Existe una máxima en el deporte en general y en el fútbol en particular que defiende la teoría que se presenta en este título: lo que funciona no se toca.
Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer es una célebre frase que bien podría reflejar a las mil maravillas lo que se quiere decir con esta entrada. Y es que, si hay algo que funciona ¿Por qué cambiarlo? Es cierto que se puede ir a mejor pero, ¿Por qué jugársela e ir a peor? Riesgo cero.
Es por eso que en el Real Madrid juega Diego López y no Casillas. Diego, ese guardameta infravalorado y enemigo público número uno de unos pocos que tienen el poder de convencer a otros muchos por el simple hecho de haber coincidido con Iker en el conjunto blanco. El mismo Diego que sería ídolo de haber aparecido 5 años más tarde en el mismo sitio o en la actualidad en cualquier otro y no sería objeto de los insultos y desprecios, sino que más bien originaría halagos. Porque el capitán, que ahora está cogiendo ritmo en Champions -esa competición en la que López mantuvo al Real Madrid vivo con su actuación en los partidos frente al Manchester-, llevaba sin disputar partidos de alta competición cerca de un año sin mostrar el nivel al que realmente estaba. Más allá de forofismo de bufanda y no de coherencia. Y es que, Mourinho primero y Ancelloti después, saben que lo que funciona no se toca.
Es por eso que en el Atlético de Madrid juegan 11 siempre y unos pocos en contadas ocasiones. Por ejemplo, Alderweireld ha llegado de un equipo menor para ocupar una asiento en el banquillo y jugar cuando los otros dos -Miranda y Godín- no estén disponibles. Y tan importante es esta regla, que es bastante probable que el belga sea mucho mejor central que los dos que tiene por delante y le privan de minutos. Pero en el Calderón ganárselos está caro y más en una defensa que es de las mejores del mundo y no deja de acumular partidos con la portería a cero y superar récords de imbatibilidad. Y aunque el mismísimo Maldini rejuvenecido llegase a las órdenes del Cholo, tendría que ganarse un puesto con algo más que sudor, sangre y lágrimas. Es por eso que Guilavogui, centrocampista internacional con Francia y con un gran cartel en el viejo continente, no ha jugado más que en los recreos por detrás de un Gabi al que le cuesta acertar un pase fácil a 5 metros pero que se ha convertido en el corazón y el pulmón de este equipo histórico que no cesa de dejar en la lona rivales histéricos. Y es que, Simeone sabe que lo que funciona no se toca.
Es por eso que Rafael Benítez, entrenador hoy del Napoli, ha llegado a Italia con su mismo sistema de siempre, con las mismas ideas de sus primeros triunfos con la idea de ganar títulos en la Serie A, como hizo con el Liverpool, Valencia y Chelsea pese a los críticos. Y es por eso que con su idea inicial de juego, el Napoli seguía la estela de una Roma impecable hasta que Hamsik, capitán, santo y seña del equipo, dejó de entrar en el 11 primero por decisiones técnicas y después por lesión. Curiosamente, la Roma, invicta y de récord en récord, ha sucumbido 4 partidos sin su también capitán, Totti, en la cancha. Un conjunto que vive de Gervinho, que sólo ha funcionado bajo las órdenes de Rudi García. Y es que, tanto Benítez como García, saben ahora que lo que funciona no se toca.
Es por eso que el Newcastle lleva 4 partidos consecutivos conociendo la victoria con los malos en el campo y los buenos en el banquillo. Paradójico. Un Newcastle que empezó la temporada sin alma, encomendado a las diabluras de Ben Arfa y que se ha convertido en un equipo con sacrificio y juego irregular. Porque con el casi retirado Shola Ameobi en el 11, del que se decía que no valía ya para jugar en la Premier, los magpies no conocen la derrota. Y porque con Williamson, en la misma situación que el nigeriano, las urracas vuelan hacia la cabeza de la tabla tras vencer a Chelsea, Tottenham, Norwich y WBA. Porque Ben Arfa, el crack del equipo, está en el banquillo y en su sitio juega un Gouffran que se parte el alma por el escudo; Porque Yanga-Mbiwa, central francés que llegó con más nombre del que ha demostrado en el pasado mercado invernal, se sienta a su lado y en su sitio juega Willo, y las cosas salen; Y porque Cissé, el hombre gol de St. James Park, sólo ha metido un gol -en Capital One Cup- esta temporada y Shola le ha comido la tostada. Y es que Alan Pardew sabe que lo que funciona no se toca.
Es por eso que la Juventus, que lleva años paseándose por la Serie A con una superioridad que debería avergonzar a sus rivales, sucumbió en Champions ante el Real Madrid. Porque si Conte llevaba años sorprendiendo a rivales y destrozando equipos con el 3-5-2 [o 5-3-2, como se prefiera], el cambio de sistema le hizo morder el polvo en el Bernabéu, saliendo a jugar con más complejos de los que en realidad tiene. Y es que ahora, Conte sabe que lo que funciona, no se toca.
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