Kipchoge celebrando la gesta / INEOS |
Hace apenas unos años, pensar que había un atleta capaz de
bajar de las dos horas en un maratón era sinónimo de poca cordura. El 2:02:57
de Dennis Kimetto en Berlín en 2014 parecía un registro estratosférico y era normal pensar que no
había ningún atleta capacitado para bajarlo. Los intentos, casi siempre en
Berlín y Londres, las pruebas más rápidas por recorrido y condiciones, se
quedaban en eso, un casi, pero no. Y si reducir ese registro se antojaba
complicado, qué decir de romper la barrera de las dos horas, lo que significaba
bajar casi tres minutos la cifra. Era utópico.
“Aún no ha nacido el atleta que sea capaz de bajar de las
dos horas en la distancia”, aseguraban los expertos. Pero entonces apareció
Eliud Kipchoge, a Nike y al keniata se les metió entre ceja y ceja lograr la
hazaña y con el apoyo de la multinacional Ineos, Eliud Kipchoge ha corrido hoy, 12 de octubre de 2019, los 42 kilómetros y 195 metros 1:59:40. Filípides debía
estar dando palmas en su tumba, porque para lograr tal gesta, el africano ha tenido que correr cada kilómetro a 2’50 minutos, o lo que es lo mismo, ir a 21
kilómetros por hora.
Coge tu pulsómetro o activa tu aplicación del móvil y sal a
probar. Si eres un atleta novel, directamente olvídate a acercarte a las
cifras de velocidad y tiempo. Si eres un runner de domingos, echarás el bazo, pero difícilmente te
acercarás siquiera a los 3’30, con suerte, y apenas podrás agarrar la velocidad unos metros, o lo que es lo mismo, un par de segundos. Si estás habituado a correr, entrenas a menudo y realmente
tienes una buena condición física, puede que te llegues a poner en la cifra
marcada o quedarte muy cerca, pero apenas lleves dos zancadas verás cómo tus
piernas van más rápido de tus posibilidades reales y te habrás pegado un calentón
tremendo para no lograr el objetivo. Si además de entrenamientos de calidad,
tienes talento, serás capaz de llegar a esa velocidad y si eres capaz de
aguantarla solo un kilómetro, enhorabuena, porque te deberíamos ver a menudo en
podios de carreras populares e incluso si aguantas un poquito más de 1000 metros, estarás al
borde de haber sido o ser profesional.
Hay quien dice que el registro no tiene mérito, que no es
real, que es más un ensayo tecnológico que una hazaña sobrehumana. Como si tecnología y deportes no fueran de la mano. Como si el
hecho de llevar liebres, unas zapatillas voladoras y de hacerlo en una prueba
privada bien estudiada para lograrlo hubiera hecho que Kipchoge, que ha ganado
10 de las 11 maratones que ha corrido en su vida, no hubiera tenido
prácticamente nada de culpa en la prueba pese a ser el protagonista
principal. Como si la mejor marca de la historia oficial (2:01:39) no fuera ya
suya. “Es que si yo llevara sus zapatillas y esas liebres y en esas condiciones
también lo hacía…”. No, Kipchoge no iba en patinete eléctrico.
La principal crítica a la hazaña del atleta keniata apunta a
las zapatillas. Las Nike Vaporfly 4%, un diseño bien estudiado por el propio
Kipchoge y creado por la multinacional de Atlanta, que ya usa la mayoría del
pelotón en largas distancias (no hay más que ver el predominio del Mundial de
Doha) y que quien ha probado realmente dice se nota. “Llegas más entero al
final”, admite Jesús España, quien las utilizó pintadas de negro porque su
patrocinador era New Balance porque “quería competir en igualdad de
condiciones”.
Dicen los expertos que el rendimiento se mejora en un 4% (de
ahí el nombre y no por el drop, que es de 10mm) y que en una maratón el recorte
debería ser de aproximadamente 90 segundos. La IAAF no ha prohibido calzarlas,
de hecho todos las usan y todos están en disposición de ello. Incluso un popular, si está dispuesto a rascarse el bolsillo con 250 euros, puede hacerse con unas, aunque no notará la diferencia. Son zapatillas pensadas para rendir a ritmos por debajo de 3:30. Hay quien habla
de dopaje tecnológico, como sucedió en su día con los bañadores en natación,
pero lo cierto es que hasta que el máximo organismo no se pronuncie en contra,
no hay nada de lo que uno se pueda quejar.
Y es que como dice el ciclista Mark Cavendish, deporte y tecnología van de la mano. Los avances, grandes o pequeños, son parte de cada barrera humana superada. ¿Acaso le quitamos mérito a Armstrong porque subió a la Luna en cohete y no lo hizo levitando? “Ya, pero es que amortiguan más y aprovechan mejor la
energía”, como si las zapatillas normales, habituales y que se ven en el día a
día no hubieran hecho lo mismo en su día. Como si no hubiera habido evolución
desde las carreras con Adidas Gazelle hasta las carreras con simples Adidas
Boost. ¿Dónde ponemos el límite de la evolución? ¿Por qué unas sí y otras no?
¿Por qué no se corre descalzo entonces?
No hay comentarios:
Publicar un comentario