jueves, 13 de noviembre de 2014

Volviendo a la Tierra de Dios

Salió por la puerta de atrás de St. Mary Stadium Mauricio Pochettino el pasado mes de mayo, con el cariño de la grada en el bolsillo pero con una insostenible relación con los dirigentes del club, uno de los motivos principales de su marcha. Y es que de la mano del técnico argentino, los Saints encontraron esa estabilidad tan añorada que casi no recordaban, tras años luchando por evadir el descenso de la máxima categoría o intentando, desde la segunda división, llegar a ella.

Un club condenado a permanecer, como máximo, en mitad de la tabla incluso en sus mejores días. Sus 130 años de historia sólo recogen una FA Cup hace más de tres décadas y su mayor orgullo es haber tenido en sus filas durante toda su carrera a Matt Le Tissier, al que apodan God [Dios] en Las Islas y que proclamaba su amor a esa camiseta rechazando las ofertas de los mejores clubes del mundo. "Prefiero ganar a los mejores que unirme a ellos" era su lema. Un equipo basado en la cantera, una fábrica de joyas interminable de la cual han salido diamantes como Alan Shearer, máximo goleador de la historia de la Premier, o jugadores de muchos quilates como Gareth Bale, Theo Walcott, Alex Oxlade-Chamberlain o el hoy jugador el Manchester Luke Shaw, uno de los últimos de abandonar su tierra.

Y es que, según cuenta Rubén Uría en su libro 'Hombres que pudieron reinar', todas las entradas y salidas de la ciudad están adornadas con un cartel que reza 'Welcome to Southampton, you're entering the country from Le God'. [Bienvenido a Southampton. Está usted entrando en el país del Dios], en referencia al ya citado Matt Le Tissier. Un Southampton cuyos colores rojo y blanco viste hoy el Atlético de Madrid, pese a que en sus orígenes jugaba de azul. Dice la historia que allá por el principio de siglo pasado un emisario del club colchonero, enviado a Inglaterra a comprar uniformes del Blackburn Rovers, no pudo hacerse con el material que andaba buscando y acabó en Madrid con camisetas de los Saints, escribiendo así un punto y aparte en la historia del equipo de la capital española, que desde entonces juega a rayas rojiblancas como el Southampton.

Koeman, en su presentación / Robin Jones, Digital South
Volviendo al pasado, pero sólo cinco meses más atrás, los aficionados de este equipo inglés se esperaban lo peor cuando, tras la marcha de Pochettino se anunciaba la llegada de Ronald Koeman al banquillo, un entrenador que había fracasado en sus dos experiencias fuera de la Liga Holandesa. Mientras, el equipo era desmantelado y sus estrellas, esas que habían constituido al equipo revelación de la temporada 2013-2014, se iban desvinculando del club. Lo hizo Artur Boruc, el portero. También el 75% de la defensa. A saber, Chambers, al Arsenal, Lovren, al Liverpool y Luke Shaw, al Manchester United. Tampoco se iba a quedar Lallana, una de las sorpresas del curso, que acompañaba a Lovren en Anfield. Gastón Ramírez se marchó con el mercado de fichajes cerrándose al Hull City y ni siquiera se quedó en el equipo Rickie Lambert, un romántico que llegó a jugar con los Saints en la League One (tercera categoría del fútbol inglés). Una grave lesión de rodilla de la que aún no se ha recuperado fue lo único que evitó la fuga de Jay Rodríguez, que apuntaba al Mundial con Inglaterra y al que se lo rifaban los mejores clubes europeos tras unos meses a gran nivel.

