África al poder. Nigeria retuvo el cetro de campeón que logró hace dos años en los Emiratos Árabes Unidos y lo hizo con el partido más ramplón que ha jugado en este torneo. Le sirvió esa versión 'low cost' ante una Malí desdibujada, timorata en esta su primera final internacional de este Mundial. Los malienses ya son la mejor generación de la historia del país tras conquistar la Copa África Sub17 hace unos meses y quedarse a las puertas en el Mundial. Este es sin duda el torneo fetiche de los nigerianos, que de 16 ediciones han disputado ocho finales y con el de ayer ya han logrado cinco títulos.
Arrancó el duelo con un penalti marrado en el minuto tres por los a la postre campeones. En una decisión extraña, Ebere lanzó desde los once metros cuando esa suerte corre en las botas de Nwakali y, en todo caso, del goleador Osimhen. Quizás por esa desfachatez, pues el balón terminó en las manos del portero maliense tras una mala ejecución, Amunike decidiera retirar al propio Ebere en el descanso. No sirvió la adrenalina de la pena máxima parada para aumentar el ímpetu de Malí.
El partido se jugó en la parcela ancha, con dominio en la posesión de una Nigeria que no encontraba la forma de abrir la lata gracias al buen hacer de Samuel Diarra. El meta, que llegaba a la final con sólo dos tantos encajados en seis partidos, no pudo hacer más para su equipo. A los de Amunike, eso sí, les pesaba el discreto partido de Nwakali, que retrasó su posición para jugar en el pivote y no brilló en la zona decisiva como durante todo el torneo. Lo intentó Osimhen con una volea espectacular desde la frontal con su pierna mala, pero Diarra respondió con una parada envidiable, digna de la mejor fotografía. Y donde no llegaba el de Malí, ahí estaba el palo, que frenó a los nigerianos hasta en dos ocasiones.
Claro que Osimhen, la revelación del torneo, no quiso faltar a su cita puntual con el gol y en cuanto recibió dentro del área (56'), sin oposición, le dio medio título a su equipo. Ha marcado en los siete partidos jugados. Un total de 10 goles y dos asistencias y fue sin duda el mejor jugador de la noche. El único que mantuvo su nivel en una final descafeinada. Con Malí destrozada, Nigeria aprovechó el tirón en nada más sacar del centro dobló la ventaja gracias a una gran definición de Bamgboye. Cómo estarían los nervios que ni siquiera celebraron los goles. Los nigerianos, esos que bailan hasta por un córner a favor.
Con media hora por delante, Malí nunca pudo encontrar a sus cuatro fantásticos. Mallé, Boubacar, Koita y Haidara, los delanteros con libertad absoluta que han traído de cabeza a todas las defensas, al final encontraron quien les hiciera oposición y los borrara del campo. Con el pitido final, entonces sí, Nigeria pudo bailar. Y bailará toda la noche el país entero. Al menos durante dos años, porque en India ya se preparan para el próximo torneo.
Bélgica se lleva el bronce
Europa acabó en el podio gracias a Bélgica. En el partido de consolación, con México absolutamente roto tanto en lo físico como en lo moral, los Red Devils impusieron su ley (3-2) en un partido plagado de oportunidades para los menos habituales. Los americanos siempre fueron a remolque pero en la recta final lograron el empate. Con el partido roto, en el descuento, en la última jugada, Vanzier agarró un contragolpe, se hizo imparable y se erigió como héroe de la tarde con su doblete, rompiendo en mil pedazos el sueño de México.
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