martes, 27 de abril de 2021

La madurez de Iheanacho

Andrew Boyers/Imago Images

Me daba muchísima pena cuando veía que el Manchester City no le daba oportunidades a Kelechi Promise Iheanacho. Nunca engañó a nadie, de frente, su primer apellido ya auguraba lo que era: una promesa. Lo cierto es que, escribiendo este artículo y repasando datos, me he dado cuenta que el nigeriano jugó mucho más de lo que mi memoria me decía en el equipo Citizen, pero mucho menos de lo que mi humilde opinión cree que merecía. Es cierto que compartía posición con Agüero, uno de los mejores delanteros del mundo y quizás la mayor estrella de la entidad. Como también que, si no iba a tener sitio a corto plazo por edad y por lo que tenía delante, lo mejor era salir a préstamo para foguearse y volver cuando el Kun ya estuviera para otros menesteres. 

Iheanacho saltó a la fama en un Mundial Sub17 donde él solo dominó el torneo. Nigeria se proclamó campeona y su goleador el Mejor jugador del torneo. Con un estilo ofensivo delicioso más de toque que de potencia, los africanos incluso acabaron llevándose también el premio Fair Play, algo inusual para un equipo que llega a instancias finales y, en este caso, se alza campeón. Nigeria marcó 26 goles en siete partidos, a casi cuatro de media por duelo, y su estrella participó en la mitad. Seis goles y siete asistencias. Lo curioso es que Iheanacho no tenía ni siquiera el sitio asegurado en el once. Venía de haber jugado unos pocos minutos en la Copa África de la categoría y todo hacía indicar que su sitio en el banquillo, pues el delantero titular, Awoniyi (hoy en el Unión Berlín) era inamovible. Un cambio casi de última hora hizo que el hoy futbolista del Leicester jugara todo el torneo desde la banda derecha, una posición que no le era la más natural, pero que le vino como anillo al dedo para ser el generador de peligro constante que se movía con libertad mientras todos fijaban sus miras en el delantero centro africano.

Dos años más tarde, aquel torneo fue otra vez monopolio nigeriano, pero esta vez con un estilo distinto. Víctor Osimhen y Kelechi Nwakali destrozaron a cada rival que se puso en sus caminos. El primero vacunaba y el segundo generaba. Las comparaciones aparecieron entonces entre Osimhen e Iheanacho, siendo dos futbolistas radicalmente distintos y totalmente complementarios, y ambos les siguió una carrera paralela, pues ambos parecieron quedarse estancados en su llegada al profesionalismo, y en los últimos meses ambos están dando que hablar precisamente con argumentos de peso que se reducen al gol en dos de los mejores equipos de las grandes ligas.

Uno no entendió que, en la temporada 2015-2016, Iheanacho tuviera tan pocas oportunidades con respecto a su competencia. Esta no era el Kun, sino más bien Bony. Es cierto que el nigeriano apenas tenía 19 años, y que el marfileño venía con una carta de presentación mejor, pero fue el rendimiento del segundo el que no le dejaba con argumentos de peso para jugar más. Iheanacho fue el mejor del City en los dos torneos de Copa (hizo seis goles y dio tres asistencias en cinco partidos) y cuando Pellegrini le dio la oportunidad en las últimas jornadas de Premier, se salió con cinco dianas y un pase de gol en cuatro partidos. 

Inexplicable es, entonces, que una temporada más tarde la confianza que parecía habían depositado en él se fuera por la borda. El City firmó a Pep Guardiola, pero también se hizo con un delantero prometedor un año menor al nigeriano: Gabriel Jesús. El brasileño fue la alternativa de Guardiola al Kun, siendo además el técnico español muy dado a aquello de jugar sin un delantero fijo, por lo que Iheanacho, que tuvo un protagonismo secundario en el primer tramo de la temporada, desapareció totalmente en el segundo. ¿Se había estancado o simplemente nadie le estaba dando la oportunidad? 

Parecía, entonces, o eso se dejaba vislumbrar, que Kelechi Iheanacho era uno de esos jugadores africanos que deslumbraban en torneos internacionales juveniles y que luego se quedaban por el camino. Saddick Adams, Adama Traoré (no el de los Wolves), Frank Acheampong, Clifford Aboagye... Hay muchos que han corrido esa suerte. ¿Era el nigeriano otro fichaje de futbolista joven que no explotaba como se creía en estrella mundial? Era el Manchester City un equipo dado a encontrarse con ese tipo de jugadores. Caicedo, Jo Alves, Guidetti o Enes Unal saben de lo que hablo.

El caso es que el envite del Leicester tampoco parecía idóneo, aunque sí esperanzador. Iheanacho cambiaba al Kun por Vardy como pareja de baile. Ambos, los mejores jugadores de la historia de sus entidades. Los ídolos. Los héroes. Imposibles de sustituir. Y ahí, al nigeriano le costó, pero más en el segundo año que en el primero, curiosamente. Porque su año de debut fue un poco como en el City (con la diferencia de que ya no era ningún crío y tenía 21 años y un par de experiencia en el país), jugando poco, pero aprovechando al máximo sus oportunidades, sacando un rendimiento de casi un gol generado por partido. Pero se desplomó un poco en el segundo, dando opción a todo tipo de rumores y especulaciones que se prolongaron en la temporada pasada. Y es que, al inicio de la 2019-2020 sus apariciones fueron escasas. Las llegadas de Ayoze y Maddison y la ascensión de Barnes le dejaron en un papel poco protagonista... Hasta que acabó rompiendo el cascarón.

Fueron una serie de problemas musculares de Vardy los que le dieron la alternativa y desde el final de la campaña pasada, Brendan Rodgers quedó encantado con el papel de su nuevo descubrimiento. Tanto, que desde hace varios meses, el técnico no ha dudado en cambiar el esquema de juego para incluir al nigeriano como titular fijo al lado de Vardy en detrimento de quien sea. No importa. Su impacto esta campaña, ya con 24 años, es el que se le esperaba mucho antes. Quizás no fue problema suyo, sino de que nunca nadie le dio continuidad. Hoy, Iheanacho sí es ese jugador que aterró a todo el globo en un mundial juvenil. Juega como delantero al lado de Vardy, pero siempre se deja caer por banda derecha, baja a combinar a la medular y abre espacios para sus compañeros. Sus registros esta temporada están al alcance de muy pocos jugadores. Ha metido 17 goles y dado seis asistencias en solo 1800 minutos de juego, lo que significa que produce un gol cada 78 minutos. Un seguro de vida. Como empezar los partidos con 1-0 siempre. Sus últimos meses ponderan este sentimiento, pues ha metido 14 goles en sus últimos 14 partidos disputados con los foxes

Hoy el Leicester es tercero, tiene a cinco puntos el subcampeonato, a cuatro a su máximo perseguidor, y un colchón de siete para sostener su plaza de Champions League para la próxima campaña. Con solo 15 puntos por disputar, sería extraño que el equipo de Brendan Rodgers se quedara el curso que viene sin jugar la máxima competición continental. Un escenario que, sin duda, servirá para aumentar aun más el nivel y el escaparate de un Kelechi Iheanacho que por fin ha roto el cascarón.

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