martes, 13 de diciembre de 2011

La Rosa se marchita

Corría 1998 cuando era sólo un adolescente, que no llegaba a los 20 años, y que la se había enfundado la camiseta que le iba a dar la gloria. Ya destacaba con los Newcastle Falcons, equipo de su alma, cuando fue seleccionado. Sacrificio, trabajo, empeño y más empeño.


Cuando era pequeño, no podía perder ni siquiera a la PlayStation, o cogía un cabreo consigo mismo de tal magnitud que se pasaba horas en un rincón intentando corregir errores. Meticuloso como pocos. Un ganador nato. “Voy a ser el mejor del mundo”, repetía una y otra vez cuando sólo era un crío. Con esos 17 añitos, ya estaba en Newcastle, el mejor sitio para él. Una ciudad oscura, fría y sombría, perfecta para el duro trabajo de Jonny. ¿Su imagen más repetida? La de un chico empapado, sobre un verde césped iluminado con focos, de noche y bajo una intensa y gran lluvia golpeando el balón entre los palos una y otra vez, sin cesar.

2003, su año de consagración. El Mundial de Rugby. Partían como aspirantes, pero para nada favoritos. Él, y sólo él iba a cambiar el rumbo del equipo de las islas. Capitán, eterno capitán. Los más antiguos de lugar le consideran como “el 10” más completo de la historia. Partido a partido su leyenda se iba haciendo más grande. Ya eran semifinales. Un drop por aquí, un penalti por allá, y el equipo ya estaba en la final. Como si nada. Esperaba Australia en la final. Entre partido y partido, los entrenamientos. Dos duras horas de ejercicio para todos los ingleses. ¿Dos? No para Jonny. "Si tengo que hacer más sacrificios, y patear hasta media noche, lo haré", decía enfadado. Ahora sí, era el momento. El autobús se acercaba al estadio. A pocas horas del inicio. Todos sentados, hablando, intercambiando opiniones. Menos uno. Menos él. Sólo, en una esquina, mirando a la calle como si hubiesen pasado 30 años desde que vio por última vez la luz del día. Ya se veía el estadio, ahora sí. Es entonces cuando Jonny se levanta, coge un CD y pone, a todo volumen, “Lose Yourself” de Eminem. Una canción, que en su momento más elevado dice "Si tuvieras una oportunidad, de alcanzar todo lo que has deseado, lo harías, ¿o lo dejarías escapar?". Fantástico para él.

Pero es entonces, ya no había vuelta atrás, cuando los demás se dan cuenta de la magnitud del partido. El árbitro ya había pitado y Jonny llevaba jugando el partido durante horas en su cabeza. Él iba ganando, pero el marcador aún no lo sabía. 17-17 y casi nada por jugarse. Fue entonces, pidió la pelota, como siempre, se decidió a lanzar desde lejos, desde muy lejos. El tiempo se paró, cada segundo se hacía una eternidad, pero él lo sabía, había entrado. 20-17, con ¡15 puntos suyos! Una brutalidad, una barbaridad. “Wilko” lo había hecho. Ya lo había conseguido, como había prometido, era el mejor jugador del mundo.

Estalló la “Wilkinsonmanía”. Su postura de lanzamiento: Culo en pompa, codos flexionados, apoyado en la rodilla. Nadie le desconocía ya. Incluso, recuerdo como José María Bonilla llamaba a Ibagaza un día tras mandar un penalti a la grada Ariel “Wilkinson” Ibagaza, por el lanzamiento que parecía un chut a palos. Adidas le firmó, le puso a la altura de Beckham. Ambos rodaron spots publicitarios. Era un reclamo.
Y cuando parece que nada ni nadie puede contigo, aparecen. Lesiones. Ligamentos, meniscos, codo, riñón, de todos los tipos y de todos los colores. 4 largos años apartado de “su rosa” por la mala suerte. Nunca volvió a ese nivel en el “15” nacional.

Y es hoy cuando “Wilko”, tras saber que ya no puede aportar mucho al equipo, decide colgar las botas. El mejor jugador de toda la historia de Inglaterra nos dice adiós. La rosa se marchita.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El Comb...el robo del siglo

Gente, gente y más gente en Las Vegas. Pero ni un alma en el casino ¿Se había repartido el gran premio? En efecto, y fueron miles de personas las afortunadas de disfrutar del gordo. El Pacquiao Vs. Márquez había comenzado. Era la 3º vez que se enfrentaban en un ring y Márquez quería ganar de una vez al filipino. Las decisiones del pasado no se olvidan y el propio Márquez había calentado la pelea días antes. “Esta vez no quiero que decidan los jueces y saldré a destrozarle desde el primer asalto”. No iba en broma. Dese el minuto uno el público Mexicano apoyó al suyo.

