar dicha incorporación mandó a Schurrle a Alemania. La Fiorentina, que no se contentaba sólo con el dinero tras perder a su jugador con más cartel, preguntó por ese chico egipcio de 22 años con cara de pocos amigos que se sentaba jornada sí y jornada también en la grada y al que sólo los 33 minutos disputados en Liga le diferenciaban de un vulgar utillero. Con lacito, respondió Mou. Pero cedido, por si las moscas.

Salah, con la Fiorentina / GETTY IMAGES
El huracán africano que se ha desatado desde entonces en la angelical ciudad de Florencia no hace más que alimentarse con el paso de los días. Cuadrado, encasillado, reconocido por los rivales y con el hambre de ir a un equipo con mejores expectativas, no estaba cumpliendo con su cometido y el egipcio ha revitalizado a un equipo que camina con paso firme en Europa League y esprinta en esa carrera de fondo por acabar entre los tres primeros en el Calcio. Y es que Montella le ha sacado el mayor de los partidos. Le da libertad por detrás de un punta nato e incluso le permite jugar, en ocasiones, como hombre más adelantado. Cuando cae a bandas, sin importar el perfil, sus diagonales son sinónimo de pena de muerte y es capaz de llevar él sólo un contragolpe haciendo parecer que en vez de un sólo hombre a la portería rival se dirige una manada de bisontes.

Seis goles y dos asistencias le avalan en los 700 minutos que ha disputado en tierras italianas. Allí luce el dorsal 74 como homenaje a la cifra de víctimas que se cobró en 2012 la batalla de Port Said, un altercado entre dos hinchadas en la final del campeonato con un trasfondo político que dejó también más de 1000 heridos. Se ha erigido como el líder de la Viola y ha hecho creer a sus tiffosi que con él todo es posible. 

El Chelsea le conoció en 2013 cuando, en las filas del Basilea, el egipcio sacó de sus casillas al conjunto inglés y cerca estuvo de privarle de jugar la final de la Europa League que a la postre conquistó y sólo seis meses después, con Mourinho ya en el banquillo, ejecutaron la usual técnica florentiniana de encapricharse de todo aquello que a uno le pinta la cara. Aunque en Londres, la presencia del africano ha sido más bien como la del Perro del Hortelano, pues ni ha comido ni le han dejado comer. Ahora, Italia se rinde a la nueva estrella de su Liga. En Florencia resuenan tambores de guerra cada vez que el chico que no pierde la sonrisa engancha la pelota, ya sea en campo propio, en la frontal o en las bandas. Y Mou, que se tira de los pelos porque duele que otros aprovechen lo que tú no has podido, aún se ríe en la sombra porque sabe que le tiene bien atado en corto.

Salah, a punto de jugar bajo la mirada de Mou / GETTY IMAGES


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