Hoy es 26 de abril de 2013. O lo que es lo mismo, hoy hace 110 años que se fundó el Club Atlético de Madrid, mi amor de toda la vida. Dicen que las parejas se rompen cuando una engaña a la otra, cuando la rutina se apodera del sentimiento y cuando uno de los dos se cansa por completo. He pasado por todas ellas, y todavía le quiero como el primer día.
Han sido mil y una veces las ocasiones en las que he soñado con ser ese “9” que salía en el último minuto y le daba la copa a mi equipo, como todos, supongo. Nunca se cumplió. Más de cien en las que el Atleti, como yo le llamo, me decía que iba a ganar, que me ilusionara porque esta vez sí, que no había mejor oportunidad y al final me terminaba rompiendo el corazón. Cosas.
Y es que no hay cosa peor que ver en el Calderón, esa casa que nos quieren desahuciar, a jugadores de la talla de Musampa, de los Santos y Novo durante años cada domingo. Y lo peor es que les apoyábamos.
Mañana es un día importante. Mañana será el día en el que el Atlético de Madrid haga 110 años y un día. Ah, y también hay derbi, que se me olvidaba. Lo que antes era un clásico y que ahora se ha convertido en rutina, tradición y automatismo. En otras palabras: derrota, decepción y desengaño, gracias en parte a un gigante venido a menos. 14 largos años en los que te levantabas, y tu cabeza, que no tu corazón, se dividía con un doble pensamiento: Por un lado, pensabas que era la misma historia de siempre; por otro, un simple detalle intrascendental en el día te hacía creer que ese era el día cuando se rompería la mala racha y al fin venceríamos.
Fíjate si somos, que nos mienten, nos engañan y nos roban, y aún así, seguimos ahí al lado. Con todo, te queremos y te adoramos. Y es que, junto a ti, hasta morir. Somos un equipo capaz de subir y bajar de las nubes al mismo tiempo, impredecible. Capaz de lo mejor y de lo peor. ¿Qué se puede esperar de un equipo que ha teñido su historia de rojo y blanco gracias a un despiste hace ya más de 100 años? Bendita dejadez, de azul y blanco no seríamos lo mismo. Nosotros te lo damos todo y a cambio, sólo te pedimos que ganes. Bueno venga, con derrochar coraje y corazón, como dice la canción, nos vale. Y si no lo haces, me voy a enfadar, pero sólo un poco, porque en nada tenemos que volver a jugar y me necesitas. Te necesito.
¡Ah, y mañana hay derbi! Que se me olvidaba. El derbi es ese partido que buscas con ansia nada más salir el calendario a relucir. No se sabe aún ni el día exacto, ni la fecha concreta ni cómo iremos en la tabla. Pero se busca.
Y un poco antes de la jornada –y cuando digo un poco digo 15-20 días-, tú sólo piensas ya en eso. “Este año no lo veo”. Já, valiente cobarde. Te acuestas el día de antes con un cosquilleo en el estómago propio de las finales. Sueñas con ganarles de todas las maneras posibles. Ya sea de goleada escandalosa, con una remontada antológica o con una pequeña injusticia arbitral, que duele más. Y casi cuando esa victoria está llegando, llegas a la cruda realidad. El día ha comenzado y será largo. Muy largo.
Sales a la calle como si fuera un día normal. Pero sabes que no lo es. Tú no tienes la cabeza para más cosas que para el partido. Vas clasificando a todas y cada una de las personas que te cruzas y sabes si son colegas, o son “del otro”. Y creedme, se sabe. Curioso como por un día, hasta el mejor de tus amigos se convierte en tu peor enemigo, persona inaguantable donde los haya. Esas risitas, esas miradas por encima del hombro y esa prepotencia, te matan. Es entonces cuando decides de verdad: “Este año no lo veo”. Já, otra vez, valiente cobarde.
Cobarde porque ha llegado, casi, la hora. Empiezas a imaginar todo lo que habías soñado, todo lo que sigues soñando al fin y al cabo y una vena hooligan te invade la cabeza. El corazón siempre lo estuvo. Comienzas a ver vídeos de hazañas rojiblancas, a cantar el himno y a preparar un santuario. El partido va a empezar. “Este año sí”. Sacas tu bufanda de la suerte, esa que sacaste la última vez, cuando perdimos. Pero es la de la suerte. No me quiero aventurar en cómo será mañana, pero la historia reciente no nos es favorable. Después de todo esto, la última vez me prometí que no lo iba a ver… y aquí estoy. Así es el Atleti, y así somos los atléticos. Nunca lo vais a entender, y eso nos duele, pero nos gusta. Porque en el fondo, no tenemos remedio. Y eso nos encanta.
Y que cumplas muchos más.
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