Cuando Aleksandar Mitrovic tenía 18 años y apenas acababa de ver la luz como jugador del primer equipo del Partizán, su compañero Markovic, en una entrevista que se hicieron el uno al otro para el canal del club serbio, le preguntó en qué equipo soñaba con jugar, su respuesta dejó a todos boquiabiertos: "Newcastle United", dijo sin siquiera pensarlo, casi cortando a un Markovic que ejercía con criterio de periodista. Podía haber elegido Real Madrid o Barcelona, como casi todos, o en caso de soñar con disputar la Premier League, el Manchester aún de Ferguson ganaba a todo y a todos, el vecino tenía el dinero y el Chelsea siempre era un atractivo. Pero no, no titubeó al nombrar al equipo que juega en St. James Park. Acababa de cumplir los 18, un futbolista ambicioso, extravagante, de esos a los que el ego a veces no les cabe en el pecho que se ha ganado más de un apelativo del estilo El Ibrahimovic Serbio. Tenía todo el derecho del mundo a soñar con jugar en el mejor club del mundo, en el que más dinero le pagase o en el que pudiera ser más famoso, pero eligió el Newcastle, entonces 17º clasificado de la Premier, un equipo a la deriva a un par de puntos del descenso.
Para su disgusto, fue el Anderlecht belga el que se hizo con sus servicios al pagar cinco millones de euros tras poco más de medio año rayando a gran nivel en Partizán. Dos temporadas y 36 goles después, el Newcastle se hizo con Mitrovic y se cumplió un sueño. Dicen muchos que la temporada del controvertido jugador serbio ha sido un desastre. Y es que las urracas, que pagaron 18'5 millones de euros por el punta, han terminado descendiendo a Segunda División. Uno de los fichajes más caros de la historia del club. Sería injusto quedarse sólo con esa cifra sin analizar bien la temporada del serbio. Nueve goles en 34 partidos (y cuatro asistencias), jugando sólo 22 de titular, que le dan un bagaje de un gol cada 235 minutos. Nada mal para un conjunto que sólo ha hecho 44 en toda la campaña. Es decir que, siendo titular sólo en más o menos la mitad de los partidos y jugando los tramos finales de la otra mitad, Mitrovic produce más del 25% de los goles del Newcastle. Hay jugadores que tienen mala fama y el serbio es uno de ellos. Con el cartel de polémico, extravagante, duro, agresivo y hasta en ocasiones antideportivo, Mitrovic sólo tardó 15 segundos en ver la tarjeta amarilla en su debut en la Premier League. Los árbitros, avisados desde el inicio de la temporada de aquellos jugadores marcados con una X, no le pasaron ni una. En su segundo duelo tardó un poco más, y fueron casi dos los minutos que aguantó hasta ver la amonestación. Ahora, con el Newcastle en Championship, es la hora de apretarse el cinturón. El recorte económico por jugar en la segunda categoría del fútbol inglés se deberá traducir en la venta de aquellos jugadores con el sueldo más alto. Y Mitrovic, al que además le acompaña un gran cartel en el panorama internacional ya no sólo por lo que es, sino por lo que será, es uno de los candidatos a hacerlo. Con caché suficiente como para recuperar lo invertido en él el verano pasado, las puertas se le abren de par en par junto a jugadores como Wijnaldum o Janmaat.
Mitrovic llegando al aeropuerto / TWITTER |
Es ahora cuando entra en juego la voluntad de un jugador que ha mostrado compromiso con un club cuando ni siquiera era el suyo. Que está cumpliendo el sueño de jugar en el equipo de sus amores. Porque él no quería ganar la Liga ni la Champions, él quería jugar en St. James Park de negro y blanco. El curso pasado, con una oferta interesante de la Roma y acercamientos fuertes sin concretar de Benfica (donde había entonces un puñado de balcánicos) y Oporto, Mitrovic paralizó todo cuando se inmiscuyó en las negociaciones el Newcastle. No quiso saber nunca nada de nadie más, ni de los romanos, con quienes estuvo muy cerca de rubricar su firma. Inquieto, nervioso, saltarín desde que se confirmó que las conversaciones con las urracas estaban muy cerca, dicen en su entorno que se enfundó una zamarra blanca y negra y ni siquiera se la quitó para dormir la noche antes de viajar al noreste de Inglaterra. Y así se presentó en el aeropuerto, bajándose ya del avión enfundado en la que iba a ser su nueva camiseta incluso antes de estampar su nombre en el contrato. Con una sonrisa de oreja a oreja, dejando ver todos sus tatuajes y relojes, dos de sus pasiones.
