Adelantándose a varios grandes de Europa, el Atlético de Madrid ha cerrado la contratación de Marcos Paulo, atacante del Fluminense nacido en Brasil pero que juega para la selección de Portugal al poseer la doble nacionalidad. Criado en la cantera del Flu, el equipo carioca tenía la convicción de que la venta de su nueva estrella supusiera el traspaso más caro de la historia de la entidad, un honor que hasta ahora posee Gerson, que se marchó a la Roma por algo más de 18 millones de euros. En cambio, el parón por la pandemia, la crisis económica y que el Coronavirus se comió un año de fútbol, y de contrato, metió al futbolista en su última temporada vinculado al club que le vio crecer y los cantos de sirena desde el exterior le han hecho desoír todas las ofertas de renovación y sí tener un frente abierto de posibilidades donde dar el salto. Y el Atleti lo dejó atado en enero. Es por eso que, desde febrero, el futbolista ha estado apartado del equipo y entrenando con el filial, sin tener presencias ni en el final de la pasada temporada ni en el inicio de esta.
Los casi 20 millones que va a dejar de ingresar el equipo brasileño han sido la gota que ha colmado el vaso en las relaciones con el Atlético de Madrid, que no eran del todo ideales después de que los rojiblancos se negaran a volver a ceder a Caio Henrique al equipo carioca, interesado en una futura compra del jugador reconvertido a carrilero, por haber aceptado una oferta del Gremio. Coincide que Marcos Paulo siempre ha tenido a equipos o entidades en disputa, pues a nivel de selecciones ha defendido en categoría Sub18 y Sub19 los colores de Portugal (de donde era su abuelo materno) y no de Brasil, donde ha vivido toda su vida.
Debutó como profesional a los 18 años recién cumplidos en Copa Sudamericana y, prácticamente desde el primer día, ha sido titular indiscutible. En estos dos años como profesional ha jugado 84 partidos, contando Serie A, Carioca, Copa de Brasil y Copa Sudamericana, en los que ha metido 16 goles y ha repartido una quincena de asistencias. El jugador es un generador continuo de ocasiones y situaciones de gol también para otros compañeros.
Marcos Paulo es un atacante aún por definir. Juega mejor escorado a banda izquierda, con libertad absoluta de movimientos por todo el frente de ataque, pero es algo que aún deberá pulir mucho cuando dé el salto a Europa. Su estilo es quizás comparable al de Richarlison en cuanto a las posiciones en las que mejor se desenvuelve y su desempeño en ellas. Su fútbol tiende a ir siempre directo, buscando diagonales y no línea de fondo. De su paso por el Fluminense, también en su sección de fútbol sala en categorías inferiores, ha adoptado una habilidad especial para pisar y esconder el balón muy poco usual y muy poco vista en el fútbol que se juega sobre césped y con zapatillas de tacos. Suele abusar del regate, en ocasiones adornándose demasiado, y de esa superioridad técnica que posee sobre el resto, siendo incluso extravagante y desquiciante para el rival. El brasileño es potente y fuerte en conducción.
Su adaptación se puede antojar compleja por varios motivos. El primero, que el salto entre Sudamérica y el primer nivel europeo cada vez es más grande y lo han notado recientemente jugadores muy llamativos en Brasil como Everton, Gabigol, Bruno Guimaraes, Paquetá o el propio Gerson. El segundo, porque aún no tiene una posición absolutamente natural, que debería estar entre la banda izquierda o la delantera, pudiendo ser también acompañante de un ariete más de área. El tercero, porque llega al Atlético de Madrid, un equipo que en las últimas campañas acostumbra a no tener un esquema totalmente definido y donde la exigencia defensiva y el rigor táctico son fundamentales, cualidades de las que aún carece Marcos Paulo. En el actual equipo colchonero, Marcos Paulo podría desenvolverse mejor acompañando a Luis Suárez en punta, una posición para la que la competencia es altísima, con Joao Félix y Correa peleando también por el puesto. Claro que, si Simeone decide volver al 4-4-2 que tantos años ha tenido vigente, lo más lógico sería pensar que el jugador encontrase acomodo en el perfil izquierdo una vez que adquiriera los conocimientos defensivos de la posición, algo en lo que muchos, más contrastados que él, han fracasado en estos últimos años.
Marcos Paulo no ocupa plaza de extracomunitario al tener nacionalidad portuguesa, por lo que ese no será problema tanto si el club rojiblanco decide quedárselo como si opta por cederlo. Lo ideal sería que el futbolista se pudiera ir a préstamo durante el primer curso a un equipo ya de la propia Liga Española, para aclimatarse al país, para acoplarse al ritmo europeo y para tener más minutos en equipos más necesitados de los que pueda disfrutar en el equipo que defiende título. Eso sí, en caso de plantilla corta, en un año condicionado por la crisis económica, no sería de extrañar que el Atlético decidiera quedarse a un jugador en el que hay muchas expectativas y que no ha costado nada, tendrá el sueldo más bajo de la plantilla y por tanto apenas supondrá coste en el Fair Play Finenciero de la Liga. Con todo, interesante ver sus primeros partidos, la idea de Simeone con él y saber si es capaz de trasladar esa superioridad técnica y caer de pie en un fútbol a un ritmo absolutamente distinto al que está acostumbrado.
En enero de 2021, el Atlético de Madrid cerró el fichaje de Marcos Paulo. Brasileño con pasaporte portugués (e internacional de las inferiores lusas), el delantero/extremo de Fluminense, que terminaba contrato, firmaba hasta 2026. pic.twitter.com/u2daqCqihJ
— Diego Gª Argota (@DiegoGArgota21) May 25, 2021
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