martes, 9 de diciembre de 2014

Matías Kranevitter: el chico que creció viendo vídeos de Busquets y Pirlo

Tres son las señas de identidad del fútbol argentino, sin contar los asados de carne, claro está. Jugadores potreros, gambeteros capaces de romper todos los esquemas de un partido es la primera; también los guardametas altos, difíciles de batir en el uno contra uno cuando clavan la rodilla al más puro estilo fútbol sala; por último, en los últimos años, la figura del 'cinco' argentino ha ido cogiendo peso y convirtiéndose en la esencia por antonomasia del fútbol albiceleste, donde Mascherano es su último y quizás mejor exponente. 

Uno de estos últimos es Matias Kranevitter, jugador de 21 años de River Plate que da sus primeros pasitos en esto del balón y que bien podría haber destacado en otros deportes. Y es que Colo, como le apodan (también le llaman Jefecito por Mascherano), hizo sus pinitos en el golf cuando sólo tenía 12 años. Pasó dos de ellos como caddie en un campo cercano a su casa para aportar algo de dinero en casa, un deber que le correspondía al ser el mayor de seis hermanos en una familia humilde. Padrinos no le faltaban. César Castillo y Andrés Pigu Romero, golfistas con buen nombre en el panorama mundial son familia suya y le introdujeron en el mundo. Admite que no se le daba mal eso de los hierros y la gente de su entorno lo confirma, pero en Argentina todos los críos sueñan con otra cosa.

No dejó escapar el tren del fútbol cuando un ojeador de River llamó a su puerta con 14 años. Viajó a Buenos Aires y pasó la prueba pertinente que le ha llevado a ser hoy uno de los futbolistas con mayor proyección. De hecho, una desafortunada lesión (rotura del quinto metatarsiano del pie derecho en octubre) le ha privado de su primera convocatoria con la selección absoluta de Martino, para la que contaba con muchas papeletas.

Kranevitter, entrenando con muletas / River Plate
Una lesión, eso sí, que no le impidió entrenarse cuando caminaba con muletas. Sorprendió a todos, compañeros y cuerpo técnico incluidos, cuando sólo unos días antes de pasar por quirófano saltó al césped del Monumental con sus dos muletas como aliadas para realizar sesiones de entrenamiento. "Me dieron vacaciones, pero no aguanté", afirmaba. Hizo algo de carrera, toda la que se puede hacer con esos armatostes de apoyo y realizó ejercicios de golpeo de balón con la izquierda, su pierna mala. Repitió más de una y de dos sesiones, no fue algo testimonial de cara a la galería. Otro de sus cometidos,además, era hacer piña y alentar a la plantilla, que vivía momentos importantes en la lucha por el título. 

Claro que, viendo su historial, tampoco debería sorprender ver al Colo en un futuro con alguna lesión más seria correteando junto a sus compañeros en las vísperas de un partido. Y es que el pasado mes de febrero decidió jugar el Superclásico contra Boca con 40 grados de fiebre. River ganó 1-2 en La Bombonera con una gran actuación suya y al término del encuentro fue ingresado en un hospital, donde se le diagnosticó una gastroenteritis severa. 

Admite que de pequeño se fijaba en Mascherano, hoy reconvertido a central en el fútbol europeo pero toda una referencia en el fútbol sudamericano en la posición de '5'. El Jefefito, oficiosamente capitán de la albiceleste, hizo carrera también en River, con el dato peculiar de debutar antes con el primer equipo de la selección que con el de River, y es el espejo al que mirarse para todos los centrocampistas. 

Las comparaciones son odiosas pero en este caso necesarias. Krane es un jugador que no pierde nunca la posición, que se coloca a la perfección con y sin balón, que no acostumbra a ir al suelo, cosa de la que dista con Masche. Aunque el hoy jugador del Barcelona no es su única referencia. "Sigo a Mascherano, pero también me fijo en Bastian Schweisnteiger. Me gusta fijarme cómo juegan a un toque, cuándo retroceden y también ver cómo antes de recibir la pelota ya saben hacia dónde la van a hacer circular, porque tienen una referencia de todo el campo de juego". Malos profesores no se ha buscado precisamente, porque afirma también admirar a Redondo, pionero en esta posición para el fútbol contemporáneo.

Kranevitter, en su debut ante Lanús / La Página Millonaria
A todo este mejunje personal hay que sumar el entrenamiento colectivo y personalizado que le ha impuesto Marcelo Gallardo, su actual técnico y su máximo valedor desde que llegó al banquillo de River. "El secreto de mi juego es que el míster me hace ver vídeos de Busquets y Pirlo". Y la verdad que, con mucho por hacer aún y salvando las distancias, el chico tiene cosas de ambos también.

Su progresión en año y medio hace imposible no pensar en un futuro, aunque no muy lejano, salto al fútbol europeo. Tiene condiciones para jugar como hombre más retrasado en un centro del campo formado por tres mediocentros, pero también en uno formado por un doble pivote. Saca el balón sin complicaciones, aunque le cuesta ir más allá de la primera línea. Es decir, tiene buena salida de pelota desde abajo pero no es un creador de juego. Tiene un aire de ser siempre superior a los demás. Es un prodigio a la hora del corte y su capacidad de anticipación está a la altura de muy pocos. Juega en corto y en largo con calidad, siempre se ofrece cuando un compañero cercano tiene la posesión y tiene una cualidad muy difícil de ver en el fútbol actual: cada balón que da siempre es mejor que el que ha recibido. Tiene suma facilidad para recibir libre de marca y cuando está presionado es usual ver cómo se genera unos metros a base de fintas de fútbol sala o escondiendo el balón. Sus piernas, largas e interminables, le hacen ir bien al corte cuando está por detrás del balón sin necesidad de ir al suelo, algo que no suele utilizar y su mayor defecto está en el juego aéreo. Su altura (1'82 metros), eso sí, hace pensar que pueda progresar y mucho en el futuro. Condiciones todas ellas que le hacen ser superior en el torneo argentino e invitan a pensar en que el fútbol sudamericano se le queda pequeño. Cualidades que deberá adaptar a un fútbol más exigente como el europeo, algo nada fácil y un puente por el que muchos talentos nunca acaban de pasar. 

Es Matías Kranevitter, el chico que dejó el golf por jugar al fútbol, el cinco de hierro que bien pudo ser un 'hierro cinco'. El jugador que se entrenó en muletas a horas de pasar por el quirófano y que jugó con 40 grados de fiebre para ser ingresado minutos después. En Argentina ya le conocen y algunos se atreven a alternar las letras de su apellido para llamarle Kraven, como El Cazador de Marvel. El futuro ya está presente.

Kranevitter, durante un partido / TELAM

2 comentarios:

  1. Grandísimo artículo y grandísimo jugador para nuestro atleti

    Came

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  2. Fútbol europeo más exigente que el Argentino? Son distintos, se juega distinto, pero el fútbol argentino no saca cracks porque sí, es un fútbol extremadamente físico, donde se marca mucho y se presiona mucho, en donde está todo equiparado y no salen campeones siempre los mismos (RMA, ATL, BAR), donde puede salir campeón un Newell's, un Banfield, no sólo River y Boca. Acá vino Gignac (que no es ningún crack, pero proviene de ese "fútbol más exigente" y ni la tocó, está Tevez, subcampeón de la Champions y casi ni la toca. Hay diferencias, pero ese "fútbol exigente" por alguna razón necesita al argentino, al brasileño y al uruguayo (estos tres en su mayoría) para seguir siendo competitivo, cosa que no pasaría si no se moviese muchísimo más marketing y dinero allá.

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