El combate comenzó con un estruendoso “Olé oleeé oleeé oeelé, Márquez Márquez”. Dinamita empezó fuerte, arriba, abajo. Manny, fiel a su estilo sobre el ring, pero muy conservador. Iban pasando los minutos y Márquez encontraba la cara de Pac-Man, mientras que el filipino sólo había contactado con los guantes del mexicano. Dos libros distintos, dos manuales de cómo boxear. Juan Manuel retrocedía y se defendía par luego atacar. Manny iba de cara, pero no se atrevía a golpear. Mucho respeto entre ambos. Mediado el combate Manny ya había recibido mucho. El séptimo asalto fue el punto de inflexión. El público comenzó a cantar el “Ay ay ay ay canta y no llores”, que sólo fue interrumpido por un derechazo de su representante. Márquez se desató, Pac-Man estaba vendido. Derecha, izquierda, arriba, abajo, a Márquez le daba igual.

Manny recibía bien los golpes, pero no pegaba. No era el Pacquiao de siempre, esa máquina de picar carne se había quedado sin pilas mientras el mexicano sacaba toda la rabia contenida durante años. El noveno fue, sin duda, el mejor asalto. El filipino buscó su mejor suerte en el que fue su asalto más combativo y agresivo, pero “Dinamita” le tenía absolutamente controlado. Los últimos 3 asaltos fueron de mucha clase, controlando las distancias. Manny seguía moviéndose cual luchador de esgrima, pero sin florete y sin sus famosos combos de 4-5 golpes. El combate llegó a su fin y Márquez era vencedor. Fue cogido a hombros mientras Manny se fue a su rincón, se agachó y pidió estar sin nadie, rezó una vez más –lo había hecho a cada inicio y final de asalto-. ¿Lloró? Seguramente. Su cara estaba cortada, mientras que la de mexicano se mostraba más rojiza. Pero había un claro vencedor. ¿Para todos? Parece que no. Márquez perdió de nuevo por decisión mayoritaria de los jueces. 117-111. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Probablemente para poder organizar la esperada pelea entre Pacquiao y Mayweather JR, recién retornado a los rings. Márquez lo tenía claro “Me la han vuelto a hacer” y Manny, pese a su rostro que le delataba como sabedor perdedor, se atrevía a decir que había “merecido ganar esta pelea”. Esta noche, el boxeo ha vuelto a perder credibilidad. Manny se embolsará 25 millones de dólares, y Márquez 5, pero seguro que el mexicano prefiere renunciar a su dinero mientras no se le vuelva a tomar el pelo.

domingo, 23 de octubre de 2011

Ciao Marco. Hasta siempre

Te levantas con ganas. Empiezas el día madrugando porque hay motos. Ese deporte que, o se vive con pasión, o no se vive. No hay que andarse con medias tintas. Ves en la primera vuelta a Bautista metido 5º, con Simoncelli delante y piensas: “¡A revivir los duelos de 250cc!”. Aquellos duelos tan bonitos, lucha cuerpo a cuerpo y a veces algo que se salía de los cánones del deporte. De pronto en la siguiente toma aparece Marco, ya por detrás de Bautista intentando meter la moto tras irse colado. Y se cierra el telón. En décimas de segundo, desesperación, llantos, tristeza, banderas rojas, Valentino y Colin. Y muchos números 58, siempre acompañados del rojo y blanco. SuperPippo ya no está. Sólo 24 años le han bastado para irse de nuestro mundo. 24 años vividos al límite en los que cada segundo contaban. Su futuro, su trabajo, su pasión y, en definitiva, su vida se medían en décimas de segundo, las mismas décimas de segundo que le han quitado la vida. Podía haberse colado antes o después, pero fue en el momento crítico. En el peor momento. Colin estaba en el suelo, se movía pero no podía hacer nada. Valentino se paraba en seco, se levantaba la visera y se frotaba los ojos. “No puede ser”, debía pensar. Su aprendiz, su compañero, su rival, su amigo al fin y al cabo, ya no estaba. Era un muñeco. Una marioneta que el propio Rossi intentaba reanimar desde la distancia, pero los hilos se habían roto.

