Gente, gente y más gente en Las Vegas. Pero ni un alma en el casino ¿Se había repartido el gran premio? En efecto, y fueron miles de personas las afortunadas de disfrutar del gordo. El Pacquiao Vs. Márquez había comenzado. Era la 3º vez que se enfrentaban en un ring y Márquez quería ganar de una vez al filipino. Las decisiones del pasado no se olvidan y el propio Márquez había calentado la pelea días antes. “Esta vez no quiero que decidan los jueces y saldré a destrozarle desde el primer asalto”. No iba en broma. Dese el minuto uno el público Mexicano apoyó al suyo.
El combate comenzó con un estruendoso “Olé oleeé oleeé oeelé, Márquez Márquez”. Dinamita empezó fuerte, arriba, abajo. Manny, fiel a su estilo sobre el ring, pero muy conservador. Iban pasando los minutos y Márquez encontraba la cara de Pac-Man, mientras que el filipino sólo había contactado con los guantes del mexicano. Dos libros distintos, dos manuales de cómo boxear. Juan Manuel retrocedía y se defendía par luego atacar. Manny iba de cara, pero no se atrevía a golpear. Mucho respeto entre ambos. Mediado el combate Manny ya había recibido mucho. El séptimo asalto fue el punto de inflexión. El público comenzó a cantar el “Ay ay ay ay canta y no llores”, que sólo fue interrumpido por un derechazo de su representante. Márquez se desató, Pac-Man estaba vendido. Derecha, izquierda, arriba, abajo, a Márquez le daba igual.
Manny recibía bien los golpes, pero no pegaba. No era el Pacquiao de siempre, esa máquina de picar carne se había quedado sin pilas mientras el mexicano sacaba toda la rabia contenida durante años. El noveno fue, sin duda, el mejor asalto. El filipino buscó su mejor suerte en el que fue su asalto más combativo y agresivo, pero “Dinamita” le tenía absolutamente controlado. Los últimos 3 asaltos fueron de mucha clase, controlando las distancias. Manny seguía moviéndose cual luchador de esgrima, pero sin florete y sin sus famosos combos de 4-5 golpes. El combate llegó a su fin y Márquez era vencedor. Fue cogido a hombros mientras Manny se fue a su rincón, se agachó y pidió estar sin nadie, rezó una vez más –lo había hecho a cada inicio y final de asalto-. ¿Lloró? Seguramente. Su cara estaba cortada, mientras que la de mexicano se mostraba más rojiza. Pero había un claro vencedor. ¿Para todos? Parece que no. Márquez perdió de nuevo por decisión mayoritaria de los jueces. 117-111. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Probablemente para poder organizar la esperada pelea entre Pacquiao y Mayweather JR, recién retornado a los rings. Márquez lo tenía claro “Me la han vuelto a hacer” y Manny, pese a su rostro que le delataba como sabedor perdedor, se atrevía a decir que había “merecido ganar esta pelea”. Esta noche, el boxeo ha vuelto a perder credibilidad. Manny se embolsará 25 millones de dólares, y Márquez 5, pero seguro que el mexicano prefiere renunciar a su dinero mientras no se le vuelva a tomar el pelo.
El combate comenzó con un estruendoso “Olé oleeé oleeé oeelé, Márquez Márquez”. Dinamita empezó fuerte, arriba, abajo. Manny, fiel a su estilo sobre el ring, pero muy conservador. Iban pasando los minutos y Márquez encontraba la cara de Pac-Man, mientras que el filipino sólo había contactado con los guantes del mexicano. Dos libros distintos, dos manuales de cómo boxear. Juan Manuel retrocedía y se defendía par luego atacar. Manny iba de cara, pero no se atrevía a golpear. Mucho respeto entre ambos. Mediado el combate Manny ya había recibido mucho. El séptimo asalto fue el punto de inflexión. El público comenzó a cantar el “Ay ay ay ay canta y no llores”, que sólo fue interrumpido por un derechazo de su representante. Márquez se desató, Pac-Man estaba vendido. Derecha, izquierda, arriba, abajo, a Márquez le daba igual.
Manny recibía bien los golpes, pero no pegaba. No era el Pacquiao de siempre, esa máquina de picar carne se había quedado sin pilas mientras el mexicano sacaba toda la rabia contenida durante años. El noveno fue, sin duda, el mejor asalto. El filipino buscó su mejor suerte en el que fue su asalto más combativo y agresivo, pero “Dinamita” le tenía absolutamente controlado. Los últimos 3 asaltos fueron de mucha clase, controlando las distancias. Manny seguía moviéndose cual luchador de esgrima, pero sin florete y sin sus famosos combos de 4-5 golpes. El combate llegó a su fin y Márquez era vencedor. Fue cogido a hombros mientras Manny se fue a su rincón, se agachó y pidió estar sin nadie, rezó una vez más –lo había hecho a cada inicio y final de asalto-. ¿Lloró? Seguramente. Su cara estaba cortada, mientras que la de mexicano se mostraba más rojiza. Pero había un claro vencedor. ¿Para todos? Parece que no. Márquez perdió de nuevo por decisión mayoritaria de los jueces. 117-111. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Probablemente para poder organizar la esperada pelea entre Pacquiao y Mayweather JR, recién retornado a los rings. Márquez lo tenía claro “Me la han vuelto a hacer” y Manny, pese a su rostro que le delataba como sabedor perdedor, se atrevía a decir que había “merecido ganar esta pelea”. Esta noche, el boxeo ha vuelto a perder credibilidad. Manny se embolsará 25 millones de dólares, y Márquez 5, pero seguro que el mexicano prefiere renunciar a su dinero mientras no se le vuelva a tomar el pelo.
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