Graziano Pellé celebra un gol con los 'Saints' / AFP
Así, con más de medio equipo desmantelado a razón de 120 millones de euros, empezó a trabajar Koeman. Hoy, sólo seis meses después, el equipo marcha segundo en la Liga, sólo superado por el imparable Chelsea. Es el club que hace un fútbol más vistoso y atractivo para los seguidores y el que mejor defiende (cinco goles encajados en 11 partidos) y se antojan complicados los pronósticos sobre cuándo perderán (sólo han cedido ante Tottenham y Liverpool). Ocho fueron los goles que le endosaron al Stoke City hace unas jornadas y en ese apartado destaca Graziano Pellé, una apuesta personal del técnico holandés. Y es que Pellé, un italiano defenestrado y olvidado en su país como Jonathan Soriano en España, por ejemplo, ha tenido que emigrar a Inglaterra y esperar a sus 29 años para recibir la llamada de la azzurra. Un delantero que no ha pasado desapercibido para nadie y que es la sensación de la Premier desde su llegada. Maneja todos los registros. Es elegante y corpulento, posee un juego de espaldas magnífico y un peligroso y potente juego aéreo. Controla ambas piernas y no hay muchos mejor que él a la hora del remate. Puede que no sea un 10 en nada, pero es un ocho en todo. Junto a él suele jugar Shane Long, aunque últimamente lo hace Mané. El primero es muy parecido al italiano, aunque mucho menos goleador. El segundo es el polo opuesto, velocidad, vértigo, una marcha más en cada partido. 

La improvisación y la magia la pone Tadic, otra recomendación de Koeman. Un completo desconocido para la mayoría que ya se ha colado en Inglaterra por la puerta grande. El serbio es un prodigio en el regate y un visionario con el último pase. De esos jugadores que, con regularidad, se convierten en estrellas. Por detrás, la mezcla de músculo y calidad suponen un cóctel perfecto. El corazón y el pulmón del equipo. De ello se encargan Wanyama, Davies y Schneiderlin. El último ya oye cantos de sirena después de que fuera sorpresa su permanencia en la plantilla tras la desbandada del pasado invierno. Davies, por su parte, suple con garantías a un lesionado Ward-Prowse que volverá a la titularidad cuando se recupere de su grave lesión, como también lo puede hacer Jay Rodriguez siempre y cuando vuelva a su pasado nivel. Fácil no lo va a tener.

Plantilla 2013-2014 / Footballuser.com
Plantilla 2014-2015 / Footballuser.com
*En rojo los jugadores que ya no están en la actualidad. En amarillo aquellos que siguen pero han perdido la titularidad. En azul los que se mantienen en el once de un año para otro.

La defensa es la clave del equipo. Muchas veces se han visto equipos capaces de tener el balón durante gran parte de los encuentros y sufrir sin él, mostrando carencias en el repliegue. Conjuntos preparados para ser máquinas de atacar que no saben correr hacia atrás, por importantes que sean los nombres de sus zagueros. No es el caso del Southampton. Fonté es el jefe de la defensa, y también del equipo. Así lo demuestra la cinta de capitán que luce pese a llevar sólo cuatro temporadas en el equipo. A su lado, Toby Alderweireld, un jugador de unas características muy parecidas a las del portugués. Una pareja con un toque de balón propio de mediocentros encargada de comenzar cada ofensiva, la primera baldosa del once. Escoltados por dos buenos carrileros como Bertrand, que ha encontrado el sitio que no tenía en el Chelsea y Clyne, que la temporada pasada ya acabó sumando minutos y que gracias a su inicio de campaña ha recibido la llamada de Inglaterra.

Sin olvidar que en la portería está escoltada por Fraser Forster, olvidado durante años en el Celtic de Glasgow, condenado por jugar en una liga de menor nivel y encantado ahora con poder mostrar su verdadero nivel en una de las mejores ligas del mundo. Todo lo que se acerca por sus dominios es brutalmente espantado. Un guardameta seguro por arriba, rápido de reflejos, con una gran habilidad para detener balones desde los 11 metros y de los que hacen ver más pequeña la portería al delantero.

Y es así, con un equipo de hombres y no de hombres, como el mismo Southampton que a principios de temporada estaba en todas las quinielas como candidato al descenso, se ha ganado el respeto por méritos deportivos, por derecho propio, por buen juego, por goles y por fútbol, sobre todo por fútbol. Es así como ha despertado el interés de miles de aficionados hambrientos de buen espectáculo y es así como su ciudad ha quitado con orgullo el polvo de aquellos carteles a la entrada, porque ahora, todos los clubes que visitan el St. Mary Stadium, ya saben que cuando ponen un pie en Southampton, están adentrándose en la Tierra de Dios. 

La plantilla, celebrando un tanto de Mané / Getty Images

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