Augusto, presentado como jugador Atlético / AT. DE MADRID |
Simeone, en su intentona por cubrir la baja del luso, ha probado ya mil variantes que, aunque han dado resultados (el Atlético lo ha ganado todo desde entonces salvo el tropezón de Málaga), no terminan de dar la seguridad necesaria. Y es por eso que ahora llega Augusto Fernández. Argentino, ex pupilo del Cholo. Polivalente. Un parche de los de obra para seguir sumando opciones a poner esa tirita en la medular. Saúl es la más recurrida, la más utilizada, pero el chico peca aún de juventud. Difícil ponerle el freno a un joven con tanta hambre y tanta llegada. "No queremos otro Tiago, de Saúl queremos que sea Saúl", dice Simeone. Y el internacional con las categorías inferiores de la selección puede aportar muchas cosas, pero le falta el temple que dan los partidos, la experiencia. También, aunque parezca pecata minuta, el chico es zurdo y eso condiciona la totalidad de los automatismos de un equipo que trabaja con un '5' diestro desde que el fútbol es fútbol. Es decir, desde que llegó el Cholo. Ha probado también Koke, que es la opción preferida de la grada. Pero con él se pierde último pase al alejarle del área. Hasta Gabi, remontándose al hacer que elaboraba 10 años atrás. Pero el equilibrio que aporta desde el perfil derecho lo pierde. Y Gabi es la extensión de Simeone, el sacrificio hecho persona.
La opción de jugar con muchos jugadores en el medio es la favorita del cuerpo técnico rojiblanco, permitiendo que según qué tramo del partido, todos pasen por todas las posiciones del trivote. A día de hoy, una nueva baja de uno de los tres que hoy están disponibles (cuatro, con Thomas, que ya rompe el cascarón y aporta cositas pero aún está verde) sería fatal para los intereses de los del Manzanares, y es por ahí por donde la llegada de Augusto Fernández va a ayudar desde el primer minuto. Hay que remontarse a 2008 para comprender el trasfondo de esta incorporación. Entonces, Diego Simeone entrenaba a River Plate y Augusto Fernández era importante en la banda derecha y servía balones de oro a Radamel Falcao, Alexis Sánchez y el Loco Abreu, entonces jugadores más adelantados de los millonarios. En un sistema de juego que variaba mucho, pues Simeone fue desde el 3-4-3 hasta el 4-5-1 pasando por el 4-3-3 o el 4-4-2 en rombo o en doble pivote (el más utilizado) y donde era habitual ver jugadores importantes de suplente, lo que raramente cambiaba era la presencia de Augusto Fernández en el equipo, ya fuera como titular o como revulsivo. Disputó 14 de los 31 partidos que dirigió el Cholo como titular y salió de suplente en casi todos los demás, en la mayoría directamente tras el descanso.
Augusto siempre fue más un interior pegado a la banda que un extremo. Le gustaba driblar y acercarse a la cal para poner el centro desde fuera, pero rara vez lo hacía. Era más un jugador de apoyo a los mediocentros que ponía balones al área desde atrás y no llegando hasta la línea de fondo. Su buen toque de pelota le permitió que, en opciones de urgencia, en su último año en Vélez, Gareca decidiera que abandonara la banda para empezar a jugar como mediocentro al lado de otro interior y un pivote. Lo que sería hoy Koke en el propio Atlético. Su buen trato de balón y el ritmo más lento que se juega en el fútbol sudamericano le permitieron adaptarse rápido y cumplir con las exigencias del entrenador. Tan bien le fue su nuevo rol que en su debut con Argentina en un doble partido con Brasil, en el que sólo podían competir jugadores que jugasen en las ligas nacionales, Sabella le diera los mandos de la medular.
Cierto es que, tras la recuperación de varias bajas, Augusto volvió a la banda a final de temporada con Velez. Una situación que se asentó más aun con su llegada a Europa. En el Celta de Vigo, el argentino fue titular indiscutible jugando 36 partidos, todos como titular, y marcando seis goles y repartiendo cuatro asistencias. En la segunda campaña, ya con Luis Enrique en el banquillo, su situación empezó a cambiar. Borja Oubiña, hasta entonces pilar del equipo gallego, retornó su viacrucis con las lesiones de rodilla y terminó la temporada a regañadientes. Ante la necesidad de un pivote en la medular, Luis Enrique probó de todo: Fontás, Cabral y hasta Rafinha nunca cuajaron, pero sí vio algo distinto cuando puso ahí a Augusto, que terminó el curso siendo un comodín. Fue un punto de inflexión al que se llegó en la victoria ante el Levante con un solitario gol de Nolito a pase, precisamente, de Augusto, que entendía el juego entre líneas como pocos.
Augusto era un jugador clave en el Celta. Importante hombre en el vestuario, hace grupo, manda, ordena y es un líder. Un ejemplo para los más jóvenes. Esa virtud le otorgó la capitanía que dejaba vacante Oubiña y que podía ejercer con más criterio desde la medular. La llegada de Berizzo no hizo más que reforzar la idea del argentino como pivote y ya nunca se ha apartado de ahí salvo en un encuentro donde, por las bajas, tuvo que probarse como lateral con éxito. Augusto es recuperador y suelta el balón con facilidad, sin complicaciones, aunque no le quema en los pies. Da una primera salida de balón limpia desde los centrales, tiene buena visión de juego para los pases interiores y, sobre todo, es un gran defensor. Hace muy bien las coberturas. No cabe duda que encajará perfectamente en el puzzle de Simeone gracias a su polivalencia. Podrá actuar tanto de cinco, como ayudar a ellos en los interiores. E, incluso, aunque ya parece remoto, volver a la banda.
Augusto no es Tiago, como tampoco lo será Saúl, ni Gabi, ni Koke, ni el futuro Kranevitter. Augusto es un comodín que llega al Atlético para reforzar la idea de que todos ayuden a todos para que la suma de Augusto más Saúl más Koke más Gabi pueda dar como resultado de la ecuación a Tiago.
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