viernes, 19 de abril de 2013

El calvario de Ryan Taylor

A los 20 años, un joven llamado Ryan debutaba en las filas del Tranmere Rovers de la Ligue One. Nacido en Liverpool,  el chico cuyo apellido era Taylor asombraba con su capacidad para el golpeo en largo, así como con pelota parada. Las comparaciones con David Beckham eran imposibles de contener. Para más inri, jugaba de interior derecha, como el mítico "7" del Manchester. Desde el costado, contribuyó al equipo con 8 goles y 3 asistencias para llegar a unos Play Off de ascenso a la Championship que no consiguieron superar.

El Wigan, entonces en Premier League, no dudó en hacerse con sus servicios por una cantidad cercana a los 100.000 euros. Una ganga. A caballo entre el primer equipo y el reserva, Taylor comenzó a tener una primera toma de contacto con la élite del fútbol inglés. Los Latics consiguieron salvar la categoría y Taylor continuó aprendiendo una temporada más. En la 2006/2007 llegó su primer gol en Premier League en lo que se iba a convertir en su especialidad: las faltas directas. Casualidades de la vida, se estrenó frente al que sería su futuro equipo, el Newcastle. Con un guante en la derecha como carta de presentación, Ryan sólo jugó 16 partidos esa temporada. Lo curioso es que si bien nunca fue habitual e indiscutible en un puesto, su polivalencia le hizo ser el parche que Paul Jewell utilizó con asiduidad. Bien en los laterales, bien como interior derecha o bien como mediocentro, fue cogiendo experiencia y madurando cada vez más.

Ryan trabajaba y trabajaba, pero los minutos no llegaban. Y una temporada más el banquillo era su habitat natural. Sin tener una posición fija, el lateral derecho era su demarcación cuando el entrenador le hacía ser de la partida. Como valoración personal, muchas veces he pensado que si no fuera por su escandaloso golpeo a balón parado, nunca podría haber llegado a la Primera División. Lo cierto es que no tenía cualidades para defender y de mitad de campo para arriba no tenía el mordiente suficiente como para generar peligro. Pero su golpeo en largo y de falta ganaba partidos.


Más curioso fue el día que marcó su segundo gol en Premier. También a balón parado, y también frente al Newcastle. También con uno cero como resultado final. Con 24 años llegaron sus primeros problemas físicos, perdiéndose un mes y medio de competición. Poco después de volver, dos goles suyos frente al Birmingham le dieron los 3 puntos a su equipo en un partido a vida o muerte por el descenso. En 2 partidos, 6 puntos que a final de temporada permitieron al Wigan mantener la categoría. Lo cierto es que Ryan había marcado 4 goles con el Wigan que habían supuesto 9 puntos, teniendo como gran consecuencia la salvación del equipo dos temporadas seguidas.

En verano llegaron sus primeros problemas de rodilla, que le iban a dejar apartado de los terrenos de juego durante los 3 primeros meses, salvo una pequeña reaparición frente al Aston Villa en la que quedó demostrado que aún no estaba al 100%. Su reaparición tuvo lugar en St. James Park. Y para no fallar con la tradición, Ryan anotó. Esta vez su equipo no ganó, pero su gol sirvió para sacar un valioso punto. Meses más tarde anotó el segundo gol de la temporada. ¿Adivinan el rival? Sí, otra vez las urracas, otra vez de falta, y otra vez para dar los 3 puntos a su equipo.

Unas urracas que, hartas de ver a Ryan perforar su meta, decidieron fichar al jugador en el mercado invernal  como refuerzo para intentar salvar una categoría que al final perdieron. Allí, por apellido, se le empezó a conocer como "el hermano de Steven Taylor", algo que evidentemente no era cierto, y se les comenzó a nombrar como Raylor y Saylor para distinguirles.