Es por todo ello que Mitrovic no es uno de esos que dice jugar en el club de sus amores tras fichar para ganarse a la afición. Curiosamente, el serbio se ha deshecho en halagos a las urracas más cuando no ha estado que ahora que al fin forma parte de ellos. Es por eso que, aunque no inglés, Mitrovic es un miembro más de la Army Toon. Y uno de los favoritos de ésta, por cierto. Newcastle es tierra histórica de delanteros. Jackie Milburn, Les Ferdinand, Alan Shearer o Michael Owen dan testimonio de ello. También un Andy Carroll al que obligaron a salir por la puerta de atrás y que nunca pudo hacer historia. El amor de Mitrovic por los magpies se remonta a los años noventa, cuando siendo sólo un crío, soñaba con ser Alan Shearer. "Nunca lo he escondido. Lo sabe mi familia, lo saben mis compañeros, lo he dicho en muchas entrevistas. De todos los clubes del mundo, siempre he querido jugar en el Newcastle. Me encantaba Alan Shearer", decía aquel a quien miraban como el raro en su país por no ser fanático de ningún equipo nacional.
Ya vestido de negro y blanco, nunca rehuyó de la comparación con el inglés ni con los arietes del Newcastle. "Para un delantero es un orgullo jugar aquí. Es muy especial. Todos los que marcan aquí se acaban convirtiendo en leyendas", señalaba, en referencia a loa ya antes citados. Mitrovic no se puede ir del Newcastle, porque además de todo lo ya dicho, es que es muy bueno. Y más que lo va a ser. Que no está 100% hecho es una realidad. Le falta serenidad, templanza, leer mejor los partidos. Le falta experiencia, la que suele necesitar un chico de sólo 21 años. Le falta adaptación. Nada que no se solucione con el tiempo y el correr de los partidos. Puede que no sea lo idóneo para su evolución jugar un año en Segunda, pero en el club no pueden desprenderse de un valor tan grande a la primera oportunidad.
El serbio tiene que ser pieza capital para el proyecto de Rafa Benítez y liderar desde el campo a una plantilla que necesita volver a la Premier en el menor tiempo posible. ¿Qué mejor entrenador que el español para conducir los inicios de la carrera de Mitrovic? Y si de delanteros va la historia, no es necesario decir que a su lado deberá estar Adam Armstrong, el canterano al que la League One se le está quedando pequeña y al que de momento no se le están dando oportunidades.
Y es que cuando a Mitrovic le preguntan por su futuro, por su posible traspaso o por seguir jugando en la Premier, él lo tiene claro. Aparca las preguntas, las reconduce y las lleva por el camino que él quiere. "Tengo 21 años. Shearer llegó aquí con 26 y estuvo 10 temporadas para hacer 204 goles. Yo soy más joven, tengo tiempo para llegar a ellos", se ilusionaba, ambicioso, con superar al máximo goleador de la historia de la Premier. Cuando llegó al Partizán, Nemanja Kojic llevaba el 9, así que a Mitrovic se le ocurrió ponerse el 45, pues la suma de sus cifras, daba el 9 de su ídolo Shearer. Un dorsal que no ha abandonado ya (salvo en la selección, donde la elección es limitada) y que admite, sólo volvería a cambiar en caso de que se quedara libre la camiseta número 9 del Newcastle. Ahora, Papiss Cissé, portador del dorsal, tiene las horas contadas en el club. La duda, en Newcastle, debe ser qué número llevará el serbio y no si seguirá o no. Él lo ha dejado claro, como lleva haciendo desde que es un niño. Soñaba con jugar en el Newcastle, en Premier, en Championship o en campos embarrados. Y ahora cumple un sueño. Déjenle que sea él quien nos devuelva a la grandeza.
Mitrovic celebra su gol al WBA / GETTY IMAGES |
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