Campeón del mundo, duro, fuerte y descarado era lo que le definía en la pista. Muchas jugarretas, pero esto no tenía nada que ver. No era culpa de nadie más que del destino. Cualquier otro piloto se habría caído o habría aceptado el irse largo. Pero Marco no, y por eso era Marco. Su esfuerzo, sacrificio y apurada para meter la moto en pista, le habían dejado a él fuera de ellas para siempre. Y es que Marco era uno de esos pocos locos en el mundo que disfrutaba echar un pulso con la muerte. Por eso era Marco. En eso consistía. “My Life, My Race” era su lema, un slogan y sello de identidad que le acompañaba siempre, junto a ese pelo famoso y ese 58. Nunca imaginamos que iba a ser tan cierto. Él, en su sano juicio, era el único que lo entendía.

No seamos hipócritas. A casi todos los españoles nos caía mal. No me incluyo, aunque sí era muy crítico con sus acciones. Pero desde el primero, hasta el último, pasando por Pedrosa y Lorenzo hemos sentido pena por Sic y nos hemos sentido tremendamente mal por los comentarios vertidos hacia su persona en otras épocas. “¡Qué mierda!” es lo único que ha llegado a decir Lorenzo. La gente que no sabe del mundo del motor en general, del motociclismo en particular, ni del mundo del deporte, conocía a Simoncelli. Ladran, señal que cabalgamos.
Hoy el mundo es un poco peor, la vida es algo más injusta y las carreras son más aburridas. Ciao SuperPippo. Ciao 58.

Simoncelli en 250 cc.

jueves, 13 de octubre de 2011

La gran duda de Torres


Pasan los días y el debate cada día es mayor. Miles de habladurías sobre la titularidad de Torres con España han quedado atrás y ahora se cuestiona incluso su continuidad en el combinado nacional. Ver para creer. Para los de memoria fotográfica, recuerdo que Fernando Torres es “el rubito” aquel que se zafó de Lahm en la final de la Eurocopa para darnos el primer gran título a nivel de selecciones en mucho tiempo y que, a la postre, ha servido para ser lo que somos hoy. Torres es aquel “niño” que fue máximo goleador de la fase de clasificación para el Mundial 2006 –por lo que la gente con dos dedos de frente deduce que su aportación para ir al mundial fue clave y fundamental-. Que Torres es ese chico que debutó con 19 años y lleva con orgullo desde hace 8 la bandera española. El mismo que es el tercer delantero máximo goleador de la historia de la selección y está en el top-8 de los jugadores con más partidos de la historia, con sólo 27 años. El fútbol es muy caprichoso y nunca se puede vivir del pasado. Quizás por eso hay que intentar ganar siempre, porque lo conseguido ayer no cuenta. Que Torres no está en su mejor momento, es de hipócritas, pero tiene la misma gravedad y el mismo nivel de tontuna que decir que ya no vale para la selección. Torres, en forma, es el mejor “9” español y es por ello por lo que hay que saber cuidarle, mimarle y darle todo para que vuelva a ser Torres. Negredo, Llorente o Soldado, son muy buenos, pero…

El nuevo sistema de la selección, sin delantero fijo, es evidente que le perjudica, pero para eso tiene que dar un golpe en la mesa. Es por ello que nunca entenderé las críticas hacia él. Es cierto que no es su mejor momento, insisto, pero a Torres siempre se le ha tratado mal. Siempre se le ha mirado con lupa e incluso en su mejor momento ha estado infravalorado en nuestro país. No hay más que comparar en qué lugar se puso a Iniesta por un gol marcado en la prórroga del Mundial, y en el que estuvo Torres tras su gol frente a Alemania. Quizás por ser un chico tímido, fácilmente atacable, quizás por salir de donde salió, o por rechazar a quien rechazó. Quizás por las pecas, o por su peinado. Todo vale.

El inicio de temporada de “The Kid” es prometedor, tanto para su equipo como para toda España. Dinamismo, goles y asistencias. Esas galopadas que llevábamos meses sin ver. No es menos cierto que su medio año con el Chelsea fue desastroso. A todos ellos les digo que el señor Ronaldo, considerado para muchos el mejor delantero de la historia, consiguió la escalofriante cifra de 4 goles en su último medio año en el Real Madrid –con sólo 2 años más que Torres-. Las comparaciones son odiosas, pero a veces abren los ojos. Un año malo lo tiene cualquiera. Si el máximo goleador histórico en España pide que Torres juegue siempre porque gracias a él mete más de la mitad de sus goles, creo que algo de credibilidad hay que darle. Y sobre todo, a un chico que dijo de su misma boca que “Merecía la pena arriesgar por jugar el Mundial, aunque eso me costase mi carrera”. No Fernando, arriesgaste y ganaste en el peor momento de tu vida. Ni pensar quiero qué harás cuando recuperes tu nivel.