En lo más alto de segunda división, Chris Hughton supo sacar lo mejor de él. Su ya habitual polivalencia se engrosó cuando el técnico magpie decidió ponerle como central alguna que otra vez. Ryan necesitaba jugar, y la presencia de Simpson y José Enrique en los laterales le cerraban el sitio. Unas veces en defensa de 5, otras como central, otras con Simpson en el centro de la zaga, y otras como pivote defensivo, Raylor disputó la mejor campaña de su carrera, en segunda división, anotando 4 goles y repartiendo 6 asistencias que ayudaron al Newcastle a ganar el campeonato y recuperar la categoría.

De nuevo en la Premier, su futuro se tornaba a negro. De nuevo, el banquillo, lo que alternó con el equipo reserva con asiduidad. Pero la llegada de Alan Pardew a mitad de temporada le hizo cambiar su rol, algo que se vio aumentado con la marcha de José Enrique meses después. Para el recuerdo, su gol en la victoria de la FA Cup frente al Chelsea que eliminó a los blues y una volea espectacular contra el Everton.. Tras un año casi en blanco, el lateral izquierdo fue su punta de lanza. Era la primera vez en la que se asentaba en una demarcación. Pero era la parte más débil del equipo y todos los sabían. El que él definió como "el mejor momento de mi vida" llegó en la segunda jornada de esa temporada 2011/2012. El Newcastle visitaba el estadio del Sunderland, el eterno rival. Con 0-0, una falta muy escorada fue señalada por Howard Webb, y todas las miradas se centraron en el "16". El resto de la historia ya lo suponen. Golazo y 3 puntos de oro para las urracas y un derbi ganado en campo rival. La máxima de las honras. 

En la segunda mitad de la temporada, Davide Santon se asentó en el lateral izquierdo y Ben Arfa reapareció, dejando a Raylor en un segundo plano. Había sido su mejor temporada, coincidiendo con una muy buena actuación del Newcastle en el curso, sorprendiendo a todos entrando en UEFA y habiendo luchado hasta la última semana por la Champions.

Y cuando parecía que se había asentado como parte importante de la plantilla, todo se torció. Al inicio de esta temporada, el Newcastle se jugaba el pase a la fase final de la UEFA en la previa. Era 30 de agosto y sólo se llevaban 10 minutos de partido cuando su rodilla dijo basta. Una semana antes, un gol suyo había encaminado la eliminatoria contra el equipo griego.

Las pruebas lo confirmaron, rotura de ligamento cruzado. Al menos 8 meses de baja. 8 meses de duro trabajo en los que Ryan no ha dejado nunca su intención de luchar y luchar para volver en su mejor estado. El 11 de abril el Newcastle se jugaba el pase a las semifinales de la UEFA.

"Esperando el partido de esta noche. Me encantaría que este fuera el último partido que me perdiera esta temporada", fue lo que escribió en su perfil de twitter.

Tenía el alta médica y sólo le quedaba recuperar algo de forma. Pardew ya había confirmado que estaba al mismo nivel que los demás y que sólo le faltaba algo de ritmo. El pasado miércoles, el Newcastle colgaba en su web oficial la fatal noticia: "Ryan Taylor se rompe los ligamentos de su rodilla". Y es que a sólo unos días de reaparecer, el jugador de Liverpool se volvió a lesionar de lo mismo de nuevo. Un calvario 

Los médicos han diagnosticado que no volverá a jugar hasta febrero de 2014 mínimo. Otros 10 meses en blanco -más los 8 que ya lleva-, luchando por superar algo que ya creía pasado pero que es más presente que nunca y le puede truncar su futuro. Él, nunca ha dudado: "Gracias por el apoyo, esto es un gran obstáculo en mi carrera, pero os aseguro que estaré de vuelta en un futuro cercano. Sigo aquí".

Sin duda, todos deseamos mucha suerte a esa pierna derecha. Una de esas que golpean el balón como los ángeles. A balón parado, de las mejores que vi.




No hay comentarios:

Publicar un comentario